Sodoma y Gomorra

OM
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18 de noviembre de 2023
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03:50 am
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Sodoma y Gomorra

Hollywood, Hollywood… Fabuloso Hollywood… Babilonia de celuloide, gloriosa, fascinante… ciudad delirante, frívola, seria, audaz y ambiciosa, viciosa y glamorosa. Ciudad llena de dramas, miserable y trágica… inútil, genial y pretenciosa, tremendo amasijo… Relumbrona, terrible, absurda, estupenda; falsa y barata, asombrosamente espléndida… ¡¡Hollywood!! Don Blanding. (Recitado en 1935 por Leo Carrillo en el musical de la Metro Goldwyn Mayer, Noche de estrellas en Cocoanut Grove). Tomado del texto de Kenneth Anger, “Hollywood Babilonia”. Tomo I. Colección Andanzas. Tusquets editores. Barcelona. España. Pág. 19. 4ta edición. Marzo. 1986.

 

En reiteradas ocasiones el cine ha mostrado una gran fascinación e interés por la vieja industria norteamericana. De hecho, no son pocas las películas que han rendido homenaje particularmente al Hollywood de los 20, “una época dorada que marcó un punto de inflexión con el paso del cine mudo al parlante, por lo que ha sido fuente de inspiración para algunas de las mejores películas de todos los tiempos”. Regias producciones cinematográficas hechas por lo general, desde el romanticismo y la nostalgia, aunque de vez en cuando surgen producciones que llegan para desafiarlo todo.

Tal es el caso de la sorprendente “Babylon”, un excesivo y desbocado homenaje al cine de Hollywood, dirigida por Damien Chazelle (“Whiplash”, “La La Land”) que reinventa el sueño desde la perspectiva de una aspirante a la actuación, que busca desesperadamente que la descubran, y un joven ingenuo que solo sueña con estar en un estudio de cine, interpretados magistralmente por la bellísima Margot Robbie, en el rol de Nellie LaRoy y el mexicano Diego Calva, como Manny Torres, que terminan sumiéndose en un mundo sin reglas y regido por los excesos y el hedonismo”. https://palomaynacho.com/

Dos figuras claves en la cinta junto al trompetista Sidney Palmer (Jovan Adepo), la cantante Lady Fay Zhu (Li Jun Li) y la columnista Elinor St. John (Jean Smart). Además de Jack Conrad (Brad Pitt), estrella de las películas mudas y símbolo de Tinseltown o la “ciudad de oropel” -el latón que imita oro-, como se conocía a Hollywood por su imagen resplandeciente. Todos ellos presentes a partir de esa fastuosa fiesta en la mansión en medio de la nada, del productor Don Wallach (Jeff Garlin), un importante ejecutivo de la naciente industria fílmica, cabeza de los estudios Kinoscope, famoso por las bacanales veladas a las que concurren las figuras de la industria del entretenimiento.

Como preámbulo del desenfreno y el desparpajo que narra el filme, tenemos esa repugnante escena que sirve como introducción donde apreciamos el trasero de un elefante defecando en la cámara y en el protagonista, Manny, un emigrante mexicano que trabaja como mil usos de una productora. Paquidermo que se constituirá en uno de los grandes atractivos del jolgorio colosal y desbocado, donde hombres y mujeres se pasean desnudos, hacen el sexo, se drogan, bailan y disfrutan de un cuarto solo para la cocaína.

Babylon”, es así, el retrato de una época y de un lugar a través de estos personajes. Está llena de momentos escatológicos (la relacionada escena del elefante, la eyaculación de un falo de goma gigante que agita un enano, la mujer orinando el rostro de su pareja o bien el vómito de Nellie LaRoy), momentos bizarros, de opulencia deslumbrante, donde todo es excesivo, desde su duración de 3 horas con 9 minutos, en la que se combinan los bailes desenfrenados, kilos de cocaína, rodajes sin luz artificial y el ataque de una serpiente cascabel, con declaraciones de amor, racismo y algunas muertes accidentales. Y el cierre, un tributo de amor al celuloide, que incluye un recorrido por la historia del cine con imágenes de películas memorables.

 

“Lo cierto es que la meca del cine, sobre todo en el periodo entre comienzos de siglo y durante sus primeras tres décadas, fue una burbuja sin Dios ni ley. Una industria emergente donde se movía mucho dinero, al ritmo de fiestas, drogas, sexo y alcohol. Todo eso cambia en 1930 cuando se legisla un código que regula a las producciones cinematográficas en lo respectivo al lenguaje, los desnudos, la religión, la sexualidad e incluso en los bailes. Fue el llamado Código Hays”. Carlos Lovola Lobo. https://revistavelvet.cl/

 

 

 

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