Migrantes venezolanos convierten en albergue cabinas del Trans-450

ZV
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6 de noviembre de 2023
/
04:15 am
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Migrantes venezolanos convierten en albergue cabinas del Trans-450

Cientos de migrantes venezolanos se refugian en las casetas del proyecto Trans-450, ubicadas en la Kennedy, bulevar Centroamérica y frente al Hospital Escuela.

Cientos de extranjeros de origen venezolano, que viajan con rumbo a los Estados Unidos, se quedan varados en Tegucigalpa, donde se alojan en las cabinas del fallido proyecto Trans 450, a falta de un albergue donde puedan dormir con dignidad.

Varias carpas colocadas al interior de al menos tres cabinas del megaproyecto, sobrevalorado por administraciones municipales pasadas, actualmente es utilizado por los extranjeros que se encuentran sin dinero y que dependen de la caridad de los capitalinos que les regalan ropa y comida.

El refugio para los venezolanos son las casetas del Trans-450 que se ubican en el bulevar Centroamérica, donde viven por días y semanas, mientras reúnen recursos financieros para seguir con su ruta migratoria hacia el norte.

En el lugar hay varias carpas instaladas, colchones, ropa tendida en cables, personas acostadas, ropa, refrescos, bolsas negras donde está la basura, calzado, y al fondo, una especie de baño improvisado que ellos han apostado dentro de la cabina, para poder hacer sus necesidades y bañarse.

Contaron que días atrás, al interior de la caseta frente a la colonia Kennedy, una venezolana falleció de un paro cardíaco y sus hijos fueron recogidos por la DINAF.

VENDEN GOLOSINAS

En el día, algunos migrantes salen a los alrededores del Trans-450 a vender bombones, paletas y dulces a los capitalinos que transitan a pie o en sus carros; la mayoría se solidarizan con ellos al comprarles, ya que con ese dinero que ganan buscan ajustar el dinero para sus pasajes.

Los extranjeros, en cierta forma, están a la intemperie, ya que las casetas carecen de las condiciones básicas para poder habitarlas, puesto que el proyecto en mención fue acondicionado específicamente para dar alivio al cargado sistema de transporte público de la capital. Lamentablemente, al Trans-450 no le dieron continuidad en las administraciones municipales, hasta que el proyecto fue cancelado el año pasado y ahora les sirve de techo a los migrantes.

A pesar de que en la capital no hay un refugio para ellos, las casetas del Trans 450 les están siendo útiles a ellos; sumado a ello, la empatía del capitalino les da un poco de esperanza, pero al mismo tiempo temor de lo que les pueda ocurrir más adelante, cuando les toque cruzar Guatemala y México, de donde tienen malas referencias.

Miembros de iglesias evangélicas comparten comida con los migrantes y oran por ellos, para que lleguen con bien a su destino.

“Estamos, por decirlo así, en el tiempo de las vacas gordas, pero más adelante no sabemos si pasaremos al de las vacas flacas”, dijo Michelle Clemente (35), una joven venezolana auxiliar de farmacia que viaja con sus tres hijos, esposo, su madre, una hermana y su prima, que también viaja acompañada de sus hijos, con rumbo a Estados Unidos, en busca de un mejor futuro.

Cargando a su hija de dos años, que se durmió en sus brazos, y a quien tuvo que llevarla el día anterior al Hospital Escuela porque presentaba fiebre, diarrea y vómitos, accedió a ser entrevistada.

“La niña ya se encuentra bien, no me quejo, gracias a la caridad de unas empleadas de Médicos sin Fronteras que me ayudaron con el pasaje, me indicaron cómo llegar al hospital, agarré una buseta y pude llevarla a consulta, lloré porque yo espero esas acciones de un familiar y no de un extraño, estoy muy agradecida”, detalló.

Clemente, al igual que otros sobrevivientes que pasaron por la peligrosa selva del Darién, relataron a LA TRIBUNA, con mucho dolor, lo que sufrieron durante la ruta migratoria, y lo que consideran que les falta por sobrevivir en Guatemala y México, de donde tienen malas referencias por la trata de personas, narcotráfico, secuestros, venta de órganos, extorsión, entre otros peligros a los que se pueden enfrentar en su camino.

