Como la celeste aurora y el fugaz arcoíris,
la juventud que el tiempo devora
y desaparece sin hacer apenas ruido.
Su fulgor que al alma arroba,
su candidez, su vital forma,
su energía que estremece,
y su pasión que el corazón desborda.
Juventud perpetua alegría,
ensueños profundos,
ideales perdidos,
el riesgo no es nada,
pues pareciéramos inmunes ante el destino.
Juventud manantial efímera,
déjame beber una vez más
de tu néctar divino!
Marco Tulio Medina
Tegucigalpa, M.D.C.