La certeza en la poética de José González Paredes
José González en su residencia de la ciudad de La Paz.
Óscar Fernando Sierra Pandolfi (*)
No hay preámbulo ni preludio cuando de discutir y argumentar se trata sobre la obra poética de escritores hondureños, sencillamente, porque sus hojas de vida se extienden a derrotar a la misma eternidad. En efecto, la obra literaria de José González Paredes, es extensa, sublime, básica, con flashes creativos, con tonos narrativos, con tinte irónico, con unas fuertes imágenes metafóricas, es una obra que refleja un vuelco literario en la ruptura de fondo y asomos novedosos formales: Poemas del Cariato y animal de Memoria. Sin enumerar el recetario operístico de González. Paso de una vez por todas al análisis holístico o global de una o tres obras poéticas que he venido estudiando de forma minuciosa, y que abordaremos en varias partes. Animal de Memoria, fue galardonado con un premio, aunque es lo de menos hacer mención. En el primer poema: descripción fantástica de la caza del mamut, de inmediato, la construcción semántica atraviesa un estrato narrativo:
Recuerdo aquel mamut planetario
repartiendo sus carnes para todos los de la tribu.
A veces costaba darle caza, perseguirlo, herido como iba, 40 lanzas no bastaban:
había que rodearlo,
evitar con cuidado sus patas numerosas
y subir
hasta la parte más desolada de su lomo
y aplicar los mordiscos y arañazos concebidos
hasta que caía.
Si observamos, en la primera frase: Recuerdo aquel mamut planetario, de sencilla construcción, con asomo surrealista e introspectivo. El resto de los demás versos, en palabras de Zilberberg, desde el arranque la estructura de complejidad quizás queda obstruida por el aliento narrativo, en el caso de la complejidad de composición, que existe un nivel de lentitud, de tempo y celeridad, para contener la sinergia o equilibrio del verso, y dejó que el acto del creatio, como se le llama en la retórica clásica actuara con fuerza y espontaneidad, como lo reitera Zilberberg “el tempo, son al mismo tiempo lo que mide y lo medido, pero tal circularidad es finalmente virtuosa y consecuente”(p.75). En el poema:
PRIMERA TOMA DE LAS CAVERNAS
No fue fácil llegar a las cavernas,
tocar sus gargantas y sus tigres dilatados.
Hubo que violar la oscuridad
a ser pasto de las fieras.
Fue así que decidimos explorarlas:
primero entraban los hombres
En las anteriores estructuras oracionales, el sema (caverna) dilata en el fondo una temática muy imaginativa de aliento universal. La irregularidad de las formas verbales (decidimos explorarlas) con una voz plural, lógicamente su extrañeza narrativa. Dentro del plano formal, la redundancia, elementos innecesarios que imbrican problemas estilísticos: ( de las, y le, a los) las formas verbales: (hubimos, hacíamos), calan muy débil en el eje de superficie y hay una atmósfera muy interesante en el hecho de recrear temas universales, debajo del texto discurre con fuerza la ironía aunada a la introspección, lo que maquina un acierto en el aspecto antropológico-mítico. En este sentido, el poema alcanza una conversión de fondo, que alude extraer la poesía hondureña, colocarla en un nivel persistente de reconocimiento.
Alguien hizo la primera máscara
y le dio los colores que asombraron.
Pronto hubimos de frotar nuestros cuerpos
y bailar duramente
en aquellas danzas que hacíamos desde el fondo de las hogueras
para alegrar a los dioses.
Cuando se refiere al verso: Alguien hizo la primera máscara, de inmediato, se nos viene a la mente el hombre Neanderthal, el hombre de Java, el Homo Faber, el Pitecántropos Erectus, y luego lo de mascara, a la danza y el teatro griego en sus inicios con Bacos, la máscara en las islas de Borneo, implica el escondite espiritual de los humanos ante los dioses, el imitatorio de la naturaleza. Es así que, en su valor temático antropológico, hace un largo alcance. La prosémica de los cuerpos, el movimiento aleatorio del espíritu, eso es captado con mucha certeza. En el poema:
REPOSO DEL FUEGO Y LAS PALABRAS
En la piedra desnuda estaba el fuego.