Algunos de los venezolanos que pernoctan en las casetas del Trans-450 posaron para LA TRIBUNA, ellos esperan llegar a Estados Unidos.

SOLIDARIDAD CAPITALINA

Al consultarle cómo ingresaron a Honduras, relató que fue por la frontera de El Paraíso, a donde fueron asaltados por miembros policiales y militares, además que todo se los vendieron más caro, hasta los pasajes de los buses, sin embargo, de los capitalinos no se queja ni tampoco de la Policía que los cuida, ellos sienten esa mano amiga, la solidaridad, el respeto y las ganas de compartir un plato de comida caliente y recién hecha con ellos.

Durante la entrevista, se pudo observar cómo miembros de las diferentes iglesias evangélicas se toman su tiempo por las noches para llevarles comida, café, pizza, ropa, lo cual agradecen mucho y por lo tanto consideran que Honduras es el primer país de los cuales les ha tocado cruzar, donde mejor los han atendido, seguido destacan a Costa Rica que cuenta con albergues dignos para ellos.

Contó que “salí de Venezuela el 2 de octubre, aquí a Honduras llegué el 31 de octubre, hemos gastado más de 2,000 dólares; de la Policía, aquí en Tegucigalpa, no me quejo, ellos tratan de resguardar el lugar, cuando estamos en la calle no nos molestan…”.

“…lo único que sí me desagradó bastante cuando llegas a la frontera de Las Manos, todo es un negocio con nosotros, llegamos sin plata, comenzamos a caminar unos cuantos kilómetros con rumbo a Danlí, pero en el camino tuvimos la fortuna de que pasara una persona en su carro descubierto de atrás y nos dio jalón hasta El Paraíso, nos dejó en la terminal y nos explicó que podíamos tomar un bus hasta Danlí”.

Michelle Clemente comentó que en la capital “la gente te ayuda con comida, ropa, lo único malo es que no tenemos agua”.

TRAYECTO ES UN NEGOCIO

“La inmigración se ha vuelto un negocio, no solo lo digo por Honduras, sino por todo el trayecto, es un negocio, todo te lo cobran el doble, abusan, nos dicen que nos llevarán a un lugar y nos dejan antes, total, cuando llegamos al pueblito de El Paraíso, nos dimos cuenta que el pasaje son menos de 25 lempiras, pero cuando nos escuchan hablar, nos cobran más y en dólares, nos cobraron un dólar por persona, nos dijeron que nos dejarían en Danlí y nos dejaron a mitad del camino”, agregó.

Explicó que “no tenemos dónde lavar ropa, hemos improvisado un espacio aquí para bañarnos y hacer nuestras necesidades”.

Recordó que en la terminal pasaron dos días esperando a que uno de los conductores de buses los pudiera trasladar a Tegucigalpa, les cobraban 10 dólares equivalentes a 250 lempiras por persona, aproximadamente, “cuando el pasaje hasta Tegucigalpa cuesta 94 lempiras, pagamos 50 dólares”.

Durante cruzaban por Panamá fueron asaltados, “nos quitaron lo que llevábamos, una familiar nos ayudó con un poco de dinero para poder movernos hasta Costa Rica, donde estuvimos en un refugio por cinco días, nos daban desayuno y cena, después teníamos que salir; nos brindaron transporte hasta la frontera con Nicaragua, fue gratuito, en Nicaragua estuvimos una semana, pudimos avanzar hasta Honduras”.

“Cuando llegamos a Tegucigalpa, íbamos buscando otro refugio, y un empleo, vale que vi a una chica venezolana, le pregunté dónde se quedaba y me dijo que aquí (en la cabina del Trans-450), no es un refugio pero nos sirve de techo”, expresó.

Comentó que “además, la gente te ayuda con comida, ropa, lo único malo es que no tenemos agua, pero a veces vamos con un balde y le pedimos a alguien agua y nos regalan, la gente ha sido muy buena con nosotros, a veces yo digo, son demasiadas cosas, ¡Gracias a Dios, son muchas bendiciones!, una cosa es la frontera y otra Tegucigalpa, de esta última no me quejo la gente ha sido buena con nosotros”, sostuvo.

