Cnel. de Av. ® José A. San Martín F. *
Se percibe un ambiente tenso e incierto, casi de angustia. Las consecuencias que provocan los actuales fenómenos atmosféricos propios de la temporada lluviosa, en donde aparecen los derrumbes, inundaciones, muerte, zozobra y dolor, no han llamado la atención de nuestras autoridades, como la actual situación política, de tirantez peligrosa, provocada por las acciones del soberano Congreso Nacional (CN) en relación con el nombramiento de los titulares del Ministerio Público. El uso de maniobras engañosas que el partido de gobierno, representado en el CN, revelan claramente una intención malévola. Observamos cómo se manifiestan los intereses de los principales partidos políticos cuando sus actuaciones se orientan a su propio beneficio y no las de la hondureñidad. Y más evidentes, solapadas, son las que identifican al partido de gobierno.
En ningún momento se han vertido las aclaraciones necesarias, creíbles, sinceras y honestas por parte del Ejecutivo. Porque, a pesar de que la oposición es mayoría en el CN, su junta directiva expresa falsedad en sus declaraciones increíbles, engañosas y acomodadas, que no convencen a nadie. La conducta de la bancada del Partido Libre no solo deja mucho que desear, sino que se comporta como marioneta, sin criterio propio y en donde sus integrantes, con el respeto de algunos, parecen ser extraídos de una película de narcos, dispuestos a dar su vida por su estructura delincuencial. ¿Acaso los diputados, representantes del pueblo no poseen discernimiento ni sabiduría para actuar en favor de Honduras? Nuestra tradición electoral se ha distinguido porque carece de pureza, transparencia y honestidad, sin embargo, al final, se les autorizó para que calienten las curules legislativas, sin incluir aquellos legisladores que sí hacen bien su trabajo.
En mi opinión, sobresalen en nuestra sociedad, entre otros, tres grandes sectores: primero, los que trabajan constantemente, sin parar, para su sustento diario, dedicados a ir y venir realizando actividades económicas de calle, funcionarios públicos o empleados de empresas privadas de menor categoría, campesinos en labores de labranza, trabajadores de la construcción e industria, etc. que desconocen lo que políticamente sucede con relación a las actuaciones del gobierno. En segundo lugar, aquellos que gozan de un estatus superior en el campo económico, principalmente. Con recursos financieros superiores, de cierta holgura, que prestan alguna atención a las políticas del gobierno porque les afectan, positiva o negativamente, con su estabilidad laboral y la seguridad en sus actividades personales, nos referimos a los ejecutivos y funcionarios públicos y privados de nivel superior, gerentes y administradores de empresas, pero que se mantienen bajo la subordinación de otra autoridad. En tercer lugar, aquellos personajes que interactúan en la palestra pública o privada que como titiriteros manejan a su antojo y conveniencia los hilos que mueven a los dos primeros sectores. Son los grandes empresarios que influyen sobre los políticos que dan la cara para lograr el poder político. Los políticos organizados que consideran al país su hacienda personal. Aquellos que juegan contra otros equipos políticos para mantener el control de dicha hacienda, con el apoyo de sus benefactores económicos.
Ahora bien, ¿en dónde encajan los militares y los policías? Este es un importante sector con una particular función: mantener en armonía a los tres sectores señalados, y a otros no menos importantes, para que todo el engranaje social, político y económico de la nación se conduzca en orden, tutelados y cubiertos por la seguridad, para que nadie altere ni interrumpa esa armonía que caracteriza a los países que trabajan tesoneramente en su desarrollo.
Las FFAA y la Policía Nacional no deben estar sujetas a los vaivenes y decisiones de los políticos que amañada e ilegalmente se hacen del poder. La actual estructura organizacional de ambas instituciones permite poder ser manipulada por intereses de las instituciones políticas cuando ostentan el poder de la nación. Para el caso, actualmente, la toma de decisiones en el campo político militar descansa sobre el alto mando y, seguramente, la junta de comandantes. Ocho personas, seis militares y dos civiles (Presidente de la República y ministro de Defensa). Entonces, ¿cuál es la función de las FFAA y PN cuando se tergiversa alevosamente la ley para obtener beneficios en favor de los planes egoístas que ejecutan los partidos políticos cuando ostentan el poder? Nuestras instituciones armadas están reguladas por la Constitución de la República y su Ley Constitutiva, que expresan claramente lo que deben hacer cuando los políticos violan la ley magna con intereses egoístas, dictatoriales o buscan cambiar nuestro sistema republicano y democrático de gobierno.
Gran parte de la población considera que nuestras FFAA y PN están influenciadas para que favorezcan las intenciones políticas de manejar, sin interrupciones, el poder político de la nación. Esa manipulación de los políticos ambiciosos sobre las FFAA y PN se estrellaba en aquella estructura organizacional llamada Consejo Superior de las FFAA (CONSUFFAA) en donde con voz y voto la integraban todos los comandantes de las unidades militares ¿será necesario volver a este modelo de organización para evitar que las FFAA sean objeto del manoseo pernicioso de políticos corruptos?
*Excomandante general FAH