Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer

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26 de noviembre de 2023
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12:03 am
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Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer

Por: Dr. Horacio Ulises Barrios Solano

Ayer 25 de noviembre se cumplieron 63 años del vil asesinato de las hermanas Mirabal: Patria, Minerva y María Teresa conocidas como Las Mariposas activistas políticas del grupo “14 de junio”, por órdenes de la “bestia” Rafael Leónidas Trujillo dictador de la Dominicana a apodado el chivo ordenándole al general Pupo Román que preparara un plan para hacer desaparecer definitivamente a las hermanas Mirabal, por ese horrendo crimen el 17 de diciembre de 1999 la Asamblea General de las Naciones Unidas declaró esa fecha “Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer”

¿Pero qué originó ese asesinato por el sátrapa Quisquella?: “En agosto de 1949, durante la fiesta celebrada en la inauguración del Hotel Montaña de Jarabacoa, Manuel de Moya Alonzo, un celestino del estrupador, conoció a Minerva que asistió a la celebración en compañía de su padre y hermanas; Manuel de Moya le dijo que Trujillo se había fijado en ella, iniciando así el rumbo trágico por el que sería arrastrada toda la familia. El 12 de octubre, Trujillo organizó un baile en la Hacienda Borinquén, próximo a San Cristóbal, para conmemorar el descubrimiento de América, y entre los invitados personales estaban los miembros de la familia Mirabal. La invitación la llevaron personalmente el gobernador, Antonio de la Maza, y el senador, Juan B. Rojas. La presencia de estos altos funcionarios provinciales era un claro indicio del interés de Trujillo por encontrarse de nuevo con Minerva.

Cuando esta invitación fue recibida por la familia Mirabal, su madre se opuso a que Minerva asistiera a la fiesta, pero luego de examinar las implicaciones políticas que tendría tal negativa, decidieron asistir a la misma. Trujillo bailó varias veces con Minerva, conversando largamente en medio del salón con la pretendida y según su biógrafo William Galván, la inteligente y bella muchacha de 22 años desairó a Trujillo”.

“Minerva Mirabal nació en 1926 y veinte años después ya se había graduado de bachiller en Filosofía y Letras. En 1949 comenzó a tener problemas con el régimen y en 1952 se inscribió en la Universidad de Santo Domingo para estudiar la carrera de Derecho pero, cuando llegó el momento de reinscribirse para cursar el segundo año, en 1953, las autoridades de la universidad se negaron a aceptarla como estudiante, para complacer la voluntad del tirano, pues a ella se le sindicaba como opositora a la dictadura y de profesar ideas comunistas.

Como queda establecido en la carta publicada en el periódico el Caribe, del 20 de octubre de 1953, hasta que Minerva no le rogó a Trujillo diciéndole que acudía a su “generosa protección” y que depositaba en sus manos la “solución del problema” y le expresaba su decisión de mantenerse “a la vanguardia” de su fila de “espontáneamente”, haciendo gala de su “hondo fervor trujillista”, no se le permitió continuar su carrera de abogada, la que concluyó a mediado de los años cincuenta” y después de siete años le robó la vida.

Así fue de perverso Trujillo el sátrapa de Quisqueya y además bisexual como lo catalogó Francisco Modesto Berroa Ubiera, profesor titular de la Escuela de Historia, y ex-director del Instituto de Historia de la Facultad de Humanidades de la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD)”.

Sin embargo, “Para juzgar a Trujillo hay que tener en cuenta sus condiciones personales, clave verdadera de todos sus actos, tanto privados como públicos. El dictador es un enfermo mental, tal vez con viejas taras heredo-sifilíticas, que actúan sobre un complejo negroide muy característico. Tiene, lo que se llama comúnmente talento natural, en este caso viveza y despejo y no mala memoria, más todas esas buenas cualidades, se entremezclan con el oscuro y frondoso ramaje de alucinaciones, temores, desconfianzas, manía persecutoria, proclividad a la traición, megalomanía y egotismo acusadísimo. Se trata, pues, de un espíritu, que a momentos se nos presenta con una cierta limpieza y claridad, y casi siempre enterrado y ciego, bajo la morbosa complejidad hereditaria”.

 

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