Esquina del reportero: Dos anuncios; tres cantores

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28 de diciembre de 2023
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Esquina del reportero: Dos anuncios; tres cantores

Por: Luis Alonso Gómez Oyuela

Cuando hablamos de la Navidad y celebramos el nacimiento de Jesús, desconocemos los orígenes de este singular evento histórico de la humanidad. Navidad es la fiesta del mundo, pero no es el cumpleaños el Jesús el Hijo de Dios. Para muchos historiadores y círculos religiosos es una festividad pagana.

En el evangelio de San Lucas capítulo 1 encontramos tres hechos sobresalientes que dieron lugar al nacimiento del Rey de los judíos y, como tal era necesario preparar la avanzada e informar al pueblo la inminente aparición del que sería el libertador de Israel.

El versículo 5 de este capítulo menciona la aparición del Ángel Gabriel a Zacarías para predecir el nacimiento de Juan. “Hubo en los días de Herodes, rey de Judea, un sacerdote llamado Zacarías, de la clase de Abías; su mujer era de las hijas de Aarón y se llamaba Elizabeth”. Dios intervino después de 400 años de silencio. Cronológicamente, Lucas comenzó en el Nuevo Testamento. En su relato retrocedió hasta el nacimiento de Juan el Bautista, cuando el Ángel Gabriel apareció al padre de Juan, que servía en el templo. Los padres de Juan eran Zacarías y Elizabeth.

Zacarías significaba Dios recuerda y Elizabeth, su juramento. Uniendo los dos términos la frase, es Dios recuerda su juramento. ¿Cuándo pronunció Dios un juramento? El Salmo 89:34-37, registra la ocasión: “No olvidaré mi pacto ni mudaré lo que ha salido de mis labios. Una vez he jurado por mi santidad y no mentiré a David. Su descendencia será para siempre y su trono como el sol delante de mí. Como la luna será firme para siempre y como un testigo fiel en el cielo”.

Aquí vemos a una pareja de ancianos sin hijos, lo cual era una desgracia para una mujer hebrea. Era el triste caso de Elizabeth. Y Zacarías, perteneciente a la tribu de Levi, servía en el templo. Entonces, aconteció que ejerciendo el sacerdocio delante de Dios, según el orden de su clase, le tocó en suerte entrar, conforme a la costumbre del sacerdocio, en el santuario del Señor para ofrecer incienso. Entonces se le apareció un ángel del Señor puesto de pie a la derecha del altar del incienso. Al verlo Zacarías se tubo y le sobrecogió temor.

Pero el ángel le dijo: Zacarías, no temas, porque tu oración ha sido oída y tu mujer Elizabeth dará a luz un hijo, y le pondrás por nombre Juan. Tendrás gozo y alegría, y muchos se regocijarán por su nacimiento, porque será grande delante de Dios. Será lleno del Espíritu aun desde el vientre de su madre. Después de aquellos días su mujer quedó embarazada.

El siguiente anuncio fue la anunciación de la llegada del Rey. Al sexto mes del primer anuncio, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea llamada Nazaret, a una joven virgen que estaba comprometida para casarse con un hombre que se llamaba José de la casa de David; y el nombre de la virgen era María. Entrando el ángel a donde ella estaba, dijo: ¡Salve, muy favorecida! El Señor es contigo; bendita tu entre las mujeres.

Pero ella, cuando lo vio, se turbó por sus palabras, y pensaba qué salutación sería esta. Entonces el ángel le dijo: María no temas, porque has hallado gracia delante de Dios. Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo, y llamarás su nombre Jesús. Este será grande, y será llamado Hijo del Altísimo. El Señor Dios le dará el trono de David su padre; reinará sobre la casa de Israel para siempre y su reino no tendrá fin.

Entonces María preguntó al ángel: ¿Cómo será esto?, pues no conozco varón. Respondiendo el ángel, le dijo: El Espíritu Santo vendrá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por lo cual también el santo ser que va a nacer será llamado Hijo de Dios. Y he aquí su parienta Elizabeth, la que llamaban estéril, ha concebido hijo en su vejez y este es el sexto mes para ella, pues nada hay imposible para Dios.

Entonces María dijo: aquí está la sierva del Señor; hágase conmigo conforme a tu palabra, y el ángel se fue de su presencia. En aquellos días, levantándose María, fue de prisa a la montaña, a una ciudad de Judea; entró en casa de Zacarías y saludó a Elizabeth. Y aconteció que cuando oyó Elizabeth la salutación de María, la criatura salto en su vientre, y Elizabeth fu llena del Espíritu Santo.

Después de este encuentro surgen tres cantos de alabanza descritos en este mismo capítulo. Elizabeth exclamó a gran voz, bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre. Por su parte María exclamó: Engrandece mi alma al Señor y mi espíritu se regocija en Dios mi Salvador, porque ha mirado la bajeza de su sierva. Zacarías también elevó un canto de alabanza: “Porque nuestro Dios, en su misericordia, nos trae de lo alto el sol de un nuevo día, para iluminar a los que viven en la más profunda oscuridad, para dirigir nuestros pasos por el camino de la paz”.

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