PERFILES: De traidores y testigos

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14 de diciembre de 2023
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12:05 am
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PERFILES: De traidores y testigos

Por: Carolina Alduvín

La traición se define como un delito que se comete al momento de quebrantar la fidelidad que se debe guardar, un delito que se comete contra la patria por los ciudadanos, o contra la disciplina por los militares, sirviendo al enemigo. La cometida contra el honor, la independencia del Estado. La Constitución de la República, que nos rige desde 1982, fue decretada y sancionada por diputados electos por la voluntad soberana de los votantes hondureños, para perpetuar un Estado de derecho que asegurara una sociedad justa, desde los puntos de vista político, económico y social, que afirmara la nacionalidad y propiciara condiciones para la realización de las personas dentro de un marco de justicia, libertad, seguridad, estabilidad, paz, pluralismo, democracia representativa y el bien común.

Su primer artículo define: Honduras es un Estado de derecho, soberano, constituido como República libre, democrática e independiente para asegurar a sus habitantes el goce de la justicia, la libertad, la cultura y el bienestar económico y social. El segundo reza que: La soberanía corresponde al pueblo del cual emanan todos los poderes del Estado que se ejercen por representación. La suplantación de la soberanía popular y la usurpación de los poderes constituidos se tipifican como delitos de traición a la patria. Pues bien, el caudillo de esa masa amorfa y liebre, es definitivamente un traidor a Honduras; continuando la lectura del segundo artículo, vemos que: La responsabilidad en estos casos es imprescriptible y podrá ser deducida de oficio o a petición de cualquier ciudadano.

Por su discretísimo nivel intelectual, ha sido, es y será incapaz de cumplir el objetivo de hacerse con el poder absoluto por sí solo, contraviniendo lo dispuesto en nuestra Carta Magna. La primera vez, se negó a escuchar consejo de propios y extraños, quienes le advertían de la ilegalidad en la que se había obstinado, de llevar a cabo una consulta popular, con el avieso fin de cambiar la Constitución a su entera conveniencia para eternizarse en el poder. Acostumbrado a satisfacer cada capricho, por amor o por la fuerza, siguió con su cantaleta, hasta que tuvo que aprender la lección por la mala. Una vez conjurada la amenaza inmediata, la situación se salió de control y haciéndose el mártir, logró poner al mundo en contra de su país. Si eso no es alta traición a la patria, qué alguien explique la razón.

Por tanto ha recurrido a toda la asesoría maligna que ha podido conseguir, siguiendo con su tendencia artera, ha otorgado una amplia porción del presupuesto nacional a pagar todo tipo de asesores y adoctrinadores, para anular la voluntad de los pocos patriotas que quedan en las instituciones nacionales, como las Fuerzas Armadas, que según la misma Carta fundacional en su artículo 272 fueron instituidas, entre otras tareas, para mantener el imperio de la Constitución, los principios de libre sufragio y la alternabilidad en el ejercicio de la Presidencia de la República.

En el magisterio, ni falta que hace, décadas atrás fueron captados por la ideología socialista y la permisividad que les da ser una casta privilegiada, que apenas trabaja menos de 200 días al año, cumpliendo la servil tarea de impermeabilizar los cerebros de las nuevas generaciones a las ideas de vanguardia, a desarrollar sus facultades creativas, a dejar pasar faltas de respeto, a hacer a un lado los valores de paz, libertad y democracia. A y a salirse con la suya siguiendo estrictamente la ley del menor esfuerzo, al fin y al cabo, para eso son pobres. Así que quienes llegaron a tales plazas por influencias políticas o por cuotas de poder de sus colegios magisteriales, verdaderos nidos de izquierdosos a quienes les han prometido el cielo en la tierra con una supuesta repartición igualitaria del fruto del trabajo de otros.

También traidora y mentirosa, la voz de pitoreta que se proclama a la cabeza del socialismo democrático, cosa que no existe porque entraña términos contrarios, como si se dijera pureza contaminada. Estos farsantes traidores, que deberían estar guardando prisión si las instituciones nacionales como la CSJ funcionaran como debe ser y cuyos integrantes se suman a la legión traidora, deben recordar que a lo que se encaminan es a un sistema comunista delictivo. El comunismo no es un gran ideal que se pervirtió. Es una perversión que se vendió como un gran ideal, citando la reflexión del brasilero Carvalho.

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