¿SI NO SIRVE?

MA
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5 de diciembre de 2023
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12:25 am
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¿SI NO SIRVE?

PARA que no quede solo en uno –a petición del colectivo– otro de los editoriales del periodista Oscar A. Flores Midence, en aquel entonces Director de Diario El Pueblo: “El Pueblo de Honduras contra el Gobierno de Facto”: Como los sicofantes a sueldo del Gobierno de facto pasan diciendo que este “ha logrado realizar una obra notable de progreso, que lo acredita, como uno de los más eficientes de nuestra historia” (¡ja…ja!), en el editorial de El Pueblo correspondiente al viernes anterior les hicimos a los apologistas del señor Lozano 28 preguntas, cuya respuesta afirmativa, por lo menos a algunas de ellas, podrían acreditar como eficiente y progresista a cualquier gobernante hondureño que no presuma ser el mejor entre los mejores. Esas preguntas que publicamos de nuevo para que el jefe de facto y su equipo de ineptos colaboradores se las aprenda de memoria, son las siguientes: ¿Ya convirtió en energía eléctrica las aguas del río Lindo y del Lago de Yojoa? ¿Cuántos barrios obreros ha construido? ¿Ya solucionó el problema de los desocupados (sub-ocupados les llama el ministro de Hacienda) en la costa norte y en otros sectores del país? ¿Cuántos kilómetros de carretera ha asfaltado? ¿Cuántos hospitales, más o menos modernos, ha construido? ¿Ya principió a construir la Ciudad Universitaria? ¿Ya fundó y está funcionando el Instituto de la Vivienda Popular? ¿Cuál es su iniciativa para crear nuevas industrias? ¿Ya modernizó las escuelas urbanas y rurales, para alfabetizar siquiera al 75% de la población escolar? ¿Cuántas colonias penitenciarias ha fundado?

¿Cuántos parques infantiles ha construido en Tegucigalpa y en otras ciudades? ¿Ya existe en las principales poblaciones de Honduras cuerpos de bomberos? ¿Cuántos crematorios para incinerar basuras hay en la capital de la República? ¿Ya están pavimentadas la polvorientas calles y avenidas de San Pedro Sula? ¿Pasa por Tegucigalpa el Ferrocarril Nacional? ¿Cuántos millares de turistas visitan anualmente las Ruinas de Copán? ¿Ya disminuyó en Tegucigalpa, de cuarenta centavos que cuesta ahora a seis o diez centavos, el kilovatio de luz o de energía eléctrica? ¿Ya funcionan, como Dios manda, los teléfonos? ¿Ya funciona con personal eficiente y equipo moderno la Policía de Investigación? ¿Los funcionarios públicos manejan con absoluta honradez los fondos del Fisco? ¿Cuántos Jardines de Niños (Kindergártenes), dependientes del Estado, hay en el país? ¿Cuáles obras científicas y literarias, de autores nacionales o extranjeros, ha editado por medio de la Oficina Hondureña de Cooperación Intelectual? ¿Ya elaboró el ante-proyecto de Constitución Política, y decretó el Código del Trabajo y la Ley de Seguro Social Progresivo? ¿Ya está en vigencia un Arancel de Aduanas que no estrangule al comercio? ¿Cuáles son las nuevas fuentes de producción creadas para mejorar las condiciones de vida del pueblo hondureño? ¿No se hacinan en cada cama del Hospital San Felipe, dos, tres y hasta cuatro enfermos? ¿Ya terminó, siquiera, con la horrible plaga de las moscas en Tegucigalpa? ¿Ya no se producen en Honduras incendios forestales? ¿De promesa demagógica ya se convirtió en hermosa realidad administrativa el enunciado Plan Quinquenal? A las anteriores preguntas, uno de los voceros de la dictadura (diario “El Día”) en su edición del sábado recién pasado, respondió en los siguientes términos: “el órgano villedista insiste en el tema a que aquí nos referimos (la ineptitud administrativa del Gobierno de facto) terminando su vacua perorata con una lista de preguntas relativas a las obras o servicios públicos, interrogando al gobierno si ha acometido su construcción o instalación. Esta lista también indica que el vocero citado vive en las nubes y que no tiene la menor idea ni de los recursos del país, ni de los costos de las obras o servicios a que se refiere, ni del tiempo necesario para convertirlos en realidad”. Debe ser muy inepto el Gobierno, “de facto pero demócrata”, que ha sido materialmente incapaz de acometer la realización de unas cuantas de esas obras, que unas tienen dimensión nacional y otra interés local para las principales ciudades de Honduras y que constituyen necesidades de perentoria solución para la Nación, para los departamentos o para determinadas poblaciones.

Si un régimen ha sido tan inepto como para no iniciar siquiera algunas obras, es porque ese régimen no sirve para nada. Y si no sirve para nada, el dictador, pese la aureola que le han hecho sus aduladores de ser “el único hondureño idóneo” debe retirarse a la vida privada con su equipo de holgazanes e intrigantes colaboradores. Que se vaya, con toda su cofradía de punpuneros, a echar pulgas a otra parte, pero no siga hundiendo al país en el descrédito internacional y en la bancarrota administrativa, social, económica y política. Que convoque a comicios para que el pueblo hondureño elija libremente a sus auténticos gobernantes, dándoles oportunidad a otro hondureño que; aunque sea menos “idóneo” que el jefe de facto, sea capaz de realizar obra administrativa y pueda convertir en realidad el viejo ideal de Honduras: la conciliación nacional. Porque mientras el señor Lozano o cualesquiera de sus satélites esté en el ejercicio del Poder, este infortunado país seguirá caminando hacia el abismo. Y la conciliación nacional será lo que ha sido hasta hoy: una farsa. Se ha abierto, entre Gobierno y Pueblo, un abismo profundo. El pueblo está contra la dictadura y contra el simulacro o caricatura de partido político que integran los empleados públicos cuyo nombre se sintetiza en la trágica sigla de PUN. Ni el PUN, ni la dictadura, ni el dictador podrán rellenar ese abismo, porque los demagogos para lo único que sirven es para hacer demagogia. Mientras en Honduras no haya un régimen surgido de la soberana voluntad popular libremente expresada en las urnas, nada ni nadie podrá salvar este país del tremendo desastre al que lo ha conducido los ambiciosos de poder que quieren asaltar el Poder desde el Poder… (El editorial fue escrito unas semanas antes –entra el Sisimite– que a don Oscar, a Villeda y a Paco, los expatriase el régimen de facto. –Como decíamos ayer (según A. Machado, así iniciaba la clase de Mairena a sus alumnos) –interviene Winston–otros tiempos, otras personalidades cuando el debate, aunque se tiraran duro, no era la majadería procaz ni el insulto vulgar –quizás sarcasmo e ironía– pero a niveles superiores de la elegante retórica).

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