PERFILES: Honor nacional

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30 de noviembre de 2023
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12:05 am
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PERFILES: Honor nacional

Por: Carolina Alduvín

Por razones que no vienen al caso, el fútbol soccer no me atrae, no me entusiasma y no me interesa; de hecho ningún deporte televisado, lo que me gusta es entrenar, practicar y jugar alguno en pista, cancha o gimnasio; mi habilidad es limitada, así que lo hago por diversión y por mantener una muy saludable costumbre y así, mantenerme alejada de nefasta industria farmacéutica y sus profetas en gabacha blanca, que prefieren dispersar gérmenes por donde quiera que pasan, antes de que el populacho que los endiosa ignore su investidura. Sin embargo, es un espectáculo que atrae y apasiona multitudes y más que un deporte, es un negocio y de los más lucrativos, asunto que no parecen entender aquellos que sienten que el honor nacional reside en las extremidades inferiores de algunos jugadores con escasa o nula habilidad alterna.

Lo destaca el órgano de propaganda oficial del familión, donde se nota que la doña, en vez de gobernar -para eso tiene un usurpador- pasa entretenida en redes haciendo demagogia y burlándose de quienes la colocaron en su decorativo puesto. Refiere que el pasajero gane de los futbolistas sobre un equipo extranjero, refleja los valores de la nación y eso la inspira a seguir. Quien le redacta sus twitter no anda tan perdido esta vez, es el populacho ignorante, agachado y dormido que la puso ahí, el mismo que solo despierta al grito de gol, que solo se indigna cuando le roban -al decir de los propios presentadores y aficionados mexicanos- el gane en un partido de eliminatorias. Pero que bien se aguanta que le roben de a poco, la libertad, los empleos, las oportunidades, los derechos a salud, educación y bienestar; los de antes y, sobre todo, la de hoy.

Nuestro equipo, pese a todas sus limitaciones, es de los mejores de la región. No siempre juega con igual habilidad y sincronía, no todos los directores técnicos tienen la habilidad de optimizar y combinar de la mejor forma las potencialidades individuales de los jugadores a su cargo, quienes entienden del asunto, afirman que el actual encargado ha hecho muy bien su trabajo. El resultado habla por todos, México nunca ha sido enemigo pequeño. Sin embargo, no se trataba de un partido amistoso -como deberían ser todos- sino de pasar a la siguiente etapa de un torneo internacional. Están en juego derechos de transmisión, turismo hacia el país sede y toda la plata que mueve, venta de camisetas oficiales y muchos otros artículos de recuerdo, colecciones de estampitas y hasta venta de jugadores.

Resulta que nuestra población ronda los 10 millones de habitantes, dado el índice que se publica del 74% bajo la línea de pobreza, ¿cuál sería la cantidad de aficionados que llegaría al país sede a hacer derrama económica? En México, son más de 130 millones, aunque los índices de pobreza fueran iguales, la cantidad de fanáticos que arrastra su selección, superaría a la de aquí, al menos en un 1300%. Y, aunque no sea ético ni honorable, ¿cuántos empresarios y organizadores no estarían dispuestos a cualquier maniobra, por asegurar la llegada de un volumen de aficionados como el que jala la selección mexicana? Tampoco es incomprensible que quien toca el silbato, se comporte como dicen que lo hizo, nacionalidad aparte.

Personalmente, cada vez que la H es eliminada siento un gran alivio, la normalidad parece volver a las calles y centros de trabajo; lamentablemente, lo único que logra unificar a esta nación es el deporte de las patadas. Me gustaría ver, que con el mismo fervor con el que insultan y amenazan la integridad física de un árbitro venal, lo hicieran contra todos los que actúan al margen de las leyes y violadores seriales de nuestra Constitución. Contra todos los que, abusando de su poder, maltratan a los más vulnerables, hacen méritos políticos exhibiendo innecesariamente a quienes de forma voluntaria se entregan a las autoridades correspondientes. Contra quienes hacen del presupuesto nacional una piñata entre funcionarios públicos, a quienes tuercen los resultados de las evaluaciones de méritos, para colocar serviles que actúen como sabuesos selectivos

En fin, el honor nacional; es decir, las cualidades que impulsan a la colectividad hondureña a comportarse de tal manera que merezcan la consideración y el respeto de sus gobernantes, quienes al final de cuentas, son sus empleados, no reside en el desempeño de los futbolistas, sino que en la voluntad de conocer, ejercer y defender los derechos, individuales y colectivos garantizados en su Constitución, a defenderla señores de la CSJ y las FFAA.

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