Era oscura
y brillaba como un diente marino.
Pedernal le llamamos.
Se agitó y ardió en la mente de los hombres
y no hubo palabras
para describir su memoria
El símbolo del fuego, es alquímico, es salvador, es destructivo, En el fondo el poemario, va anudando lo irreal, el imaginario, la versión filosófica de las cosas que va ubicando a la par del origen del hombre mismo, el poema adquiere sentido abierto. No en la forma, donde constituye que la sintaxis narrativa se balancea, desproporcionando el nivel de la aceleración y densidad en el poema, no importa si hay elementos de prosa, verso libre o de una estrofa clásica, el asunto, es que hay una voz que sostiene la diegesis, cuando las formas verbales en tiempo pasado perfecto (se agitó, ardió) aquilata lo que Barthes le llama funciones cardinales propias de la narratología, porque hay una diferencia cuando se emplea el componente narrativo para poetizar y cuando se narra para contar en el nivel profundo del poético. Lo que nos lleva a concluir, que el poema, supuestamente, se deja fluctuar en la presencia-ausencia de la metáfora, donde lo sensible- emoción, se transversa con espontaneidad.
La cohesión persiste. El entramado de funciones verbales se expande, pero son básicas, ya que el sistema poético en que se ancla su obra, la tonicidad y la conversión, se diseminan en la misma dimensión, en el plano fónico, la oralidad, la voz, no deja que la escritura haga lo suyo. Es ahí donde González, se entromete, al querer plantear un estilo, una propuesta que se consolida. Existe un apresuramiento. La proyección de la tonicidad sobre la temporalidad alarga la duración y proyecta lo memorable, ese “porvenir del pasado”. Los poemas se proyectan a un pasado que se muestra entre lo abstracto y lo mítico, eso contiene el alejamiento metafórico, para impulsar a la misma metonimia al sostenimiento de significados en la desconstrucción del hombre, del humano. ¿Si la estructura es gramatical, cómo gramaticalizar las vivencias? Esto no es una vivencia del poeta, es perceptivo, esta imbricado en la lectura, en el saber cultural, el poeta no tiene la experiencia de estar con el hombre en las cavernas, es solo que alude potencialmente a un grado de ficcionalidad que restaría fuerza e intensidad al poema mismo. En el siguiente texto:
RELATO DE CÓMO LA PESCA SE VOLVIÓ SUSTANCIOSA Y ALUCINANTE
El mar y su duro alimento
batiéndose solo entre olas de espuma rigurosa.
Y aquel ávido animal lanzado su arpón
entre las aguas,
con la lepra del sueño en los ojos,
quieto
como el giro de una espiga en la llanura.
El simbolismo cifrado, connota, alimenta a la estructural composicional del poema, como la figura de los sueños, del fuego, del mar, que son propios de la intelectualización del cosmos. Cuando expresa: “El mar y su duro alimento batiéndose solo entre olas de espuma rigurosa”; imagen que ha sido empleada por los poetas como Nicolás Guillén, Rafael Alberti, solo para citar algunos.
II
Y las hachas que vinieron del silicio,
las hachas que antes cantaron en la piedra,
que reventaron madréporas y duros espinazos,
que tallaron ídolos
y fueron hijas de manos imperiales,
hoy se hunden,
con frialdad y alevosía,
en el pecho de los hombres.
Ellas,
las mismas que vinieron del silicio
Los versos traslucen sin la desviación del código, el alcance del verso: Y las hachas que vinieron del silicio. Consideremos primero la semántica intensiva: a partir de la tensión inicial del intervalo [débil vs. fuerte], la conversión diminutiva de signo produce, a partir de /débil/, /nulo/; mientras que la conversión aumentativa de signo produce, a partir de /fuerte/, /supremo/.
