Historia para la época

ZV
/
22 de diciembre de 2023
/
12:05 am
Síguenos
  • La Tribuna Facebook
  • La Tribuna Instagram
  • La Tribuna Twitter
  • La Tribuna Youtube
  • La Tribuna Whatsapp
Historia para la época

Por: German Edgardo Leitzelar Hernández*

Por la época en que nos encontramos, quiero proponer que con un corazón que se olvide un momento de la marcas y heridas que todos tenemos, nos imaginemos un grupo de animales que comparten vida dentro de un bosque frondoso, hermoso y de mucho valor. En él, cada año, cuando se acerca la temporada de invierno, los animales se reúnen para celebrar su propia versión de la Navidad con árboles adornados con luces, y suelos cubiertos con hojas a falta de nieve, comiendo cosas de la época y con muchas actividades más. En resumen, viviendo ese momento especial donde todos los habitantes del bosque se unen para compartir, cuidar y expresarse aprecio mutuo, pero nada de esto se convertía en una realidad ya que existían mucha tristeza, duda y desconfianza en la forma de funcionar de todos.

En nuestro cuento existe un sabio búho que, en cada Navidad, contaba historias sobre la importancia de la unidad y la generosidad. Sus relatos no solo entretenían a los animales, sino que también les recordaba la esencia de la temporada resaltando temas como la compasión y la solidaridad. Un año, los animales del bosque decidieron elegir a un líder para guiarlos y asegurarse de que todos tuvieran un invierno cálido y alegre y después de mucha deliberación, eligieron a un elemento inteligente y compasivo que aceptó con gratitud el desafío y prometió gobernar con justicia y empatía. En ese su primer periodo como líder, observó detenidamente las necesidades de cada habitante del bosque dándose cuenta de que algunos animales tenían más dificultades para sobrevivir durante el invierno que otros. Los más pequeños y frágiles, como los ratones y los conejos, a menudo luchaban por encontrar suficiente comida y refugio.

Este líder recordó siempre las enseñanzas del búho y decidió tomar medidas. Convocó a una reunión de todos los animales y propuso crear un programa de ayuda invernal. Cada animal contribuiría con algo para ayudar a los más necesitados. Los ciervos ofrecerían su habilidad para encontrar comida, los pájaros compartirían sus nidos y los castores construirían refugios acogedores, entre otros. Al principio, la mayoría de los animales dudaron en compartir sus recursos por los prejuicios y didas preexistentes, pero el líder insistió en recordarles la importancia de trabajar juntos en momentos difíciles. Así pues, a pesar de las dificultades, poco a poco todos se unieron con entusiasmo al esfuerzo colectivo y así el bosque se fue llenando de una sensación de solidaridad que fue mejorando la actitud en todos.

Con la actividad de ayuda invernal en marcha, los animales más vulnerables del bosque empezaron a experimentar un invierno más cálido y acogedor. Las madrigueras se llenaron de provisiones, los nidos se convirtieron en refugios compartidos y la generosidad llenó el aire y a medida que la Navidad se acercaba, los animales celebraban con más alegría que en años anteriores pues habían logrado desarrollar una conducta en la que, gracias a las acciones de colaboración y cuidado mutuo, todos podían disfrutar de la temporada de invierno sin preocupaciones. Así la fama de todas esas acciones y determinaciones fue extendiéndose a otros bosques, y los líderes de otros lugares comenzaron a buscar su consejo. Ellos compartieron la historia e idea de la acción de ayuda invernal y se alentó a otros a adoptar medidas similares para asegurar el bienestar de sus ciudadanos.

A lo mejor esto parece simplista, aburrido, iluso o irreal, pero el objetivo de la fábula es dejar una moraleja clara: Y ese objetivo es el hecho de que la verdadera magia de la Navidad reside en la generosidad y el cuidado mutuo. Seguir el ejemplo y aprender a trabajar juntos para superar los desafíos, con líderes que puedan crear comunidades más fuertes y cohesionadas, puede sin duda alguna llevarnos a una verdadera grandeza, si en algún momento tenemos gobernantes que tengan la capacidad de unir a las personas y garantizar que nadie se quede atrás en tiempos difíciles, nuestro destino será mucho mejor y esa magia se puede convertir en parte de nuestro diario vivir.

Es mi simple deseo que esta historia sencilla o compleja pueda encontrar un espacio en cada persona y que inspire a los líderes a gobernar con empatía y a recordar a todos en el pueblo hondureño que siempre el verdadero espíritu de la Navidad debe ser: dar, compartir y cuidar de los demás, también recordarnos que todos tenemos algo que aportar para tener un país mejor.

“FELIZ NAVIDAD Y QUE ESA MAGIA VIVA EN EL CORAZON DE TODA NUESTRA HONDURAS”

*Abogado laboralista independiente

Más de Columnistas
Lo Más Visto