Lucem et Sensu: Oportunidad y lasitud

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27 de noviembre de 2023
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12:03 am
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Lucem et Sensu: Oportunidad y lasitud

Por: Julio Raudales*

Hace poco, por obra del filosófico azar, mientras husmeaba en las tripas de mis libreros, cayeron en mis manos dos pesados libros. Ambos invitan una relectura simultánea: “20,000 leguas de viaje en submarino” y “Moby Dick”. Textos recomendables si uno está cercado, rodeado de rumores y desgracias casi irreales, impresiones extravagantes, con el dócil cielo surcado tecnológicamente por los odiosos alaridos de la política; de los políticos.

Las voces de Verne y Melville, apenas separadas por una década en el discreto siglo XIX, eran afines entre sí por su respetuosa gentileza, confortablemente contemporánea. Estaban en irónico contraste con esta degradada e inevitable confrontación que nos toca aguantar.

Melville imprimió su novela a principios de los años cincuenta de su empeñosa centuria, Verne a principio de los sesenta. Ambas historias sucedían en remotos y sospechosos mares de la época. Sus autores escuchaban plenamente el vigoroso latido de la revolución industrial, pero desde ánimos distintos y frontales.

La vida de Melville había sumado peripecias marinas, islas peligrosas, naufragios y exploraciones que palpitaban en su memoria. Su remembranza de aventuras estaba sensibilizada por admoniciones protestantes y la audacia de la ambición americana; la de Verne había guardado mapas, gabinetes, enciclopedias e imaginaciones científicas brotadas en París, la capital cultural de Europa y sus narraciones viajeras anticipaban el turismo. Solía trasladarse con el confort y el saber con qué Europa administraba buena parte del planeta, y propugnaba un didáctico colonialismo de buen corazón.

Confrontar la literatura fantástica de Melville con la ciencia ficción de Verne, envolverse de nuevo en aventuras que rebozan el infinito mundo de ensueño que alienta la mente infantil, puede resultar un buen antídoto para huir de la prosaica realidad en la que nos toca vivir día tras día, aunque quizás buscarle un paralelo sería más entretenido.

El Capitán Ahab lanzado al mar en pos de un monstruo para satisfacer una venganza, aterido por el odio que carcome su pasado. El versátil capitán Nemo, en cambio, buscando la aventura nos adentra en el maravilloso mundo que provee la tecnología bien usada y el deseo de mejorar mediante el uso adecuado de nuestra inteligencia.

En esa disyuntiva vivimos los hondureños -los latinoamericanos- de hoy; rumiando la amargura del poder ser y no ser, sin darnos cuenta del mar de oportunidades que tenemos de frente. Dueños como Ahab, del poder para olvidar el pasado que nos atormenta sin saber que llevamos un Nemo adentro.

Hace unos días, en su programa Frente a Frente, Renato Álvarez, siempre punzante y reflexivo, discurrió junto a dos connotados docentes, la preocupación por el retraso educativo que, como nunca, cercena el futuro de nuestra sociedad. La conclusión es firme: no habrá luz al final del túnel, es decir, no tendremos prosperidad ni dicha, si no asumimos como sociedad la responsabilidad que nos corresponde frente a nuestras generaciones venideras.

En otras palabras, no es posible que la era esté pariendo riqueza y bienestar a través del incremento veloz del conocimiento y que nosotros persistamos aquí, confrontados y solazados de estar confrontados, sin percibir siquiera los cambios que se dan allá afuera, pensando en vengarnos de ballenas y dragones marinos que nos impiden ver ese mar maravilloso y jocundo que nos traerá bienestar.

Salir al aire brioso del mar, era una tentación central para un parisino de biblioteca como Verne. También fue el mar lo que calmaba en Melville la sed de infinito que sufría en las ciudades. Hoy solamente hay infinito en el infinito y nada en la nada, y los únicos que pueden explorarlo son gente como Elon Musk o Sam Altman, que pueden aspirar algo de Melville o Verne en el espacio exterior. Todo dependerá de la actitud que asumamos frente al reto y del deseo que tengamos de ver a nuestras hijas e hijos prosperar.

*Rector de la Universidad José Cecilio del Valle.

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