Juan Ramón Molina entre lo humano y lo divino

MA
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8 de noviembre de 2023
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12:44 am
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Juan Ramón Molina entre lo humano y lo divino

¡Liberales! La victoria se construye la derrota también

Luis Alonso Maldonado Galeas

Hace 115 años de la partida sin retorno del príncipe de las letras hondureñas, la historia debe hacerle justicia a su basto y trascendente legado literario. Revivamos su obra, exaltemos su nombre, hagamos que su verso penetre los corazones fríos y se cubran de calor poético las almas que han perdido la sensibilidad; que su pensamiento siga volando alto y que derrame desde lo eterno la palabra que nutre, que fortalece, que edifica.
Y será así, poque en molina encontramos la estética en el verso, la refinada expresión, una articulación perfecta entre la inspiración y la idea, de un mundo que gira entre el agobiante realismo y la idealización que se dibuja en el ánimo interior del poeta, que musicaliza con notas vibrantes el fantástico universo de la poesía.

Por eso, su obra merece orbitar en los umbrales de la gloria, merece salvas a la excelsitud, una valla interminable de versos, de poemas alados brevemente suspendidos para emprender sus vuelos hacia el azur. Sí, merece el aplauso con el estruendo de un “trote de elefantes” y el sonido de “fanfarrias de roncos olifantes”.
Sí, merece que se exhiba el esplendor de su palabra sobre las “tierras, los mares y los cielos” de nuestra amada Honduras, sin que pueda el naufragio, el abismo o el infinito interrumpir su vuelo hacia un expectante horizonte sin tiempo.

Penetrando en los motivos de su inagotable inspiración, vemos como en “El Águila”, en tono realista destaca el poder atribuible a su vuelo insuperable, a su fuerza en garras, alas y pico, a su estampa de conquista, de vencedora, de invencible; nos dice convencido: “Soy la imagen de la fuerza. Nadie a mis dominios sube, sin que pague muy caro su osadía, yo soy el ave noble, el ave de la gloria, que los guerreros rudos conducen como nuncio de victoria”.

Indudablemente, sin medir las consecuencias, sobrepasa los límites entre la humildad y la soberbia, violentando las irrefutables facultades entre lo humano y lo divino, al expresar: “No puede ni Dios mismo…, calló el ave blasfema…, en ese instante un indignado y repentino rayo, hecha cadáver la arrojó al abismo”.
Molina nos hace la revelación de ser un hombre que cree en un ser superior, creador de lo existente; evidenciado en los versos de “Una muerta”, mostrándonos que es un mortal con fe, al decir: “Señor: nunca discuto tu voluntad, porque eres Padre y dueño de las cosas, espíritus y seres, desde el numen osado que explora lo absoluto, hasta el instinto vago que germina en el bruto”.

También en “Águilas y cóndores, invoca a Dios todopoderoso, haciendo un llamado a la confraternidad entre los pueblos, a la identidad histórica que reduce los espacios y aproxima los espíritus libres, desde los Apalaches hasta la Tierra del Fuego pasando por los Andes. Nos muestra un corazón gigante, que se nutre de la sangre que corre por las mismas venas de un destino compartido, adornado por el verso que funde al continente en un abrazo rebosante de hermandad, así: ¡“Razas del nuevo mundo! Pueblos americanos, en este continente debemos ser hermanos, bajo el cielo de estrellas de nuestro Eterno Padre; la madre de nosotros es una misma madre, es una misma Niobe que brindó su seno, de calor, y de leche, y de dulzura lleno”.

En Excelsior, además de definir el perfil del hombre invencible, desafiante, con la fortaleza para superar lo imposible; nos da lecciones acerca de los límites del poder humano. Libera su espíritu indomable, rebelde, osado, pero reflexiona que no todo depende de sí mismo; por eso, en una prosa vibrante, explosiva y poderosa, Molina hace brillar su pluma atrevida, valiente, insatisfecha. Exclama el poeta: “Sube, sube, sube; y si bajas, si quieres bajar, baja prendido a la crin de los huracanes. Vive con dignidad bajo el sol…, hazte olímpico, endiósate si puedes. El que siente que tiene las alas en los hombros, debe olvidarse de las infinitas miserias humanas, y debe esperar, con el ánimo del justo… la hora de Dios.

Levántate Molina, anda aquí entre nosotros, déjanos contemplar la luminosidad de tus versos edificantes, y enséñanos las huellas que has dejado de tu inspiración, de tu talento, y tu pensamiento creativo, queremos recorrer la cabalgata que tu hiciste sobre paralelos y meridianos, queremos que nos pases la estafeta de lo inescrutable, queremos encontrar contigo el cielo de la verdad y el horizonte donde anida la esperanza. Baja de la “Osa”, no te escondas tras la “Cruz del Sur”, y ven, pesquemos juntos la sirena que ansiosamente esperamos, aún esté “Mostrando a flor de agua el seno sin mancilla”.

General de Brigada ®

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