¿QUÉ PECADOS?

ZV
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8 de diciembre de 2023
/
12:52 am
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¿QUÉ PECADOS?

¡WAO! Muy bueno –una reacción del colectivo a los editoriales de Diario El Pueblo– muchas gracias por compartirlo, no lo sabía”. “De acuerdo, una abismal diferencia; hasta ahora tengo el gusto de leer esos editoriales, sin duda alguna hemos perdido una generación y pluma de oro; gracias a usted logramos al menos saberlo, apreciarlo y valorarlo”. La conversación de cierre del último: (Ese editorial –entra el Sisimite–salió publicado en Diario El Pueblo, junto a otros divulgados en este espacio de opinión en los últimos días, semanas antes que el régimen dispusiese la expatriación de los líderes de oposición. -Cuentan –interviene Winston– que al doctor Villeda lo capturaron en su clínica privada, a don Oscar en las oficinas de Diario El Pueblo en El Jazmín, y a los demás en sus casas de habitación. -El abogado Flores –interrumpe el Sisimite– pidió a los custodios pasar por su casa a sacar un maletín de ropa; lo que aprovechó para comunicar a doña Margarita la urgencia de ir a hacer gestiones a la Embajada Americana, ya que el destino previsto era mandarlos a República Dominicana, donde el otro dictador Trujillo –sospechaban– los metería en la hoguera).

Una buena amiga pide: “¡Siga contando por favor!”. (Winston le responde: De momento, suficiente, ahí murió la flor). “El colectivo –se queja ella– va a protestar. Nos deja ‘picados’”. Otro mensaje: “A esos sí los guindaron” –escribe la ingeniosa amiga a la que dichosamente no guindó su mamá por sapear el desorden que en su casa hacen los chuchitos– alusivo a este párrafo: (Sin embargo, en nuestro concepto la mejor de las frases del jefe de Estado se contiene en la brevedad de estas palabras: “las cosas han cambiado completamente”. Ella aparece en la famosa e histórica circular número 1030-A, en virtud de la cual, ante el asombro de nacionales y extranjeros, se dio la orden de degüello general contra liberales “villedistas” solo porque estos no quisieron caer en las tenebrosas redes del continuismo). Y manda otro mensaje: “Me impresionó mucho leer este relato, reconocer ese comportamiento en la forma de intervenir en Honduras y otros países” (lo dice una gringuera, capitalista, exalumna de la “Americana”); “pobre doña Margarita”. Otro buen amigo comenta: “Increíble la vigencia de los escritos de don Oscar”. Otro mensaje: “Los editoriales de su padre eran verdaderos ganchos al hígado; debió ser muy grato escucharlo”. “Creo que no hubo nadie que no gozara con él, así como se goza con usted; esos recuerdos de su persona siempre los tengo presente”. Otra contribución: “Dios tenga en su reino a don Oscar”. “Tuvo la dicha de no conocer estos chunches desgraciados que si bien es cierto son muy útiles, pero tristemente la mayoría los utiliza para el mal”. La amiga empresaria progresista: “Qué historias más de primera”. El buen amigo abogado: “Interesantes datos históricos, recordados por fuente confiable”. “Muchos gobiernos tienen “punpuneros”, quienes actúan como si el poder les fuera infinito, y hasta cuando están en la calle y se sienten perseguidos, se dan cuenta de lo efímero que es”.

“Punto y aparte de la insolencia, de los insultos y majaderías actuales –escribe una gran amiga– ¡don Oscar es atemporal!”. “Dice mi mamá, –cumplido de la abogada amiga– lo que se hereda no se hurta”, “igual de talentoso que el tata”. “¡Me encanta! –prosigue– Pero no me encanta ver que seguimos preguntándonos las mismas cosas; qué increíble, no hemos avanzado nada”. “Lo que unos hacen con gran esfuerzo, vienen los otros y lo destrozan –por no decirlo de manera coloquial– ¿qué estamos pagando?”. “Pareciera que los pecados del mundo entero, ¡qué barbaridad!”. (¿Y vos crees –entra el Sisimite– que algo estamos pagando? -Sepa Judas –responde Winston– la deuda externa que nos perdonaron, gracias a las gestiones de un gobierno liberal después de aquel diluvio, fue algo que no tuvimos que pagar, pero de allá para acá el endeudamiento creció casi a los mismos montos de cuando las jaranas aquellas eran impagables. -Pecados –insiste el Sisimite– a esos me refiero. -Qué responder –interrumpe Winston– ¿vos ves a estas sociedades, y a las actuales generaciones, más cercanas o más alejadas de Dios, como para calcular la gravedad de los pecados que estaremos pagando?).

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