GENERACIÓN IRREPETIBLE

ZV
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1 de diciembre de 2023
/
01:00 am
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GENERACIÓN IRREPETIBLE

EL colectivo –escribe un gran amigo– está bien activo; no sé cuántos mensajes recibe cada día, pero de los “citados”, me identifico con ellos, lo que escriben, es de ellos, pero bien pueden ser míos. (Ocurrente el comentario –interviene Winston– replicando la frase de don Oscar: “Si no son mías, deberían serlo”). Una buena amiga: “¡Qué hermoso leerlo! Me río sola con las reacciones del Sisimite imaginándolo”. “A propósito de sus escritos, estos me llevaron a pensar en la muerte de mi tío, antier, o más bien en su vida”. “Hombres de antes, que conservaron hasta el final, valores que uno entiende como tales, el honor, el respeto, la integridad, el valor de la familia y tantas cosas que se han ido extinguiendo con el tiempo, y que usted nos recuerda cada mañana”.

“Tuve la dicha de conocerlo –mensaje de un pariente– lo recuerdo con su pipa acostado en su sillón”. “Gracias a él estoy vivo; ya que vio que me rascaba una herida en uno de los brazos”. Después de insistir preguntando ¿qué me rascaba tanto? Hablé y le dije que “fue un gato que me mordió”. “Los gatos no muerden –aruñan, me dijo– al menos que tengan rabia”. “El resto de la historia ya la sabés, el montón de inyecciones en la panza, por el ombligo”. Un viejo amigo: “Extraordinario editorial, los que tuvimos la oportunidad de conocerlo sabemos que él fue todo un personaje de una personalidad impresionante y una conversación elocuente y más aún, convincente”. “Él fue y será siempre genial, ya que su legado es impecable”. Un empresario: “Dios lo tenga en su gloria”. “Mi querido padre era buen amigo de don Oscar”. La lectora madrugadora: “Siempre fiel con sus lectores”. “Hay días diferentes que el sol sale y nuestra alma salta y días que están grises, pero nuestros sentimientos afloran”. “¿La diferencia estaría en cómo los miramos?”. “Gracias por ser parte de su editorial, para mí es un honor”. “Me siento como que me dieron un 100% en la tarea”. Del amigo abogado, con una gota de buen humor: “Viene a la memoria el cuento de un violinista que se pierde de la caravana en la selva y está a punto de ser devorado por las fieras”. “Saca su violín y empiezan a sonar los arpegios de una bella sonata”. “Los animales salvajes se apacientan y se echan frente al violinista a escuchar las celestiales notas que emanan de su mágico violín”. “De repente, de la espesura aparece un feroz león y ataca al músico”. Comenta uno de los animales compungido: “Les advertí que el sordo nos arruinaría el concierto”. (“Como quien no lee, ignora, peor que ciegos que no conocen braille”). Un compañero de escuela: “Tu padre se fue muy pronto. Pienso en él con frecuencia y extraño no haberlo podido tratar más”. Otro buen amigo pregunta: “¿Dónde se consiguen los libros de don Oscar?”.

Esta conversación de cierre atrajo una diversidad de reacciones: (-Aquí preguntan –el Sisimite leyendo otros mensajes– ¿cuál es la frase citada por don Oscar A. Flores en su diario? -Aquí tengo el libro –responde Winston– “Domingo 28: “Una obra literaria asciende a la categoría de clásica cuando nadie la lee, poquísimos la entienden y todos dicen haberla leído”. Tengo dudas –podrían acusarme de plagiario– de que la idea anterior sea mía. Pero si no lo es, debería serlo”). (Es que dio en el clavo –entra el Sisimite– ¿no te parece? Una cosa es haber oído que la mentaron y otra distinta es haberla leído. -Concuerdo –interviene Winston–¿cuántos, de veras, han leído El Quijote, La Ilíada, La Odisea, Hamlet, La Divina Comedia, Romeo y Julieta, entre otras? -Bueno –interrumpe el Sisimite– antes en las escuelas exigían la lectura de varias, como de algunas obras de renombrados escritores hondureños. Yo vi una película de Romeo y Julieta, que la apean de un balcón. Lástima, que ni las universidades ni las instituciones públicas encargadas de la difusión de la cultura, saquen ediciones de libros de esa irrepetible generación de lujo de escritores nacionales. Y a propósito, preguntá allá en tu casa dónde se consiguen los libros de cuentos de don Oscar. -Hay dos –informa Winston– el primero fue “Presencia del Olvido”, y el segundo “La Voz está en el Viento”. Lithopress publicó una edición empastada con ambos. A ver si te consigo una copia y te la traigo para Navidad).

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