Por: Mario E. Fumero
Estamos viviendo un panorama sombrío a nivel mundial en la celebración de las Navidades de este año, y es que el fantasma de la división, el antagonismo y sobre todo la crisis económica afecta a todo el mundo, pero más agudamente a los países del tercer mundo.
Vivimos tiempos convulsionados, la humanidad se encuentra al borde de una Guerra Mundial, esto hace que la economía de los países pobres sienta la repercusión indirecta de lo que ocurre en el resto del mundo, y Honduras no es la excepción. La guerra entre Ucrania y Rusia, de Israel con Hamas y la tensión entre Venezuela y Guayana, más la crisis política de Estados Unidos y China, nos dejan ver tiempos muy peligrosos.
No podemos negar que el panorama político ha opacado las celebraciones navideñas, principalmente en la clase pobre que cada día crece más debido al desempleo y a ambición humana. La población vive preocupada por los altos precios que tiene la canasta básica, y por la disminución del poder adquisitivo de muchos trabajadores. Por otro lado, la gente humilde, pese a la crisis económica, no tienen una estrategia diseñada para hacer frente a lo que viene en enero, y muchos derrochan sus aguinaldos atraídos por la oferta mercantil, que acuden al crédito fácil para después al venir los primeros meses del 2024 correr a las casas de empeño para hacer frente al panorama de enero y febrero, en donde los gastos se disparan al comenzar las clases de los hijos.
Por otro lado, el concepto de la Navidad se ha deteriorado desde hace años, ya que celebramos el mensaje de paz en la tierra, y de la buena voluntad de los hombres haciendo ruido con cohetes y pólvora, y estando muy lejos de tener buena voluntad de enfrentar una crisis que nos llevará una catástrofe económica de dimensiones impredecibles
Las Navidades debería ser una fiesta de unidad familiar, pero el panorama que vemos es de una división cada vez más aguda, y todo originado por la radicalización de ideologías políticas e intereses personales. Mi consejo es que pensemos en el sombrío año que viene, y tratemos de celebrar una Navidad en austeridad y unidad, rogándole a Dios que nos dé coherencia y que predomine en los políticos de todos los partidos un atisbo de lucidez para entender que toda división trae destrucción, y el panorama mundial nos coloca en sumo riesgo de una gran hambruna, por lo que debemos unirnos y hacer frente a los grandes peligros que hoy amenazan la humanidad.
Que el espíritu de amor, fraternidad y buena voluntad pueda manifestarse, y que unirnos como familias oremos para que el panorama de los acontecimientos internacional no repercuta en nuestro país, y para que la división política existente en la actualidad pueda ser superada, porque de lo contrario, el 2024 será un año peor que el 2023.
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