LETRAS LIBERTARIAS: La “plata” detrás del biombo democrático

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29 de noviembre de 2023
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12:05 am
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LETRAS LIBERTARIAS: La “plata” detrás del biombo democrático

Esperanza para los hondureños

Por: Héctor A. Martínez (Sociólogo)

¿A qué se deberá que los gobiernos descaradamente autoritarios se han puesto de moda en todo el mundo? ¿Será que eso que conocemos como “democracia” jamás existió y, en su lugar, lo que siempre hemos tenido han sido grupillos de poder que deciden el destino de las sociedades? En este momento no existe un rincón del planeta donde los autoritarismos no brillen en medio de la confusión y el deterioro institucional. Aquí los tenemos en Centroamérica, también.

A decir verdad, y a pesar de lo reiterativo del tema de la representación ciudadana, la democracia no difiere en mucho de las dictaduras, aunque en el lenguaje político esto se considere un sacrilegio. Solemos pensar en las execrables dictaduras como el poder concentrado en un solo individuo -tipo Hitler-, mientras que de la democracia guardamos una idea más romántica, más idealizada.

En todo caso, la tentación de los gobiernos por ejercer un control total de la sociedad no es nada nuevo. Las dictaduras más famosas del pasado -incluyendo al PRI en México- emergieron en medio del desconcierto y el caos institucional, bajo el argumento de la instauración del orden y la autoridad. Luego aparecieron otras justificaciones tan altruistas como falaces: el bienestar, la distribución de la riqueza y otros cuentos.

El legado de ese engaño quedó plasmado en los idearios de los partidos políticos y en el discurso de los gobiernos populistas. Esa mentira no solo alcanza a los partidos comunistas del pasado, sino también al bipartidismo norteamericano, por tradición, ejemplo número uno de democracia participativa.

En realidad, todo se trata no del poder en sí, sino de los beneficios que este otorga a quienes llegan a las máximas instancias de un sistema político. Detrás del biombo de la democracia se esconde el verdadero motivo de entrar al juego de la política: las ganancias económicas y el acceso a los negocios bajo la mesa que se propician a través del Estado. En “El manual del dictador”, los politólogos, Bruce Bueno de Mesquita y Alastair Smith describen la importancia de repartir mercedes en forma de dinero al grupito más cercano al poder, y a las camarillas que legitiman el sostén del gobierno, esto es, sindicatos, gremios, transportistas, etcétera.

En otras palabras, es el dinero y no los ciudadanos, lo que ocupa la mente de quienes llegan al poder de cualquier organización, incluyendo el Estado y las grandes corporaciones mercantiles. Ahora podemos entender las luchas encarnizadas que se libran por alcanzar el poder en partidos políticos, sindicatos, gremios, movimientos sociales, universidades públicas, federaciones deportivas, etcétera.

También, bajo esta perspectiva podemos explicar la prolongación de los gobiernos en el poder, ya se trate de un bipartidismo o del grupillo de sátrapas de una dictadura. La única manera de renovar el puesto ad perpetuam, es a través de las regalías privadas que van a parar a los bolsillos de los clientes políticos. Entre más clientes se necesite comprar, más plata hay que conseguir. El mandato prolongado de “Dani” Ortega & Compañía Sucesores no sería posible sin un efectivo reparto de privilegios (ver organigrama del Estado).

Por último, los electores, los que verdaderamente legitiman el poder, se conforman con lo que ven: un par de buenas carreteras, un puente por aquí, una barrida de mañosos por allá. Nayib Bukele es nuestro modelo mejor.

La última esperanza para los ciudadanos es que un día surja un gobierno de notables que moralice el Estado y los partidos políticos. La única asepsia institucional posible, la única democratización con posibilidades efectivas, solamente podría suceder cuando se ponga fin a esas estructuras ordeñadoras de los bienes del Estado, propiciadoras de la pobreza. ¿No es esto por lo que apuesta Javier Milei en la Argentina? De ahí la incomodidad de su presencia en la política latinoamericana.

Habrá que esperar el momento propicio para actuar: el voto sigue siendo nuestra única posibilidad de cambio.

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