Por: Elvia Elizabeth Gómez García*
El filósofo griego Aristóteles expresó que “el hombre es un animal político”. Vaya frase si consideramos los dos adjetivos atribuidos al ser humano, animal y político, pero estos son solo la traducción literal del griego. Lo importante acá es saber interpretar lo que significa ser un animal político.
A donde quiera que vayamos hay una serie de normas, códigos y leyes que han sido establecidas por la sociedad con la finalidad de garantizar el bien común y “limitar” aquellos comportamientos que riñan con el bienestar colectivo.
Partiendo del contexto anterior, no debemos demeritar la política al simple hecho de los procesos electorales y el partidismo, que ciertamente en nuestro país dejan mucho que desear e influyen negativamente en la percepción que las nuevas generaciones tienen acerca de la importancia de la política y del conocimiento de esta en su futuro profesional y personal.
Los centros de educación en sus diferentes niveles de enseñanza deben asumir una mayor responsabilidad en cuanto a la formación política de los estudiantes, no en el sentido de adoctrinamientos sino de empoderamiento, a fin de que al momento de llevar a la práctica los conocimientos, estos se traduzcan en iniciativas para el bien común y no de unos pocos.
En Honduras, en el 2004 se institucionalizó por Decreto Legislativo el Congreso Infantil, en el cual participan niños de los departamentos de Honduras y simulan una sesión de Congreso en la que presentan iniciativas que sirvan para mejorar las condiciones de sus comunidades. ¿Cuántos hemos dado seguimiento a este evento? ¿Cuántos nos hemos detenido a leer o escuchar las peticiones y propuestas de los niños de Honduras? Seguramente si hago un sondeo, el nivel de respuesta será muy bajo, reflejo claro de la poca importancia que damos a lo que se relaciona directamente con política.
Y no es de extrañar, pues dicho término lejos de inspirarnos a profundizar en él, lo que provoca es un sentimiento de rechazo, al asociarlo directamente con los altos niveles de inoperancia y la incapacidad de la clase política del país de generar consensos a través del diálogo.
En las universidades se llevan a cabo procesos de elección para designar a los representantes de los estudiantes de las diferentes carreras, quienes asumen roles significativos y se enfrentan a la toma de decisiones que les desarrollan las habilidades blandas como el liderazgo, la inteligencia emocional y la negociación. Pero también han servido para poner en evidencia que las “malas prácticas” como el fraude pueden ser aplicadas en estos niveles y desde ya, se convertirse en una alerta de lo que sucede en un país, donde la corrupción es parte del día a día y se ha naturalizado tanto que lo “poco común” es encontrarse a un político honrado.
El historiador inglés Arnold J. Toynbee expresó a fines del siglo XIX que “El mayor castigo para quienes no se interesan por la política es que serán gobernados por personas que sí se interesan”.
Si la academia continúa fomentando el desinterés por la política y sus prácticas muy difícilmente lograremos que nuestro país vislumbre cambios sustanciales.
El desconocimiento o la ignorancia pasiva, son armas a favor de aquellos que se han beneficiado desde siempre de los privilegios que el estar en política otorga. Si como ciudadanos, como estudiantes, como miembros de la comunidad desconocemos las leyes, reglamentos y códigos, nos volvemos vulnerables frente a un sistema que se beneficia de ello.
Para muchos es molesto encontrarse con alguien que conoce sus derechos y los defiende, y es absurdo pensar que estos no tengan que ver con la política.
El canciller alemán Otto von Bismarck expresó que “La política no es una ciencia exacta, sino un arte”, y lo demostró al crear sistemas de alianzas que construyeron y consolidaron el imperio alemán de finales del siglo XIX. Si buscamos su buena cara, la política es un arma poderosa cuyo estudio y aplicación puede contribuir de manera positiva a transformar a un país.
Como expresara Francisco Morazán, “la juventud es la llamada a dar vida a este país”, que, pese al paso del tiempo, sigue sumido en la anarquía. Para lograrlo, estamos llamados a llevarla a la práctica.
*Profesora universitaria.