Qué mal anda la Policía. Esa pretendida estrategia de maquillar datos y correr a dar avances de su dizque investigaciones, sobre todo en casos emblemáticos, no les está funcionando para nada. Ellos solitos, empezando por los altos mandos, se ponen tecolillas unos con otros, empezando por el ministro de Seguridad, la viceministra y no digamos el vocero policial, que ya tiempos anda por la chingada grande con sus “versiones oficiales”. Recordemos el caso de aquel barrista del Real España que se echaron ellos mismos en un barrio marginal de San Pedro Sula. Igual cuando fracasaron los tres muchachos que fundieron en los exámenes físicos para convertirse en cadetes policiales. Y la última: el caso de las tres jóvenes que esta semana han acaparado el interés de todos los hondureños por la forma grotesca en que fueron ultimadas en las Islas de la Bahía. Corrió ese vocero a anunciar cuando levantaron sus cuerpos del lugar en que fueron halladas al interior de un vehículo, corrió decíamos, a asegurar oficialmente que no tenían rastros de sangre ni orificios de armas punzocortantes, lo que hizo suponer que entonces las muchachas habían sido asfixiadas y estranguladas. Y vaya ¡qué chasco! Los resultados de las autopsias practicadas en San Pedro Sula establecen que las tres víctimas tenían un disparo en la cabeza. Y entonces? A quién creer? Igual: los datos de homicidios y resultados de operativos para combatir la criminalidad que divulgan a cada rato, en nada coinciden con las minuciosas cifras que manejan las diferentes entidades de sociedad civil. Y el pueblo no se engaña.
Adalid González Z.
Colonia Kennedy
Tegucigalpa, M.D.C.
