Unidad y trabajo en equipo

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24 de noviembre de 2023
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12:04 am
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Unidad y trabajo en equipo

Por: German Edgardo Leitzelar Hernández*

Hace poco tiempo, en un pueblo que, en muchos años, por una serie de actos y problemas se había sumido en situaciones negativas que día a día les arrebataban la felicidad a sus habitantes a pesar de contar con personas valiosas y apasionadas. Algunos preferían acomodarse en la adversidad en vez de unir a la comunidad y trabajar por cambios positivos. Así pues, algunos en lugar de fomentar colaboración, solidaridad y acciones cívicas, generaban división entre personas que alguna vez habían convivido como hermanos a pesar de sus diferencias, razón por la cual las pocas cosas que les daban felicidad y alegría plena de vivir no aparecían.

Sin embargo, en medio del desánimo generalizado y más por obligación que por elección, surgió un evento futbolístico que ofrecía mínimas esperanzas de distraer a todos de la negatividad en la que estaban sumidos. Este evento implicaba enfrentarse a un equipo con el que la rivalidad era enorme y aunque las probabilidades estaban en su contra, los miembros del equipo, liderados por un forastero que había llegado a amar profundamente a aquel pueblo al punto de volverse parte de él, juntos desafiaron todas las expectativas negativas que se veían venir. Las probabilidades aumentaron a través de entrenamientos y esfuerzos inmensos entregando todo su amor a lo que hacían y a su pueblo, para ser parte de aquel evento futbolístico en buena manera. A medida que se acercaba el día del enfrentamiento, la comunidad soñaba con vencer al temido equipo rival, a pesar de ser considerado superior y presagiar una derrota inevitable. Sin embargo, con la esperanza como su aliado, aquellos muchachos se entregaron por completo a ese sentimiento hambriento de unidad, apoyo y consecuente triunfo.

El día del partido llegó y al principio, todo parecía confirmar la superioridad del equipo contrario. A pesar de las dudas y la falta de apoyo, los muchachos mantuvieron la cabeza en alto y, con valentía se enfrentaron a su oponente. A medida que avanzaba el partido, su determinación y espíritu de equipo crecieron. Contra todo pronóstico, lograron no solo ganar el partido, sino también el corazón de la afición que los acompañó. Fue una lección de cómo, con coordinación, espíritu de equipo, unidad, apoyo mutuo, disciplina y un liderazgo verdadero, se puede superar lo que ya antes de comenzar, parecía una batalla perdida, una que al final en un segundo encuentro se perdió, pero por otras razones que carecen de importancia.

La moraleja de esta fábula improvisada con tintes futbolísticos nos recuerda la importancia de la determinación, el trabajo en equipo y la superación de obstáculos, así como la importancia de pertenecer a algo más grande que uno mismo y tener el debido liderazgo.

Al mirar nuestro panorama político, vemos líderes que, a pesar de tener recursos y oportunidades, no logran gobernar eficazmente. Comparando estas acciones con la historia contada, podemos reflexionar sobre cómo los políticos, al igual que los deportistas, enfrentan desafíos. Trabajar en equipo, escuchar al pueblo y mostrar determinación por hacer las cosas bien puede superar incluso las expectativas más altas.

La lección es breve y es clara: la perseverancia, el trabajo en equipo y la determinación pueden superar cualquier desafío. Esto debería inspirarnos a ser ese público que apoya y aplaude el triunfo y lo vive como propio, por supuesto también reclama lo que no se hace bien no por confrontar, pero si porque queremos triunfar. Incorporando el resultado del día martes podemos valorar como a pesar de que parece un fracaso, la unidad que fue generada por el primer resultado, hace que la gran mayoría se sienta a gusto con el espíritu y el entender que no siempre podemos ganar, pero unidos en un proyecto común la satisfacción de ser uno solo siempre subsiste y nos llenará cual, si fuera un triunfo, pues la unión ya es en sí un triunfo.

Aunque entendemos que los líderes enfrentan situaciones difíciles, la realidad es que, si no gobiernan con sabiduría, si no escuchan las necesidades de su pueblo y no trabajan arduamente para superar los obstáculos existentes, fracasarán y con su fracaso nos llevarán a todos a lo mismo. No se puede continuar ignorando las necesidades de nuestra gente ni dividiendo más y más en lugar de trabajar por unir al país. La moraleja es sencilla: al igual que el equipo de fútbol, un liderazgo fuerte y comprometido puede superar desafíos, mientras que un liderazgo débil puede conducir a la desunión y la insatisfacción, llevando al fracaso colectivo a toda nuestra nación. Vivimos un momento sumamente difícil como país y todos absolutamente todos debemos dar los mejor para construir un nosotros.

“APOYAR Y CONSTRUIR UNIDAD, NO MÁS DIVISION”

*Abogado laboralista independiente

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