En el día, ella, al igual que otros migrantes venezolanos, ofrecen de venta a los hondureños caramelos y chupetas (paletas), para ganar dinero que les permita ajustar el pasaje.

El venezolano Rony Álvarez vende dulces para ajustar el dinero para comprar los ocho pasajes de su familia, que les permitan cruzar Guatemala.

AFIRMA VENEZOLANO
“No nos falta la comida, la Policía nos cuida”
Rony Álvarez, otro joven venezolano, viaja al igual que los demás con rumbo a los Estados Unidos con su familia, van en busca de una mejor oportunidad, lleva cuatro días de estar viviendo en la caseta del Trans-450.

Se dedica a vender dulces, todavía no ha podido ajustar el dinero necesario para los ocho pasajes que les permitan cruzar Guatemala y México, ambos países que pretende pasarlos rápido ante la delincuencia que impera, y sobre todo, el riesgo que corren los venezolanos que son víctimas de secuestro, trata de personas, en el caso de los niños, entre otros ilícitos.

Manifestó que durante su cruce por la selva del Darién “vi personas morir frente de mí, me encontré con cadáveres en el camino, escapé de morir dos veces, casi me ahogo, nos cobraron extorsión”.

No obstante, cuando ya estaba en la frontera Las Manos, afirmó que “los militares nos estaban cobrando 20 dólares por dejarnos entrar, todo nos vendieron más caro en Danlí; para poder llegar a Tegucigalpa trabajé bajando sacos con piñas”.

“Aquí, en Tegucigalpa, gracias a Dios no nos falta la comida, la Policía nos cuida para que no nos roben, lamentó que hace dos días una hermana venezolana murió, sus dos niños se los llevó la Dinaf y la Policía”, destacó.

De igual forma, “nosotros estamos estudiando cómo pasar Guatemala, sabemos que es muy peligroso, nuestra meta es pasarlo rápido, estamos ahorrando para comprar los pasajes y también para pagar extorsión durante cruzamos ese país, cada familia se va moviendo cada semana y media, el viernes habíamos 60 personas creo que habemos 100 ya, somos entre 10 a 12 familias, unos dormimos en carpa y otros en el suelo”.

“Tuvimos que dejar Venezuela por la crisis económica”, sostuvo el migrante Jorman Izquierdo.

MIGRANTE AL RECORDAR EL DARIÉN
“Tuvimos que dormir encima de los muertos”
Jorman Izquierdo, de origen venezolano, habló acerca de los abusos que sufren durante la ruta, los asaltos, secuestros y violaciones de las que son objeto.

“¿Cómo es posible que al migrante que viene saliendo de Venezuela, violan a las niñas, si no tienes plata, los matan; son millones de venezolanos, chinos, peruanos, ecuatorianos, pasan la selva del Darién, y los “coyotes” colombianos te agarran, te meten al campamento, no sales si no pagas 300 dólares, cómo es posible que el gobierno de Colombia apoye eso”.

Asimismo, lamentó que “te cobran extorsión por todos lados, en Nicaragua querían cobrarnos el doble a todo lo que comprábamos, tenemos que pagar porque si no, nos matan, vimos en la selva miles de personas muertas, tuvimos que dormir encima de los muertos”.

“Hago un llamado a las personas que están haciendo lo malo, que nos abran paso a las familias venezolanas, y a todo aquel que necesita ir hacia adelante con rumbo a los Estados Unidos, igualmente a Guatemala, México, que nos dejen pasar, llevamos nuestros hijos, nosotros queremos ayudar a nuestros familiares que tuvimos que dejar en Venezuela por la crisis económica”, sostuvo.

Apuntó que “dejemos atrás la violencia, nuestros parientes que dejamos en Venezuela, nos necesitan por culpa de un narcotráfico llamado socialista, nos engañaron, no sirven, por favor, en la selva del Darién hay demasiados muertos, recójanlos, el río está contaminado, no podemos tomar agua, los pies se nos llagan, nos enfermamos, ahora bien, aquí nos falta ajustar el pasaje para salir con rumbo a Guatemala y a México”. (XM)

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