Un cuento corto

ZV
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3 de diciembre de 2023
/
12:01 am
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Un cuento corto

Teresita Morillo

Mariquita Catarina. Estos relatos que comparto con ustedes, usando la entelequia como base primordial, son abstraídos de mi imaginación con retazos de mi vida, y hablando de soslayo. Existía en el patio de mi casa un arbusto al que le llamaban “Júpiter”. Es un arbusto que cada tres meses llenaba de flores su copa, con flores rosadas hermosas, carecía de fragancia, pero la belleza de sus flores no hacía que la carencia de aroma lo hicieran opacarse. Era una delicia observar a este “Júpiter” en plena florescencia, y creo que ese atractivo tan original, fue lo que llamó la atención de las mariquitas de mil colores. Llegaron un día sin previo aviso, se instalaron a vivir con sus miriadas, en el elegante y espectacular arbusto. Ese día en particular andaba con mi lupa en mano, creo que, en algún momento de mi vida, pensé estudiar entomología, pero pasó a segundo término cuando decidí casarme pronto, para formar mi propia familia y mi propio hogar. Quería tener mis propios hijos para quererlos con el alma y toda mi vida. Y gritarle al mundo que una buena madre puede dar a sus hijos tanto amor como sus hijos lo demanden. Equivocada o no, esa decisión fue tomada y se dio en su forma deseada. Con la lupa quise investigar y observar de cerca y en aumento ese mundo escondido y maravillosos de los insectos y sus variadas personalidades. Cuando de pronto volaban arremolinándose enjambres de mariquitas. Acerqué mi lupa y me maravillé de ver a las lindas mariquitas, los puntos en sus alitas las diferencian y forman sus clanes, para no confundirse y encontrar sus hogares, donde cada una de ellas puedan cómodamente vivir, sin estorbarse unas a otras. De repente con la magia de mi lupa, pude observar a mariquita Catarina, en un rincón solita y acurrucada y escondiendo sus lágrimas y su auténtico temor. Mariquita Catarina le dije, por qué estás tan solita? Por qué no vas a libar la miel de las flores? Qué te pasa? Ella alzó su cabeza y me dijo: perdón estaba tan abstraída y solo ponía atención a mis pensamientos. Abrió sus alitas, como saludándome, demostrándome que no me temía. Me llamó Victoria le dije, y quiero que seamos amigas. Bueno Victoria, me gusta mucho tu nombre, tiene personalidad y sabes me das mucha confianza y te contaré mi problema. Venimos de muy lejos, donde nuestro jardín es comparado con el “Edén” todo es bello y abundan las flores. Pero tu bien sabes y conoces Victoria, que la maldad existe, aunque todo al rededor sea bello, muchas veces luchamos contra el mal. Mi padre sin querer, fue provocado por un mal hombre, miraba a mi madre y le lanzaba piropos impropios. Mi padre estalló en colora y lo golpeó. Él creyó que como esa tunda él entendería, pero no fue así. Lo volvió a inquietar y mi padre con su ala derecha, lo mató accidentalmente. Inmediatamente huimos del jardín hermoso. Mis amados padres me dijeron que me dejaban en este arbusto bello, que hiciera mi vida y que los olvidara. Que con el correr de los años, si no pasaba nada y se olvidaba el caso, ellos me buscarían, pero que siempre migrara con todo el enjambre y que ellos algún día me encontrarían. Por esa razón no tengo amigos y no deseo tenerlos, tengo miedo que me rechacen, y como puedes ya ver, es grave mi problema. Si es muy cierto mariquita Catarina, pero tampoco nada que no se pueda resolver. Te daré un consejo, olvídate del asunto y compórtate normalmente como cualquier mariquita Levántate temprano, haz ejercicio, ejercita bien tus alas, ya que volarás grandes distancias para buscar miel. No solo te alimentes tú, si no lleva un balde y recoge para los demás. Buena idea me has dado amiga, ya no seré una carga, ayudaré a mis semejantes. Con el correr de los días mariquita Catarina, en sus idas y venidas conoció a Emilio, un elegante y apuesto macho, que de solo verla quedó prendado y extasiado, loco de amor a punto de atarlo. Una tarde inesperada

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