Luto y dolor por víctimas del fatal vuelco de “bus”
CATACAMAS, Olancho. Un día después de la tragedia del autobús de la ruta Catacamas-Tegucigalpa las imágenes son de dolor y desconsuelo de familiares y amigos que acuden a las exequias de las personas que perecieron la mañana del pasado martes.
Desde ayer los cuerpos han sido velados en cuatro municipios olanchanos: Juticalpa, Catacamas, San Francisco de Becerra y Dulce Nombre de Culmí.
Para el caso, Franklin Meza, que vivía en el barrio San Francisco, de Catacamas, había salido a las 4:30 de la mañana rumbo a la capital y fue enterrado la tarde de ayer en uno de los cementerios de la ciudad.
Franklin era muy reconocido entre sus vecinos y la sociedad catacamense, como un excelente saxofonista en el instituto “Rafael Madrid”, cuyos maestros y alumnos se hicieron presentes para darle el último adiós.
Entre tanto, el señor Ignacio Ayala, que recién había llegado de Estados Unidos, residía en el barrio El Colegio, viajaba hasta Puerto Cortés a recoger un vehículo que había mandado para Honduras y se aprestaba a recogerlo de regreso a Olancho. Su cuerpo será sepultado este jueves también en esta ciudad.
MAESTRA JUBILADA Y UNO DE SUS NIETO
El “autobús de la muerte” también alcanzó la comunidad de San Luis de Lajas, en San Francisco de Becerra, de donde eran una maestra jubilada y uno de sus nietos que son llorados por toda la comunidad.
María filomena Hernández (68), era una profesora jubilada que abordó la unidad de transporte “Discovery”, en el viaje de las 5:15 de la mañana, desde Juticalpa junto a una de sus hijas y dos nietos, entre ellos Bruno Sánchez, que al igual que ella murió en estrepitoso percance.
Nieto y abuela fueron sepultados en el mismo camposanto, en la comunidad de Laguna Seca, mientras los otros familiares de la mentora están en franca recuperación.
El menor entre los pasajeros fue un recién nacido de 22 meses que habitaba en la colonia Los Ángeles, de Juticalpa, cuya madre lo llevaba a una revisión médica a un centro asistencial en la capital.
Según el relato de su papá, el infante padecía de hidrocefalia y su viaje a Tegucigalpa, obedecía a la concertación de una cirugía cerebral.
Don Héctor Rolando Pagoada Rivera, padre del bebé, informó que la decisión de sepultar ayer la criatura se debió a que su madre se encuentra en situación delicada por los fuertes golpes sufridos y sería difícil que velara a su vástago.
DRAMATISMO Y DESESPERACIÓN
Uno de los sobrevivientes de la tragedia, don Humberto Isabel Hernández, contó que Dios le ayudó para agacharse en la unidad de pasajeros, ya que “la rastra venía desmangada y le quitó el derecho de vía al autobús”.
El conductor de la unidad no corría a exceso de velocidad, indicó, sino que “el asunto es que el motorista de la rastra pretendió rebasarlo y en ese instante sentimos un frenazo del bus y cuando acordamos ya volábamos sobre el puente”.
“Fue un momento donde solo escuché gritos y llantos y todos clamando la protección de Dios”, repuso el sobreviviente del accidente, ya que “en un abrir y cerrar de ojos pude ver cuando hombres y mujeres se movían desesperados, pidiendo auxilio dentro del autobús, en medio de la quebrada (río)”, narró.
Mientras el conductor de la rastra fue detenido en Campamento, el motorista del autobús, Nelson Chandías, sería dado de alta ayer, producto que solo salió con una luxación en el codo izquierdo y un golpe en la rodilla, pero también será requerido para que revele más detalles del percance mortal, informó una fuente policial. (Francisco Sevilla)
