¿La base de la pirámide?

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23 de diciembre de 2023
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12:01 am
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¿La base de la pirámide?

Por: Elvia Elizabeth Gómez García*

Imaginemos llegando un día a nuestros centros de estudio o de trabajo. En un país como Honduras ambos son un privilegio al que lamentablemente pocos tenemos acceso. Basta con dar un vistazo a las cifras que el Instituto Nacional de Estadísticas maneja, en las cuales la población escolar en Honduras para el 2023, en la edad comprendida entre los tres a 17 años es de 2,912,171, pero solo un poco más de la mitad de esta población se inscribió en el sistema educativo nacional.

Múltiples factores inciden en que las condiciones educativas de nuestro país sigan siendo precarias. Unido a ello, la desilusión que acompaña a aquellos que logran sobreponerse a las barreras, soñando con un mejor futuro, pero dando de bruces con una sociedad cada vez más competitiva y deshumanizada.

Si logran culminar sus estudios, las felicitaciones por el logro alcanzado se ahogan en la dura realidad de salir a un mercado laboral incapaz de ofrecer oportunidades, y donde las pocas existentes se subastan al mejor postor, devaluando el esfuerzo académico por un sueldo precarizado que en nada retribuye la inversión de tiempo y dinero.

Pero ¿qué sucede con aquellos que un día soñaron convertirse en profesionales y romper con la mala racha, pero no lo lograron? Los que nunca llegaron al sistema educativo o que abandonaron el camino, obligados por el hambre, se vuelven invisibles en un sistema que mide el éxito por la riqueza y no por la prosperidad de todo un pueblo.

Todos ellos suman a las tristes cifras del desempleo y subempleo, a trabajos mal remunerados en donde la ley establece una cosa, pero la práctica la traduce en papel mojado. Son esas personas que lamentablemente para muchos pasan desapercibidos, a quienes no se molesta en ver ni saludar porque simplemente están “ahí” para lo que se les paga.

Lamentablemente, esa es la actitud que se vuelve cada vez más común hacia aquellos que hacen que todo luzca como se ha definido que debe estar.

Los guardias de seguridad mal pagados, el personal de limpieza que mantiene relucientes los pisos por los que transitamos y los baños que utilizamos, ese conglomerado de personas que nos sirven y que en muchas ocasiones deben soportar las malas miradas y los malos tratos de aquellos que piensan que están por encima de ellos porque el sistema “así lo ha establecido”.

Una de mis frases favoritas del escritor Eduardo Galeano es “A diferencia de la solidaridad, que es horizontal y se ejerce de igual a igual, la caridad se practica de arriba-abajo, humilla a quien la recibe y jamás altera ni un poquito las relaciones de poder”.

El problema de nuestro país es que hemos convertido la caridad en responsabilidad social y con ello creemos que se ha cumplido con el “deber” de engrandecer a Honduras, creando a la larga un círculo vicioso en donde lamentablemente “acostumbramos” a los menos favorecidos a esperar que se les lleve algo a las manos, en lugar de trabajar por mejorar sus condiciones de vida con proyectos sostenibles.

Estamos llegando al final de un año más, para la mayoría del pueblo sumamente difícil ante el incremento del costo de vida, en una sociedad donde quienes tienen se sirven con la cuchara grande, dejando caer algunas migajas que se traducen en “obsequios” de buena voluntad.

Un año más, en el que muchos estudiantes reprobaron el año o abandonaron los salones de clases por no tener las condiciones necesarias para enfocarse en sus estudios o simplemente por no encontrarle sentido al esfuerzo en un país donde lo que cuenta es “la palanca” que se tenga. En un país donde los sueños apuntan al norte porque es el omnipresente, el amigo fiel que siempre ha acompañado y manifestado su buena voluntad.

No dejo de pensar en una mejor Honduras como un sueño posible, al fin y al cabo y como dijo Eduardo Galeano a quien cito de nuevo “La utopía está en el horizonte. Me acerco dos pasos, ella se aleja dos pasos. Camino diez pasos y el horizonte se desplaza diez pasos más allá”.

Que la utopía nos impulse a seguir luchando por el bien común.

*Profesora Universitaria.

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