“QUE ERA PRECIOSO”

MA
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19 de diciembre de 2023
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12:29 am
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“QUE ERA PRECIOSO”

“QUÉ divino ese cuento navideño –una querida amiga sobre Whisky, del libro de cuentos, Presencia del Olvido, del escritor Oscar A. Flores Midence– triste a la vez cómo se murieron los chuchitos”. “Pero los enamorados se encontraron en cada línea de ese cuento”. “Va directo al baúl de recuerdos”. La abogada amiga: “Awww… qué hermoso y sentido relato, imposible no sentir emociones con esa historia”. “Me encantó, muchísimas gracias; sin duda alguna es un hermoso regalo para nosotros sus lectores”. De otra buena amiga: “¡Dios! Qué relato tan bonito y conmovedor”. La amiga abogada: “Qué bonito y sentido cuento de Navidad y hermosa forma de relatarlo; escritor de primera”. La amiga doctora: “El alma de los animales es especial; vienen a este mundo probablemente a enseñarnos a amar y a tener un corazón noble”. Como dijo en una de sus frases célebres Julio Cortázar: “Lo que uno ama queda siempre cerca”. Y otra frase de Antonio Machado sobre las mujeres: “Dicen que el hombre no es hombre mientras no oye su nombre de labios de una mujer”.

Otra buena amiga: “Gracias por regalarnos este deleite, este cuento de amor y geniales reflexiones sobre la belleza”. (Alusiva a estas divagaciones en el cuento, sobre la belleza de las mujeres: “No estoy diciendo que si son bellas puedan ser tontas. No. Dejemos bien claro este punto. La estupidez convierte a la persona más hermosa en un ser feo y repugnante”. “Creo –no estoy seguro– que fue Óscar Wilde quien dijo que el genio de las mujeres radica esencialmente en su belleza”). Mensaje de la amiga abogada: “El relato me recuerda una anécdota: Cuentan por ahí, que un ilustrado exmagistrado, QDDG, tenía de querida a una juez que la había nombrado sin que precisamente se distinguiese por su experiencia, conocimiento o mérito alguno”. “Cierto día otra jueza amiga le reclamó: ¿Cómo es posible que un hombre tan inteligente, tan estudioso, con tanto prestigio profesional como usted, se fije en alguien como ella que de derecho no sabe nada?”. A lo que él respondió: “Es que no la quiero para estudiar”. El viejo amigo constituyente: Gracias por tu “REGALO DE NAVIDAD”. “Da gusto leerlo”. “Qué forma tan talentosa de escribir”. “Tu amor por la lectura y escritura, te aproxima a la calidad con que lo hacía tu padre”. “Al grado que por momentos consideré estar leyendo uno de tus escritos”. “El trágico final del perrito y su novia la perrita; mi amor por estos animalitos, quebrantan mi emotividad, pero el mismo autor me la suaviza cuando nos relata que Whisky se reencarna en bellas flores”. Una buena amiga: “Qué tierna esa historia de Whisky, por eso dicen que el perro es el mejor amigo del hombre; solo expresan su amor”. Otro buen amigo: “Me hace recordar a mis hijas cuando se murió Mauci, un gatito, hicieron gran ceremonia para enterrarlo; fue triste”.

De un amigo forjador de opinión: “Bello, el relato del perrito Whisky, al estilo de tu viejo”. “Muy “perruno” pero también muy humano”. “En esta familia también aprendimos a amar y a llorar a nuestros fieles miembros del hogar; perros grandes, perritos, gatos, guaras, conejos, tortugas, palomas de Castilla y sigue la larga lista”. “Todos han dejado sus recuerdos imperecederos y, cada vez que alguno ha partido y ha sido enterrado con todos los honores, la señora de la casa ha prohibido su sustitución; mandato obviamente incumplido, al serle presentado el bateador emergente”. “El refunfuño original rápidamente se convierte en la misma caricia, cuidado y atención de siempre”. “A propósito, ¿por qué tu querido viejo prefirió llamarte Roberto y no Carlos como te conocemos tus amigos de hace setenta años?”. (Tenés idea –entra el Sisimite– ¿por qué le puso Roberto y no Carlos? -Pregunté en la casa –responde Winston– y me dijeron que como es un cuento utilizó el segundo nombre de los dos hermanos y solo a la hermana, por lo raro, supongo, le puso el primer nombre. Licencia literaria de quien escribe un cuento que, aunque sea una historia estrictamente real –como en este caso– el estilo narrativo del cuento permite jugar con el nombre de los protagonistas. El chuchito sí se llamaba así, y la chuchita por el color del pelo le decían Canela, pero nunca supieron su nombre real. -Y vos –interrumpe el Sisimite– ¿no sos pariente de Whisky? -Pues no –suspira Winston– aquel era un Poodle y yo soy Yorkie. No ves lo que dice el cuentista: “Yo, para ser sincero, diré que no lo veía bonito, aunque sí un animal raro”. “Era negro como el negro plumaje de un cuervo, de pelo largo, crespo y sedoso”. “Visto de perfil resultaba difícil distinguir dónde tenía las orejas y dónde la cola, de tan peludo que era”. “¡Pero mis hijos decían que era precioso!”).

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