Nostalgias del tiempo

MA
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15 de noviembre de 2023
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12:04 am
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Nostalgias del tiempo

Retazos de mi vida

Quiero agradecer en este día a mi interior. Tenemos por voluntad divina, un edificio externo y un edificio interno. Como por mucho tiempo me dediqué a la disciplina gimnástica, conozco muy de cerca todos los beneficios que este maravilloso arte aporta a nuestros cuerpos y por supuesto a todos los órganos incluyendo al cerebro, artífice importante hasta para mover nuestro dedo admonitorio. Y qué nos sucedería sin nuestros bellos ademanes, amo estos movimientos, que proporcionalmente son enviados por nuestro cerebro y por nuestro natural modo de ser. Gracias muy profundas a mi cerebro, por saber ignorar las cosas inútiles, aquellas que comprende que me harían pasar tristezas y resquemores. Gracias por ser el artífice de cada movimiento de mi cuerpo. Como no agradecer a mi voz, que, para serles sincera, es la mejor compañía que me ha sostenido en mis profundas soledades. Sería casi imposible no agradecerles a mis órganos interiores, que se apretujaron y se incomodaron para que pudiera sostener a mis cuatro criaturas durante mis maravillosas y dichosas gestaciones. ¡Dios mío! Como no agradecerles a mis ojos, que me han hecho sentir y conocer tanto, sin ellos, simplemente no sé qué hubiera hecho. Son la maravilla sorprendente y perfecta. Agradecerles a mis huesos, a mi tibia y a mi peroné por apoyarme en todo momento.

A mis músculos que amo tanto, por el conocimiento de mis absolutos aprendizajes. En mis bendecidas maternidades se acoplaron tan bien, que ellos y yo, acompañados de la misericordia divina, hicimos nuestro trabajo a la perfección. Como no agradecerles a mis manos y a mis pies, con mis manos he acariciado y he amado. Con mis manos crie a mis hijos, y con ternura colosal los he cuidado y los he amado. Con mis manos he creado un sin fin de cosas, mis manos en definitiva son maravillosas. Entonces qué decirles a mis benditos pies, qué me llevan y me traen a mi antojo en perfecta disposición. Mis pies han sostenido mi edificio junto a mis andamios, sin omitir algún disgusto o alguna maña.

Algunas o muchas veces los he tenido qué sostener y acariciar con dilecta manera. Ya qué se han dolido, porque los he sometido muchas veces, como si fueran un caballo sin sus bridas. Qué no contarles de mis orificios lagrimales, a las lágrimas compañeras de mis dolores, compañeras de mis triunfos y de mis alegrías. Gracias por soltarse en los precisos momentos en que requerí de ustedes. Gracias a mi corazón por latir cada segundo, gracias por no olvidar hacerlo. Gracias también por enseñarme y hacerme conocer al amor en todas sus motivaciones. Gracias por sanarnos, cuando el amor alguna vez se ha tenido que marchar. Cada que siento el tun, tun… me siento viva y respiro el néctar del amor.

Agradezco a mi mente, a mis pensamientos y también a mis ideas, juntos me han enseñado a caminar por esta vida. Como dijera algún día, Elizabeth Blackwell. Lo que una mujer aprende o consigue, se convierte en virtud en su condición de mujer, y en propiedad de todas las mujeres. Ningún temporal ha sido tan áspero conmigo; entendiendo que el agradecimiento, es parte esencial del saber vivir. Fuimos hechos del polvo de la tierra y por inexorable que nos parezca, entregaremos esta estructura a la misma tierra donde germinamos, crecimos y vivimos. Gracias el soplo del Dios vivo. No conozco maquinaria tan perfecta como nuestro cuerpo. Me sorprendo cada vez que conozco más su funcionamiento, dedicación y sorprendente labor. Mil gracias, no me quiero ir de esta tierra, sin agradecer todo lo que soy y los muchos años que he tenido el privilegio de vivir. “Gracias Dios mío”.

Teresita Morillo

Tegucigalpa, M.D.C.

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