Alegrones y vislumbres en la política de 2024

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29 de diciembre de 2023
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12:05 am
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Alegrones y vislumbres en la política de 2024

¿Vuelven los oscuros malandrines del 80?

Por: Óscar Armando Valladares

Igual que en el triunfo de Jair Bolsonaro en Brasil, la ultra fiel del sistema político -ubicado al lado opuesto del corazón-, bate palmas a finales de año con el gane amplio de Javier Milei en Argentina, otra vez esperanzada en que Latinoamérica se libre del “comunismo”, por ende, de los regímenes “totalitarios” que propugnan las ideas diabólicas de Marx y Lenin, que importan el modelo de Hugo Chávez concebido en términos de socialismo del XXI y que, en su defecto, retornen para la seguridad hemisférica gobiernos fuertes, con cuyas armas mantuvieron a flote la ley y el orden en los tiempos rebeldes de la guerra fría.

En principio y por principios, vale anotar lo que este sector a ultranza oculta en sus alegatos: que en absoluta mayoría los estados -a lo largo de la historia- han sido regidos por la política afín a su ideología y en la que por supuesto figuraron militares notorios de dilatada estadía, como lo fueron, verbigracia: Batista, en Cuba: Trujillo, en la República Dominicana; Pérez Jiménez, en Venezuela; Pinochet, en Chile; Carías Andino, en Honduras; los Somoza, en Nicaragua y… dejemos de sumar. Es que la normativa del statu quo -hecha a la medida y protección de sus intereses- facilita el acceso político de sus líderes y partidos, preconiza la democracia cautelada y, de nueva cuenta, hace de la tele su arma mediática por excelencia, posesión y posición en extremo ventajosas con que las administraciones conservadoras hegemonizan por lo general el mando del Estado, con el obsecuente beneplácito del poder externo: los Estados Unidos.

Con la excepción de Cuba -excepción heroica-, los gobiernos de signo político socialista escasean en verdad, les es difícil mandar y sortear las amenazas de sus opositores enrolados casi siempre con las directrices del imperio. Producto de una revolución popular, el gobierno de la mayor de las islas del Caribe resiste admirablemente, a pesar del bloqueo comercial que es víctima su pueblo, de las amenazas y sanciones, de la base naval surta en Guantánamo y del desaparecimiento físico de Fidel, su comandante emblemático. Aun con las dificultades internas y las presiones foráneas, la revolución cubana sigue en pie, inquebrantable, a pocas millas del coloso del norte.

También en la patria chica de Francisco Morazán, el ascenso de Milei ha despertado -entre la reacción opositora- un entusiasmo reconfortante, amplificado por analistas, académicos, moderadores y más, como si bajo el “caso” argentino pudiese facilitarles las cosas. Por ejemplo, el retorno dictatorial de otros 12 años, o como si al influjo de Milei tuviese los días contados el gobierno; por cuanto, de lo contrario, el fantasma del comunismo nos dejará sin aliento; de lo contrario, el país irá camino de Venezuela y Nicaragua (aunque a Haití no lo equiparán); de lo contrario, iremos de mal en peor por culpa de “Mel” y el redondo presidente del Congreso Nacional.

En serio y en verdad, mientras los fraudes electorales, la propaganda política y religiosa, la corrupción y la represión armada se mantengan tan campantes, los gobiernos de derecha y los que se apedillan “del centro” mantendrán su hegemonía y la democracia al uso. Excepcionalmente, empero, surgirán de cuanto en cuando gobiernos socializantes -como el de Xiomara Castro- al empuje de los pueblos sumidos en la pobreza y la desesperanza.

Bajo esta intacta realidad, en 2024 -año en que se abrirá la etapa preelectoral con miras a los comicios generales de 2025-, arreciará sin duda la campaña anticomunista sobre el gobierno y el Partido Libre. Y sin duda alguna, en boca del BOC estarán prestos los alegrones resultantes de un Milei, un Guaidó, un Bolsonaro, un JOH (que -se dice- retornará vivito y coleando), alegrones efímeros como aquellas llamaradas que se hacen con las tusas secas del maíz.

Ítem más: por dificultoso que parezca y por complicado que se vislumbre, no hay por qué descartar que otra mujer perfile su liderazgo y, con el voto ciudadano, continúe casualmente la gestión refundadora de Xiomara Castro.

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