El título de este comentario, lo leí en el vidrio trasero de un vehículo que iba delante del que yo uso para realizar mis actividades diarias. Me llamó mucho la atención, porque lo que uno escucha, normalmente, es que el artista vive del aplauso del público. ¿Qué tipo de artista será el que vive del aplauso del público?
Pues, el que actúa en un escenario, ya sea un actor o actriz, un bailarín o bailarina, un músico cantante o instrumentista. El arte que interpretan pertenece a la categoría que se conoce como temporal. Ocurre en un tiempo y espacio determinado. No depende tanto de la crítica, aunque siempre espera que alguien publique algún comentario sobre su actuación, o interpretación.
En cambio, un escritor o un poeta, sí vive de la crítica. Igual, ocurre con los pintores. Si la crítica les es favorable, sus libros (novelas, cuentos, ensayos, etc.) y sus poemas, se venderán en las librerías y sus lienzos o cuadros, serán buscados en las galerías.
El diccionario nos dice que la crítica consiste en “el arte de juzgar las obras literarias o artísticas”. En nuestro país, no se conocen muchos críticos literarios artísticos o literarios. Son raros y contados los que ejercen la crítica. Es una carencia que urge llenar y satisfacer. Los medios de comunicación escritos, han venido abriendo sus páginas a los críticos de arte y literatura. Pero todavía, no leemos suficientes juicios críticos.
La crítica oportuna y objetiva desempeña un rol muy importante en la promoción de los artistas y los escritores. Y, si está de por medio, la atención de un premio en un certamen de prestigio, con mayor razón. Aunque no siempre.
La crítica, también puede ejercerse para expresar desacuerdo sobre alguna decisión (haciéndolo con conocimiento de causa), si se ha producido al margen de las bases de un certamen, como ha ocurrido recientemente con el otorgamiento del Premio Nacional de Literatura “Ramón Rosa”, que fue asignado al escritor hondureño Galel Cárdenas Amador. Él fue el ganador único de dicha presea. Pero, la Secretaría de Educación, días después de que se firmara el acta que contiene el fallo inapelable del jurado calificador, emitió un comunicado haciendo del conocimiento público que dicho premio TAMBIÉN se había otorgado a otro escritor que no participó en el certamen. La comunidad intelectual hondureña está profundamente disgustada con este arbitrario e ilegal proceder, que afecta una actividad de tanta relevancia y que pone de manifiesto que en nuestro país no se respetan las normas (reglamentos, bases de concurso) y se actúa con la mayor impunidad en contra de ellas.
Yo celebré, en su momento, el lanzamiento de la Colección Cívica, que realizó recientemente la Secretaría de Educación, por considerarlo un acto muy positivo para la formación moral y cívica de nuestros niños y jóvenes (LA TRIBUNA, 21 de octubre 2023). Hoy, debo de lamentar que se haya desnaturalizado, por parte de dicha identidad gubernamental, el otorgamiento del Premio Nacional de Literatura al margen de la ley, desconociendo el fallo del jurado calificador que lo otorgó a un solo ganador: el escritor Galel Cárdenas Amador. Estos hechos lamentables son los que están determinando el desprestigio de las más altas preseas que se otorgan a nuestros artistas, científicos, y literatos.
