Nostalgias del tiempo

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8 de noviembre de 2023
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12:39 am
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Nostalgias del tiempo

Teresita Murillo

Retazos de mi vida. Recordando el pasado, encuentro unas anécdotas increíbles. He sido una persona de retos. Y cuando tengo las cosas frente a mí, las resuelvo a como dé lugar. Pero… yo creía que, era mi fortaleza que yo había nacido con esas particularidades. Muchos años después me fui enterando, que Dios mueve todos los hilos, que una pequeña pestaña no se cae, si Él no lo permite. Sin él me enteré, no somos nada. Sin vanagloria, aprendí en mi vida a hacer de todo. Tengo a estas alturas de mi vida un bagaje bien ganado.

En los años 1968, preparándonos para la primera Navidad  recién casada, y criando por supuesto al primogénito de mis cuatro hijos. A mi esposo Héctor, trabajando en la empresa René Sempe, una cliente le regaló meses atrás un cerdito, que con los días nos enteramos de que era cerdita, le pusimos por nombre petunia. La alimenté bien y se hizo enorme. Claro y por supuesto, se acercaban las fiestas de diciembre y hubo que darle materine. Eso fue sumamente doloroso, pues la llegué a querer con toda el alma. Héctor mi esposo, me mandó a dos muchachos, él tenía un amigo que era agrónomo y le dijo que para que yo no sufriera la inyectara, y que ya dormida no iba a sufrir ni petunia ni yo. Para mí, no fue una solución, tal vez para petunia sí. Pero necesito llegar al meollo, los muchachos me dijeron que ya habían terminado.

Yo estaba en esos momentos ocupada cuidando a mi hijito. Les di las gracias y me despedí de ellos. Cuando terminé de atender a mi hijito, me encaminé a la cocina para guardar las partes según yo de petunia. Pero oh… sorpresa, petunia estaba entera en el mueble de la cocina. Yo pensé que iban a partirla en partes los muchachos. Me llevé las manos a la cabeza y dije: y ahora qué hago. Llamé a Héctor mi esposo, y le conté mi problema. Él salomónicamente se lavó las manos cuál Pilato, y me dijo: resuelve ese asunto tú, que son cosas de mujeres. Imagínese pues, me puse a llorar por unos instantes. Pero al momento, secándome todavía las lágrimas derramadas por aquella tremenda incomprensión, me di a la tarea, cuál carnicero, de cortar parte por parte a mi querida petunia.

Usé como herramientas, un martillo, una sierra, un cuchillo con mucho filo y también una piedra. Al rato llegó Héctor mi esposo con su amigo Victor Torraka, por cierto, compadre nuestro, él le recomendó que durmiera a petunia. Pero… comadre me dijo, usted sola la partió? Pues quién más compadre, si su compadre me dijo bien claro, que esas eran cosas de mujeres. La felicito comadre, tal cual la partió, así es. Después por supuesto llegó la celebración y nos reíamos de la puntada. Y así aprendí a cocinar y a conocer cada parte de los cerdos. Ahora como les mencioné, el bagaje aprendido valió la pena. En la vida quien no se atreve, no aprende, ni tampoco gana. Mis saludos, mil abrazos y mil bendiciones. Muy a propósito esta nostalgia cuando falta muy poco tiempo para celebrar la Navidad.

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