Del primero al segundo verso, va de la tonicidad débil en un intervalo que aminora la fuerza interior del poema, porque el semema (hachas) que se reitera en el primer y segundo verso, no hay un código que permanezca entre la semántica intensiva y extensiva. Lo que provoca el verso es destello, afección y auténtico fingimiento. La deformidad de la secuencia: (sílice 1), (piedra 2) (hachas3) refiriéndose a sustantivos concretos hacia adjetivos: frialdad, alevosía. El orden no tiene que ver con el tempo y la tonicidad, una porque el poema se entiende en su tematización, lo que va intercalando la intensidad baja y alta, en una frecuencia sutil de repeticiones, de estructuras sintácticas homogéneas, en otras palabras, versos largos y cortos, oraciones complejas, y frases cortas, su somatización implica un campo semasiológico de animales, no por ello, es que puede desacertar, hay una propuesta en intensión del poeta González. Estos poemas se orientan más a la opción (C) y (D), la poeticidad puede estar ausculta, en el plano secundario.
PIEDRA BLANCA SOBRE PIEDRA BLANCA
El silex, la diorita, el basalto.
Piedras,
piedras sobre la vieja piel del planeta,
todas ellas
La figura de la piedra, es un leitmotiv interior, una descripción geodésica, que se queda en el plano de selección, y que no cobra efecto ninguna combinación en la microestructura, muy vertido en los versos anteriores, que poseen un intento catafórico. La simple enumeración que hace (silex, basalto, piedras, planeta), (flechas, hachas, cuchillos, arados, arpones), se refleja el homo faber, el inicio material del hombre primitivo. No es un desacierto, exponer el nivel cognitivo del poema, aunque se quede entramado en la comprensión inmediata, en la aridez de lo rápido. No hay condensación de figuras plásticas que den el toque de piedra.
hiriendo los cansados pies del hombre.
Sin embargo,
de allí se levantaron
las hachas de la guerra,
cuchillos,
puntas de flechas
y toscos arados que hundieron su cabeza
en el negro polvo terrestre;
los ganchos y los arpones de la primera pesca,
mausoleos de dioses vigilantes,
dijes, brazaletes y alabardas
y esos toscos collares
que adornaron para siempre
los torsos y los cuellos de los tótems
III
Del diario de un poeta alucinado
Por otro lado, hemos dado lectura a unos poemas, que pertenecen: del diario de un poeta alucinado. Es particularmente interesante la evolución de la poesía de José González. Encontramos poemas con un mayor logro estético en la forma y en el fondo, por el tono irónico y cotidiano. Aunque en los estratos subterráneos del texto, suena a Sosa en el sentido de la tonicidad. Aunque desde luego se aparta, cuando se asoma existencialmente a las preocupaciones universales del ser humano: la soledad y la muerte. Veamos los versos siguientes:
1
Si entras a mi casa y no me tocas
Si te vas porfiada y altanera
con aires de grandeza.
Entonces tendré el derecho de matarte.
El ultimo verso, con una enorme carga de sarcasmo, imbrica el poema en una elevación humana, una estética que se aproxima al poema material. La estrofa 2 alcanza una fuerza secuencial enorme, sustancial, denso, hay objetos y sujetos más cercanos a la vida del poeta, a la contemplación, eso hace que el poema se extienda y cause tensidad en el interior, porque no solo es carga emocional, sino de la construcción de imágenes vivas, con movimientos en el interior, una dinámica metonímica subyacente:
2
Todo está despejado y libre para tu llegada.
En los agudos guijarros
podrás mudar de piel,
en el foso de los pájaros,
podrás saciar tu sed.
En el espléndido naranjo
podrás comer su llameante fruto.
En la mecedora del porshe
podrás estirar tus piernas milenarias.
Cuando todo esté listo,
cuando te sientas fuerte como antes,
entonces toma con fuerza tu báculo
y entra a deshojarme.
