PERFILES: Noche de paz

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21 de diciembre de 2023
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12:38 am
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PERFILES: Noche de paz

Por: Carolina Alduvín

Y llega el solsticio de invierno, la noche más larga del año; por ende, el día más corto, día en que el sol parece detener en el horizonte, para emerger luego de un par de jornadas, simbolizando la victoria de la luz sobre las tinieblas, del bien sobre el mal, de la generosidad sobre el egoísmo, del amor sobre la indiferencia, del espíritu sobre la carne, de lo divino sobre lo mundano. En esa Noche Buena, plena de los mejores deseos, en que se agradece lo recibido en el año que está por finalizar, en que se echa de menos a quienes ocuparon las sillas vacías de hoy; pero que, además de haberlas ocupado en las pasadas navidades, dan significado y continuidad a los bellos rituales de encender luces y preparar fiestas, de patentizar en un obsequio el cariño y la consideración de unos hacia otros, de salir de lo habitual en el comer y vestir para subrayar el carácter especial de la celebración. Sin olvidar el ritual colectivo en el respectivo templo de la devoción particular de cada familia y nación. Es la noche que Dios encarna en un ser humano.

Noche que conjuga tradiciones de distinto origen y que legamos a las siguientes generaciones, con formas cambiantes y esencia permanente. De los nórdicos heredamos el árbol iluminado, en cuya punta brilla una estrella simbolizando la fe, la conífera en sí representa la vida eterna, su forma triangular alude a la Santísima Trinidad, los listones en forma de lazos significan la unión familiar, los ángeles son los mensajeros del amor divino y terrenal, las esferas de colores son los dones recibidos y las lucen alumbran nuestro sendero. Hace 800 años en el pequeño poblado de Asís, el asceta Francisco desplegó una humilde maqueta para rememorar el pesebre en que María, al comenzar el invierno boreal dio a luz al Salvador del mundo, acompañada de su esposo José, al calor de la respiración de un pollino y un semoviente, en la tierra de los judíos, conquistada por los romanos. Visitado por los pastorcillos de los alrededores y adorado por reyes venidos desde Oriente, guiados por la singularmente brillante estrella de Belén. Todo en medio de un pintoresco poblado, con características locales y hasta alusivas a los tiempos que corren.

Del nuevo mundo se agrega la hermosa flor de nochebuena, con sus coloridas brácteas rojas, blancas o rosadas, que se combina con ramas y frutos de acebo, de abeto o araucaria, acículas y bellotas de pino, cascabeles y bastones de caramelo, lazos de seda y elementos brillantes para formar coronas y otros adornos. Nuestros amigos norteamericanos, reconfiguraron al legendario obispo cristiano Nicolás de Bari, originario de Asia menor, quien hacía obsequios en secreto a los necesitados de su diócesis del siglo IV, en el jubiloso anciano panzón vestido de rojo que reparte juguetes a domicilio a los niños que se portan bien, por todo el mundo en una sola noche, con la ayuda de un octeto de veloces renos voladores que traccionan un trineo adornado de guirnaldas, campanas y luces, cargado de numerosos sacos repletos de regalos elaborados por un ejército de duendes residentes en algún lugar del Polo Norte, durante todo el año. Aún, con todas las críticas que genera entre los resentidos sociales, no deja de ser un hermoso símbolo.

La ocasión hace aflorar sentimientos encontrados en toda la población, mismos que deben llamar a la reflexión, para un ejercicio de catarsis. Es una época para perdonar, cerrar ciclos, dar vida a nuevos comienzos, mirar al pasado con una sombra de nostalgia, soltar una lágrima por los tiempos idos y que solo volverán revestidos de renovadas intenciones de disfrutar el momento que se vive y planear el futuro en los planos individual, familiar y comunitario, honrando los valores y enseñanzas que predicó el Redentor, quien en la mayoría de los casos es relegado y olvidado, siendo el cumpleañero, el festejado cuya venida celebramos.

El actual régimen, con toda la buena disposición de arrebatarnos la patria junto con los valores democráticos que la sustentan, ha decretado a la romana usanza del pan y circo, olvidarse de lo primero, encareciendo y propiciando la escasez de bienes y servicios de toda índole, pero permutando con los segundo, vemos como en todo vecindario y comunidad rural, por pequeña que sea, los ediles se han sumado al propósito de instalar en los parques públicos, villas navideñas, repletas de luces, adornos y música de temporada, a fin de que por unos días y horas nos olvidemos de su corrupción e ilegalidad, misma que debemos seguir combatiendo. Feliz Navidad para todos, el próximo año volveremos a buscar libertad, paz, justicia y democracia.

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