¿UBICUIDAD?

ZV
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16 de diciembre de 2023
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12:38 am
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¿UBICUIDAD?

CUÁNTA razón y sabiduría –escribe una querida amiga– en el editorial (directo al pecho)”. “Es terrible como son capaces de mencionar hasta el nombre de personas nobles y con gran liderazgo, sobre todo difamar con odio, solo para ganar, según ellos, sus minutos de fama”. “Aparte, tenemos la cantidad de grupos que se inventan en WhatsApp; qué dolor de cabeza da leer tanta mala ortografía, críticas, comentarios sin argumentos y cero propuestas de mejoras”. “¡En qué mundo vivimos!”. Otra buena amiga: “Gracias por los insumos tan valiosos que nos comparte; sería genial adoptar esa práctica a nuestro sistema educativo; aunque claro, los responsables tendrían que leer”. “Confiemos en que un alma caritativa se encargue al menos de contarles los aciertos de otras latitudes; o tal vez si lo ven en las redes, pero quién sabe, esas están controladas por los que han hecho de sus dedos máquinas de teclear improperios odiosos y repugnantes, fiel reflejo de su alma entumecida”.

Lo anterior alusivo a la iniciativa de la autoridad educativa española de procurar “un acuerdo para prohibir el teléfono móvil a los alumnos durante el horario lectivo, incluidos los recreos, tanto en colegios como en los institutos”. La prohibición incluiría el uso de las redes sociales, para fomentar la convivencia saludable de la comunidad estudiantil y el “bienestar emocional”. “Es el camino –asegura la nota informativa–emprendido también por los gobiernos de Francia, Italia, Finlandia, Holanda y el Reino Unido”. El viejo amigo constituyente: “Me agrada saber lo que pretenden implementar las autonomías españolas y algunas otras naciones europeas, de prohibir el uso de esos chunches (celulares)”. “Quizás se da por aludida la refundación y las aplican en las escuelas, colegios y universidades de todo el país”. “Urge un control sobre su uso y abuso”. “Hasta ciegos están dejando a mucha gente y qué decir de sus honras, ensombrecidas con la lluvia de infundios y dardos envenenados arrojados sobre ellas”. “La suerte para algunas dignidades, que son como el diamante, que por más cieno que se le lance, no se logra disminuir la brillantez de fulgurantes reflejos”. “No se preocupe amigo, que usted es gloria viva y todos quieren figuración a su costa”. Una exmagistrada amiga: “El descrédito es la única arma de quien no tiene argumento”. Otra abogada amiga envía íntegro el poema “Verdades Amargas” de Ramón Ortega, “una gran reflexión –comenta– sobre el comportamiento humano”. Respondimos que lo aprendimos en el colegio a lo que ella agrega: “Yo también cipota me lo aprendí… mi mamá nos ponía a leer poemas y recitar con entonación y énfasis… así… nos decía y corregía, como buena maestra de educación primaria de aquellos años “dorados” que no volverán”.

(Los comentarios anteriores alusivos al cierre del último editorial. Omitimos, de momento –a no ser que arrecie la refriega– la divulgación de otras opiniones de miembros del colectivo, escritos con dureza sobre la grosera conducta de “orientadores de la opinión pública” que elucubrando, inventando, mintiendo, ultrajando, compiten, en suciedad, con el cenagal de las redes sociales). Otro abogado y viejo amigo: “La asignación de dones como ubicuidad y hacer milagros…”. “Puede usarse para hacerlos por el bien común… la polémica lo seguirá siempre…”. (¿Qué opinás –entra el Sisimite– de la ubicuidad? -Pues –responde Winston– del latín “ubique” que significa en todas partes, es la virtud de la presencia en dos lugares distintos a la vez. -¿Y eso –insiste el Sisimite– se puede? -Es que hay quienes se figuran –responde Winston– según alucinan, que ello es posible. A tal o cual persona –aun sin salir de su casa– la colocan, para fines interesados de sus conjeturas, que estuvo presente en tal otro lugar influenciando, negociando o sabrá Judas qué más demonios. -En teología –interrumpe el Sisimite– el término ubicuidad se refiere al don divino, que posee Dios –sinónimo de omnipresencia– de estar al mismo tiempo en todas partes. -Pues bien –suspira Winston– ni por asomo asumir omnipresencia alguna de aquel que dijimos, solo sería que es rara la plática en que no lo invoquen).

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