LETRAS LIBERTARIAS: ¿Paz en la tierra?

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23 de diciembre de 2023
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12:04 am
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LETRAS LIBERTARIAS: ¿Paz en la tierra?

Esperanza para los hondureños

Por: Héctor A. Martínez (Sociólogo)

“Si quieres paz, prepárate para la guerra” puede leerse en el exordio del capítulo III de “Rei militari”, la obra del escritor Flavio Vegecio Renato, un oscuro personaje que vivió en la Roma del siglo IV d. C. y del que no se tienen suficientes referencias biográficas. La cita, al igual que la obra de Sun Tzu, “El arte de la guerra” y “De la guerra” de Karl von Clausewitz, sigue siendo referencia militar, algo que nadie puede negar hoy en día.

Nací y crecí en una época de conflictos mundiales que, en aquel entonces, me parecían hechos aislados, salidos de las películas y series televisadas de los años 60 sobre la Segunda Guerra Mundial. Mi padre, asiduo lector de la revista “TIME” y “LIFE” me ilustraba pacientemente sobre la guerra en Vietnam y la misión “sagrada” de contener el avance del comunismo, aunque poco entendía yo el panorama geoestratégico detrás del conflicto. Acompañaban los reportajes sobre las cruentas ofensivas -como la del “Tet” en 1968- los enfrentamientos entre la policía norteamericana y los pacifistas que se manifestaban contra la participación de su país en el sudeste asiático.

En aquel entonces, el pacifismo se había convertido en un importante movimiento social alimentado por preceptos religiosos y el abierto rechazo hacia las armas nucleares. Por desgracia, su cometido pacifista traspasó la delgada línea que lo llevó, incluso, a la violencia, al uso desmedido de drogas psicodélicas y al sexo desenfrenado, desbaratando las buenas intenciones de pensadores de la talla de Bertrand Russell o Martin Luther King.

En cuento a la guerra, no podemos negar que, aún después de la caída del comunismo, el armamentismo ha eclipsado progresivamente la paz mundial, no solo por los ingentes gastos para armar los ejércitos, sino también por la proliferación de conflictos que devastan regiones enteras, que dejan millones de muertos y grandes pérdidas económicas. Todo en nombre de los odiosos nacionalismos, los extremismos religiosos y la sed insaciable por apoderarse de los recursos de otros.

La justificación de las guerras internacionales tiene el mismo origen: la puesta en marcha de una poderosa industria militar y el aumento sostenido del gasto en los ejércitos bajo la falacia de las amenazas externas. Ahora pensemos en los verdaderos ganadores y sus fortunas amasadas, sin excluir a grupos terroristas como Hamás, Hezbolá o las nefastas guerrillas que aún persisten en algunas partes del mundo. De aquí se deduce la larga duración de enfrentamientos como en Vietnam, la guerra civil en El Salvador, o la invasión de Putin a Ucrania.

Las pugnas internas se mueven bajo los mismos pretextos de las grandes conflagraciones. Los conflictos de intereses, el sectarismo y las lides políticas se reducen a una sola y simple ecuación: alzarse con el poder y mantenerse por largo tiempo en este. Para hacer efectivas estas pretensiones, hay que disponer de grandes cantidades de recursos para comprar la lealtad de los allegados, y evitar que se rebelen si no ven las recompensas disponibles. Así mismo, el “negocio” necesita contar con una fuerza especial para reprimir cualquier sedición posible y que el sistema no se desmorone el día menos pensado. Ahí es cuando entran en juego las llamadas “fuerzas del orden”, principalmente las milicias populares que respaldan a los autócratas de hoy.

En resumidas cuentas, la paz nunca será posible mientras impere la codicia por los recursos y el lucrativo negocio de las armas; todo lo demás es entretenimiento de Hollywood, idealismos de académicos y trifulcas de gamberros en las redes sociales.

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