Cosas que no enseñan en la escuela: nutrición

ZV
/
26 de noviembre de 2023
/
12:01 am
Síguenos
  • La Tribuna Facebook
  • La Tribuna Instagram
  • La Tribuna Twitter
  • La Tribuna Youtube
  • La Tribuna Whatsapp
Cosas que no enseñan en la escuela: nutrición

Por: Tomás Monge*

Debo comenzar este escrito aclarando que mi objetivo no es proveer una opinión experta sobre el área de la salud alimentaria y la nutrición, ya que evidentemente yo no he estudiado a profundidad la materia ni soy un profesional certificado en dichas áreas.

Por el contrario, mi objetivo principal como experto en la educación es crear conciencia acerca de la importancia de incluir una formación académica más amplia y menos empírica en esta área del conocimiento a lo largo de la escolaridad de nuestros niños y jóvenes; para que sepan mantener su salud y bienestar integral en óptimas condiciones, no solamente a través de sus conocimientos, sino especialmente porque reconocen la importancia de los profesionales de la nutrición, y pueden buscar más frecuentemente su asesoría, en lugar de buscarlos hasta que ya tengan varios padecimientos y les sea más difícil habituarse a un estilo de vida sano.

En este sentido, el sistema escolar de nuestro país debería buscar la manera de incluir más espacios para profundizar en los conceptos fundamentales de la nutrición, adaptándolos a las necesidades de los estudiantes, de acuerdo con cada etapa de desarrollo mental y físico que atraviesan a lo largo de su camino académico. Es decir, que no basta con hacerlos pegar en su cuaderno una imagen de la famosa y trillada pirámide alimenticia en la clase de salud o en ciencias naturales en algún punto de la educación primaria, ni solamente hacerlos aprender sobre ciertos deportes en la clase de educación física.

Es necesario que a lo largo de toda la escolaridad se integren más espacios de aprendizaje, que logren profundizar en el conocimiento de los nutrientes (como vitaminas, minerales, carbohidratos, proteínas y grasas), de sus características, funciones, fuentes principales, beneficios de consumirlos en las cantidades y combinaciones adecuadas y las consecuencias de no hacerlo.

En realidad, pedagógicamente hablando, no hay límite de edad para comenzar a introducir estos conceptos tan importantes; ya que los niños más pequeños en el nivel prebásico aprenden muy rápido si sus profesores les proveen los estímulos más efectivos y adaptan los conceptos a sus capacidades cognitivas preoperacionales.

Igualmente, en la escolaridad básica, a partir de los siete años, según Piaget, si el programa educativo incluye situaciones concretas en donde se traten diversos escenarios nutricionales, los niños ya en etapa operacional son capaces de llegar a sus propias conclusiones válidas a través de la lógica; y son capaces de inferir por sí mismos qué hábitos alimenticios y cuánta actividad física les conviene y cuáles no.

De este modo, cuando los estudiantes pasen la pubertad y entren a la adolescencia serán más conscientes de la importancia de su óptima nutrición, de su estado físico y de su salud mental; lo cual es crucial, debido al enorme impacto emocional que la autopercepción de la imagen física puede generar en el individuo a esta edad; y para prevenir numerosos tipos de trastornos alimenticios que se pueden desarrollar si nunca les han enseñado nada de salud y nutrición hasta este punto en la vida, y que incluso pueden afectar a las personas físicamente sanas y “en forma”.

Ciertamente, debemos vencer la ignorancia hasta ahora imperante en nuestra sociedad hondureña en términos nutricionales; y debemos igualmente romper los tabúes de la alimentación que nos siguen afectando debido a esta misma ignorancia. Para esto, debemos dejar de subestimar a los profesionales de la nutrición, tanto a nivel de gobierno, en donde no se les crean suficientes plazas para que exista un rango más amplio de atención pública; como a nivel privado, en donde irónicamente no los vemos como una pieza clave en nuestra salud, siendo ellos quienes más nos pueden ayudar a prevenir casi todos los padecimientos más comunes en la actualidad.

Por lo tanto, debemos olvidarnos de la polvorienta y desgastada imagen del nutricionista del siglo pasado, que solamente repartía listas genéricas de “dietas de acuerdo con el padecimiento”, que la gente incluso le compartía “de choto” a sus amigos para que ellos también las siguieran. En la actualidad, los nutricionistas más sobresalientes diagnostican el estado nutricional de cada paciente y toman en cuenta sus condicionantes físicos, psicológicos, económicos y socioculturales para entender y perfilar su situación particular; y para diseñar sus planes alimenticios, a sabiendas de que serán adaptables con base en los logros y progresos alcanzados.

“Estar delgado” es solamente un estado que se puede ver; pero que no siempre es un indicador directo de “estar sano”. ¿Por qué mejor no comenzamos a consultar al nutricionista todos, para que nos evalúe, nos monitoree y nos acompañe en nuestro camino saludable, feliz y pleno? ¿Y por qué no comenzamos los padres a instruir a nuestros hijos por el camino de la salud y nutrición, ya que el flojo y deficiente Sistema Educativo Nacional ni las materias básicas es capaz de “refundar”?

*Consultor Educativo y Catedrático UPNFM

Más de Columnistas
Lo Más Visto