CONTRACORRIENTE: PL, la pistola “enconchada”

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1 de diciembre de 2023
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12:03 am
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CONTRACORRIENTE: PL, la pistola “enconchada”

Por: Juan Ramón Martínez

Los que creyeron que el liberalismo había “muerto”, el triunfo de Milei en Argentina, descubren que, goza de buena salud. Y que es el valladar del totalitarismo; y, el instrumento de castigo para los gobernantes que pierden el contacto con las necesidades de las sociedades y los pueblos que, están obligados a servir. Los populismos que colocan la igualdad por encima de la libertad; y que se autocolocan en la “izquierda”, no salen del asombro ante la pérdida del respaldo electoral. Porque incluso en los países donde sobreviven, caso de España, tienen que hacerlo desde coaliciones, -de enorme fragilidad-, muy expuestos a las manipulaciones, internas o externas.

En 1980, el PL logró una victoria que se parece a la que Milei les ha inferido a los peronistas, al “kirchnerismo” de Cristina Kirchner, la amiga de “Mel”. Suazo Córdova, frenó al proyecto militar-nacionalista que, en los 17 años anteriores, había negado la libertad política, el ejercicio de la iniciativa económica de los particulares, destruido el poder municipal; e, iniciado un populismo castrense, ajeno a la democracia. El problema fue que los liberales -que no lo son tanto, como lo confirman los hechos- se quedaron en su complejo problema existencial, creyendo que lo único que habían hecho, era derrotar a su “primo” hermano, el Partido Nacional. Nada más. Casi nadie -menos los líderes del PL- tomaron conciencia que en Honduras no había liberalismo, sino que simplemente un partido anticachureco y conservador que, se diferenciaba de su antagonista, por el color de la corbata; o, como decían en Colombia, por la hora de ir a misa dominical. Los liberales, más nerviosos, a la primera. Los conservadores, a la segunda, más discreta.

Por ello, Suazo Córdova y los llamados gobernantes liberales y conservadores -exceptuando Azcona y Callejas- no entendieron que debían reducir el tamaño del gobierno, estimular la libertad de los actores económicos, crear nuevas instituciones de la sociedad; y, dar más oportunidades de control a la ciudadanía sobre el poder central. Tampoco pudieron entender que había que frenar el centralismo gubernamental, detener el deterioro del Congreso; y devolverles competencias a las municipalidades. Por ello es que, en estos 43 años, hasta el antimilitarismo es negativo. Les han impedido a los militares defender al pueblo frente al autoritarismo. El gobierno se ha vuelto un “leviatán” incontrolable que domina las vidas de todos, impidiendo el ejercicio de la libertad, el logro de objetivos y la felicidad. En 1982 había 12 ministerios, ahora 47. Los empleados públicos eran 37,000. Ahora pasan de 240,000, convirtiendo al gobierno en el principal empleador del país, contrario a la lógica porque tal cosa es irregular y empobrecedora, debido a que todo lo que ganamos, se gasta en pagar a los burócratas. Transformando a los partidos, en agencias de colocación. Y a la política, en un ejercicio peligroso para el bienestar colectivo.

Pero lo peor, es la pobreza. En 1980, los pobres eran el 42% de los hondureños. Ahora, el 75%, se acuestan inseguros si tendrán al día siguiente qué comer. La pobreza hondureña es irracional. El sistema vive de los pobres. De su paciencia y sus votos en el interior. Y, de las remesas que, desde el exterior, son el rubro más importante del Producto Interno Bruto. Inmoralidad absoluta.

Los liberales de ahora -Rosenthal, Zelaya, Flores, Segura-, no lo parecen. Presumen de tales. Imaginan serlo, si somos compasivos. Por ello, no les preocupa la elefantiasis gubernamental, la pérdida de la libertad, el irrespeto a la ley, el culto a la fuerza, el abuso de los poderosos contra los pobres, la inseguridad; y, menos, la pérdida de la libertad para que el pueblo ejerza el poder de controlar y sustituir a los regímenes que no les dan respuestas a sus necesidades. En su defensa hay que decir que, no son liberales modernos. Apenas, pueden calificarse como anticachurecos. Nada más.

Por ello ahora, cuando Zelaya exhibe su naturaleza autoritaria, buscando darle continuidad al “reformismo militar-nacionalista”, -con militares “encadenados”- envuelto en papel usado de socialismo fracasado, no tienen el valor de responder a sus obligaciones teóricas. Y con el cuento que no se juntan con los cachurecos, siguen sentados, indiferentes mientras otros salen a combatir al autoritarismo. Tienen la pistola “enconchada” diría, con sorna, Chico de “Lerio”, en Olanchito. Silban al viento.

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