La estructura lingüística va buscando montajes hacia una sintaxis interiorista. Es decir, el lenguaje es forma y contenido a la vez, es dualidad, va descartando la idea que el tema tratado en este poemario. Por lo tanto, no cae en el ripio, ni en engolamientos retóricos, porque sentimos que la poética de González nos despista, va dejando atrás huellas, indicios de isotopías que estructuran y desestructuran todo el texto poético. Va dejando espacios, permitiendo la eclosión de imágenes cotidianas con una mirada llena de extrañeza, como lo expresa Schlovsky [1991] «Crear en las cosas conocidas situaciones extrañas».
3
En el espejo del frente
has dejado las palabras.
Brillan
como limpias luces del deseo.
Tendré que sacarlas,
con cuidado, despacio,
para que no astillen.
4
Rabia por no escribir,
duelo por la muerte de mis palabras.
5
Las anfetaminas ayudan
a calmar el dolor de parto.
No hay libro sin dolor.
Todos nacen de caminos,
de trasnochadas hojas de la noche.

6
Me he levantado casi ciego
e indoloro a esperarte.
El sueño hundido en los brazos de la noche.
Debo poner las trampas,
que conozco de memoria.
Debo cazarte
como a un león,
como a una gacela herida.
No te dejaré escapar.
Debo aprovechar tu tacto,
el poco sol que me queda de vida.
Los poemas van estructurándose en un efecto de sintaxis existencial. Transfigurándose en un verso liviano, suave, musical en su secuencia. Sin caer en el retoricismo. Como lo expresa Valery (1978) «(…) Estilo es lo no corriente, lo no normal, lo no conforme a lo «standard» usual. Pero, no se puede olvidar». «(…) que el estilo tal como se entiende en literatura posee un valor estético». Es una desviación con respecto a una norma; es, «pues, una falta, pero, como decía el mismo Bruneau, «una falta querida». Por lo que la desviación es, pues, un concepto muy amplio que podríamos percibir desde el plano semántico, y de alguna forma, González, acude a un efecto gramatical onírico, y fundamental que va empeñada en la vinculación entre el pensamiento y el suceder ficticio. Esto sopesa el valor literario, y la desviación se intercala en el nivel de las emociones. Aunque en el plano sintagmático, las isotopías mantienen la carga metafórica a través de figuras paradójicas. Versos que gravitan en dos ejes paradigmáticos, el sentimiento íntimo vertebrado por la agudeza lírica, y el otro, por la misma tristeza de la impotencia circunstancial. Quién subraya el clamor oculto. El otro eje deslinda con la depuración del acto fenoménico del amor, y la vida con un entrecruce existencialista, va marcándose en una estructura profunda latente, en cada palabra, y en el espacio preciso.
7
El vuelo asustadizo de los pájaros,
los golpes jorobados en mi puerta,
los pasos arrastrados en la alfombra
me indican que estás aquí,
que has venido
y no te irás
hasta hincarme tus dientes
en mi sangre desolada.
El improperio existencial en un asome metonímico, emociones que delatan a flor de piel la epidermis del insensato amor-muerte y el repudio a lo inhumano. Sublime y reiterada evocación en dislate, existencial forma de lanzarse al coliseo contra leones de escritura, contra la maleza uniformada de la metáfora oficialista. Entierra sus garras con la palabra más sencilla, el «performance del locutio» [Searle], «Speech Acts» «el acto del habla/escritura» convertido en poesía.
8
Aquí están
estos libros vacíos.
Debes llenarlos
con mano ancha y presurosa.
Debes dejar tu luz
brillando en los poemas.
Escritos que irradian fuerza cósmica, temple en la certeza íntimo corpórea-, pincelazo existencial de la historia, metáforas certeras que se deslizan en el alma, un brío acre que se infunde entre la realidad efímera y la realidad circundante, el trazo de la soledad, la dinámica metafísica del fuego, y el sentido eterno de la palabra escrita bajo el estertor del amanecer, hacen que José González en el partum de la palabra, destelle allamarado el dolor, la nostalgia, la muerte y la soledad, una escritura misma que se niega a sí misma, donde sí, acepta ser verbo combatiente contra la nada, cada verso, cada raicilla va creciendo en los albores de una escritura que refleja la sensibilidad amorosa del sujeto-femenino que se yergue en la espera hacia el hombre amado. Lanza un interrogatorio desde las escaleras, lanzándose sin paracaídas, un acto catártico. Como lo dice Deleuze «El libro imita al mundo como el arte a la naturaleza, porque la naturaleza misma no puede hacerlo». Continua Deleuze, «escribir no tiene nada que ver con significar, más bien es como deslindar, cartografiar futuros parajes».
