El verdadero significado de la Navidad; atesorar a Jesucristo en nuestros corazones

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3 de diciembre de 2023
/
12:02 am
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El verdadero significado de la Navidad; atesorar a Jesucristo en nuestros corazones

Por: Óscar Cárcamo Vindel

En la fecha más especial del año, una acostumbrada temporada de regocijo en unión familiar y en la cercanía de las personas significativas, amparados en el júbilo de compartir presentes, festividades y reflexiones por el fin de año y el advenimiento de la siguiente anualidad; que en consecuencia, nos embargan en ciertos momentos por la nostalgia de los recuerdos, de los logros alcanzados, de las desventuras sufridas, y atisbados por la melancolía del clima frío, cuando las añoranzas de una infancia feliz o de infortunio; nos invitan a transitar como reflexivos en estas fechas. Empero, en visibles ocasiones producto del afán, de las múltiples actividad y festejos, ignoramos el verdadero sentido que esta celebración es de una índole enteramente espiritual.

La Navidad es esencialmente celebrar el advenimiento de nuestro Señor Jesús a salvar el mundo, sin embargo, qué sentido tiene festejar estas fechas, si no conocemos a Jesús como una experiencia íntima en nuestra vida. Permítame, esbozar unas ciertas peculiaridades que atesoran las personas que alimentan un habitual vínculo de inseparable comunión con el Dios vivo.

1. Aman más que nada en el mundo a Jesús; al momento que el amor de Cristo, es revelado en el corazón de una persona; te enamoras profundamente y para toda la vida de Dios. Tanto así, que el amor por los padres, el cónyuge y los hijos, se traslada a una segunda posición. El Señor Jesús se transforma en el todo de tu propia existencia y por medio de Él, se acrecienta tu amor para con tus seres amados y el prójimo.

2. Estas personas se llenan del gozo de la salvación; en el instante que el amor de Dios llena tu ser interior, por medio del Espíritu Santo ocurre un milagro; te abarrotas de un profundo gozo en tu esencia. Esto te hace plenamente feliz y no dependes de las circunstancias de tu alrededor para disfrutar de paz. Te sientes completo, realizado y con un sentido real en la vida, tanto así que no necesitas de cosas externas para sentirte feliz, por lo tanto, menosprecias la necesidad del alcohol, las drogas, el tabaco, el amor al dinero y del poder, por que te encuentras plenamente dichoso y realizado.

3. Tienes sed diaria del amor de Dios; cuando el Espíritu Santo habita en tú corazón, mantienes una genuina necesidad de hablar con Él, te deleita la lectura de su palabra y realizar actividades espirituales es parte tu naturaleza; aprendes a escuchar su voz, a recibir sabia dirección y te llenas de una profunda fortaleza de fe y esperanza. Este hecho, redunda en manejar adecuadamente el estrés, el desánimo y la confusión, en un mundo que deambula sumergido en la desesperanza.

4. Son personas que aborrecen lo malo; el amor de Jesús en la vida de una persona a través del Espíritu Santo, origina el firme deseo de vivir una existencia en santidad. Por lo tanto, trasciendes a la vivencia de sentir una profunda indisposición por las acciones malas, porque estimas por sobre de ellas los valores espirituales. Entonces, te ofende en tu ser interior el hecho de poder mentir, robar, expresar palabras obscenas, abusar de los demás, etc.

5. Reconocen sus errores y faltas con humildad; una característica primordial de vivir subordinado al amor de Jesús, es el hecho de poder dominar resueltamente el orgullo, arrogancia y la altivez. En consecuencia, de frente a las faltas cometidas, de equivocaciones y exabruptos; el amor de Jesús te obliga a enmendar el error, pidiendo disculpas o perdón con humildad y resarcir el daño si ese fuere el caso.

6. Estas personas son sensibles a la necesidad ajena; al momento, que la vida de un ser humano está embebida en una relación de amor con Jesús; las entrañas se les conmueven ante el dolor de los demás, y el amor ágape (amor de Dios), te inspira a la noble y espontánea sensibilidad de aliviar la aflicción del prójimo, de forma rutinaria y desinteresada sin esperar nada a cambio.

En definitiva, si las distintas sociedades fuesen alcanzadas por el amor de Jesús, y no por la frivolidad de las exigencias litúrgicas de las religiones, este mundo realmente sería distinto. En tal sentido, que este tiempo de Navidad, sea propicio para hacer un alto y permitir que el amor de Jesús inunde nuestros corazones, para que en verdad nos transformemos en personas de bien y disfrutemos la facultad espiritual de transformar primero nuestros hogares, luego nuestros centros de trabajo o de estudio y posteriormente nuestra amada nación.

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