Negociar sin claudicar o traicionar principios

MA
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26 de diciembre de 2023
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12:01 am
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Negociar sin claudicar o traicionar principios

Independencia y recuperación patria

Abog. Octavio Pineda Espinoza(*)

En la práctica de la política siempre se dan contradicciones entre quienes ostentan el poder y quienes son oposición por decisión del electorado. La gobernanza requiere que se busquen acuerdos, consensos y negociaciones entre los representantes del gobierno y los partidos de oposición, en particular esto es más visible y concreto en el Congreso Nacional que es el órgano político y deliberativo por excelencia y que exige a sus miembros diversas habilidades que permitan llegar a soluciones viables a las diferentes problemáticas de los pueblos. Habilidades como la tolerancia, el respeto, por el contrario, la capacidad de convencimiento, la paciencia, la humildad y el manejo de la Constitución y de los cuerpos legales propios del Poder Legislativo.

Desafortunadamente en Honduras la clase política ha perdido esas herramientas tan importantes y en particular quien dirige el CN, el señor Redondo, carece de las más elementales capacidades que permitan a las diferentes bancadas ahí representadas, tener un diálogo abierto, franco, sincero, claro, proactivo, es decir, ser él como primus inter pares, no solo un amigable componedor sino que también el canal inteligente para llegar a un punto medio que permita gobernabilidad en el país. Su nivel de comprensión de la problemática nacional y de los caminos adecuados para llegar a negociaciones fructíferas es tan mínimo, que termina sustituyendo esas capacidades por la imposición, la amenaza, la diatriba, la persecución, el capricho infantil, la interpretación errónea de la Carta Magna y de la Ley Orgánica del primer Poder del Estado.

En nuestra realidad cotidiana no podemos obviar que el CN tiene más de 110 días sin sesionar, una tercera parte de la legislatura y que las aproximaciones hechas desde el oficialismo han sido guiadas más por impulsos que por análisis frío y congruente, lo que los ha llevado a utilizar las peores tácticas de la política como ser la compra de conciencias, las amenazas, las presiones institucionales en el caso de diputados y alcaldes, la persecución política, la descalificación, la trampa, el engaño perverso, lo que al final ha sido leído e interpretado por la mayoría de la oposición que busca acuerdos dentro del marco de la Constitución.

En esa dinámica el Partido Liberal ha sido quizás el que más ha sufrido, primero por la falta de entendimiento que la ciudadanía nos ubicó en la oposición constructiva y que, desde ahí, debemos edificar un retorno al poder y no, esperando a que las migajas caigan de la mesa de los poderosos para salir corriendo tras ellas olvidando nuestra historia, nuestros principios partidarios, nuestros estatutos y demás legislación interna así como haciendo oídos sordos a las resoluciones del Consejo Central Ejecutivo que es su órgano máximo, que fija las posiciones que la institución debe tener en todos los asuntos de carácter político, legislativo y de toda índole general y organizacional.

Segundo, comprendiendo que negociar es bueno, normal y hasta saludable cuando se hace sin claudicar en los principios propios, sin anteponer intereses personales o de un grupo a los intereses generales de la sociedad y a los del mismo partido político que nos reclama unidad y disciplina en primer lugar, legitimidad, democracia, transparencia, rendición de cuentas, responsabilidad en la toma de decisiones, respeto a la Carta Magna y a la ley como único marco aglutinante del pueblo hondureño.

Dentro del liberalismo debemos estar claros que, si aspiramos o queremos retomar la confianza del pueblo hondureño, se debe actuar con ecuanimidad, con respeto irrestricto al mandato ciudadano que nos ubicó en la oposición para ser ese peso y contrapeso de la democracia, que el camino es la defensa de la Constitución y de la legalidad y que las actuaciones de nuestros diputados deben estar enmarcadas en esos intereses generales y no, en las aspiraciones personales de ellos mismos, los que anteponen eso a la institución lo mejor que pueden hacer para no hacerle daño, es hacerse a un lado o trasladarse definitivamente a la bancada de gobierno.

El país requiere que exista diálogo, consenso y acuerdos, pero también que los mismos sean legales, constitucionales y legítimos. El deterioro del Poder Legislativo es preocupante y un mal síntoma de la enfermedad de nuestra democracia. Para construir patria hay que evitar esos candidatos mesiánicos que surgen cuando los partidos políticos han perdido su músculo entre el electorado porque se han convertido en las haciendas particulares de 1, 2 ó 3 abusivos que se creen dueños de los mismos y que desnaturalizan su función social, eso pasa en este momento con todos los partidos en Honduras y es momento de rectificaciones y cambios.

Hay que aprender a negociar desde los principios y no, desde los intereses de unos cuántos!

(*) Abogado y Notario. Catedrático Universitario. Político Liberal.

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