La marioneta de Johnny Welch

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9 de noviembre de 2023
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12:09 am
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La marioneta de Johnny Welch

Johnny Welch es un humorista, ventrílocuo, escritor y poeta originario de la ciudad de México. Además, es licenciado en Derecho con Maestría en Criminología. “Dentro del medio artístico, Welch, ha dado vida a más de veinte personajes que de modo alternado se presentan en sus actuaciones, sobresaliendo DON MOFLES, un muñeco de trapo ocurrente y divertido que ofrece una faceta original al humor”. https://diariojudio.com/

En 1996, Welch publicó un libro de título “Lo que me ha enseñado la vida”, donde se puede leer el poema “La Marioneta”. Un texto emotivo en homenaje a la existencia, que ha dado la vuelta al mundo y que erróneamente, es atribuido a Gabriel García Márquez, a partir de esta era del Internet. En concreto, “el texto se propagó en el año 2000 por correos electrónicos y cadenas de Power Point, que todavía hoy en día siguen circulando en la red, presentándose como una especie de despedida que el escritor colombiano les dedicaba a sus amigos antes de morir”.

En el sitio https://centrogabo.org/, leemos que “la mentira trascendió porque en aquella época el célebre escritor colombiano se encontraba enfermo (le habían diagnosticado un linfoma en 1999) y estaba siendo tratado en un hospital de Los Ángeles… Fue tanta su difusión que el mismo García Márquez tuvo que desmentir la autoría del poema en una pequeña rueda de prensa. “Quiero decirles que estoy vivo y que lo único que me podría matar es que digan que yo escribí algo tan cursi”, dijo.

Bien, este es el poema, todo un canto a la vida que la gente sigue compartiendo por Internet: “Si por un instante Dios se olvidara de que soy una marioneta de trapo y me regalara un trozo de vida, posiblemente no diría todo lo que pienso, pero en definitiva pensaría todo lo que digo. Daría valor a las cosas, no por lo que valen, sino por lo que significan. Dormiría poco, soñaría más, entiendo que por cada minuto que cerramos los ojos, perdemos sesenta segundos de luz.

Andaría cuando los demás se detienen, despertaría cuando los demás duermen. Escucharía cuando los demás hablan, y cómo disfrutaría de un buen helado de chocolate. Si Dios me obsequiara un trozo de vida, vestiría sencillo, me tiraría de bruces al sol, dejando descubierto, no solamente mi cuerpo sino mi alma. Dios mío, si yo tuviera un corazón, escribiría mi odio sobre hielo, y esperaría a que saliera el sol. Pintaría con un sueño de Van Gogh sobre las estrellas un poema de Benedetti, y una canción de Serrat sería la serenata que les ofrecería a la luna.

Regaría con lágrimas las rosas, para sentir el dolor de sus espinas, y el encarnado beso de sus pétalos… Dios mío, si yo tuviera un trozo de vida… No dejaría pasar un solo día sin decirle a la gente que quiero, que la quiero. Convencería a cada mujer u hombre de que son mis favoritos y viviría enamorado del amor. A los hombres les probaría cuán equivocados están, al pensar que dejan de enamorarse cuando envejecen, sin saber que envejecen cuando dejan de enamorarse. A un niño le daría alas, pero le dejaría que él solo aprendiese a volar.

A los viejos les enseñaría que la muerte no llega con la vejez sino con el olvido. Tantas cosas he aprendido de ustedes, los hombres he aprendido que todo el mundo quiere vivir en la cima de la montaña, sin saber que la verdadera felicidad está en la forma de subir la escarpada. He aprendido que cuando un recién nacido aprieta con su pequeño puño, por vez primera, el dedo de su padre, lo tiene atrapado por siempre.

He aprendido que un hombre solo tiene derecho a mirar a otro hacia abajo, cuando ha de ayudarle a levantarse. Son tantas cosas las que he podido aprender de ustedes, pero realmente de mucho no habrán de servir, porque cuando me guarden dentro de esa maleta, infelizmente me estaré muriendo”.

J.J. Pérez López
Barrio El Manchén
Tegucigalpa, M.D.C

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