9
¿Acaso eres mi hada madrina?
¿Acaso una madre voluptuosa?
¿Acaso una tirana
con los días contados?
«En la actividad poética, pasa a un segundo plano la referencia objetual, y adquiere relevancia la significación categorial o conceptual, entendiéndola como actividad lingüística en que ya no sólo se manipula la función referencial de la palabra, la representación objetual, sino la función analítica, relacional, atrayente, generalizadora de la palabra»:
10
Nunca sé por dónde sales
o por donde entras.
Lo que sé es que nadas
a borbotones en mi sangre,
que agitas, despiadada,
tu luz
en mi memoria.
«El poeta es un humano capaz de manipular las representaciones, las imágenes subjetivas del mundo objetivo, es decir, capaz de manipular el mismo lenguaje que designa objetos, acciones, cualidades, relaciones, y selecciona palabras que en esencia son multisignificativas, polisémicas, asociativas (evocadoras de redes de imágenes), nudos centrales de campos semánticos». (Cohen,2012). Este hibridismo es acierto. Según Román Jacobson(1924) «La literariedad o literaturidad», como se suele traducir también el término «ruso literaturnost», del texto o de los múltiples textos que pueden componer una obra escrita, en el caso que nos ocupa «Narrativa, anti poesía, ensayo y poesía».
En cuanto a la adjetivación no premeditada, no le resta esteticismo, aunque se adelante a los indicios, lo hace con acierto, puntualidad sintáctica, con certeza semántica, y en el plano fonológico, el verso se percibe musical, rítmico, con cadencia; estamos ante un texto poético que esta depurado de la broza gramatical.
Es decir, hay una multiplicidad de semas que se trasmutan en un sentido o en una unidad compleja de oración simple. Encuentro un quiebre retórico, rebasa, no necesita depuración, aunque se escuche una excelente secuencia rítmica en el tratamiento de lo amoroso. A veces es difícil encuadrar a la forma del cuento o el poema en un definido movimiento, sin embargo se crea movimiento, «Dialecsis» «Fuerza filosófica que se enmarca en la metáfora de tendencia existencial».
11
Me has dejado un tatuaje negro en la memoria.
Que brilla a cada paso que doy.
Todos saben quién soy
y dicen mi nombre a secas.
Vomitando palabras contra el viento.
Todos saben quién soy,
menos yo
poeta solo y sin pasado.
La fragmentación, la ironía son, apenas, algunos de los elementos que rastreo con puntualidad, es factible la transparencia en que la poesía de José González.
12
Mi mujer y mis hijos
saben cuando llegas
y me dejan solo en mi torre de marfil.
Durante cuarenta días y cuarenta noches
no me verán.
Sólo dirán mi nombre en los solsticios,
en voz baja,
como temiendo herirme con sus palabras.
Una de las cualidades formales-estéticas de su poemario, es el encabalgamiento sintáctico que va surgiendo como el efecto plástico, desplomándose en vértices de significaciones nuevas. Lo que implica es aprehender los espacios que definen su poesía, por lo que las formas se dispersan en las cosas y sujetos. El aserto estético, estoy seguro que esta obra poética marcará una gama de estilos, dejará huellas precisas en cada verso construido con cierta riqueza fonológica y rítmica, sin obviar sus aciertos, originalidad en plena madurez y precisión lingüística que le ha tocado lograr de manera puntual. Culminando, “Poemas del Cariato”, representa una propuesta literaria acertada. Es de las pocas en la poesía hondureña contemporánea.
Choluteca, septiembre de 2023.
(*) Crítico, novelista e historiador hondureño. Reside en la ciudad de Choluteca en el sur de Honduras.