Mentiras sobre derechos humanos en Honduras

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16 de enero de 2024
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01:06 am
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Mentiras sobre derechos humanos en Honduras

Ángela Marieta Sosa

Creer que, en Honduras, quien se dedica al ejercicio de un cargo público en derechos humanos, es una santidad de garantías en derechos fundamentales, es como creer que un inconverso al volverse cristiano dejará de pecar, quizá peque menos porque es consciente del pecado, como debería de ser menos violador de derechos humanos un garante en la función pública, pues a mayor conocimiento, mayor responsabilidad “se supone”. Pero la reflexión es: si las personas que ocupan altos puestos en este rubro son altamente preparadas, expertas y además con poder público otorgado por pedigrí político y familiar, ¿por qué irrespetan y violentan los derechos humanos positivizados de los gobernados: (empleados públicos, usuarios de la administración, sociedad civil, empresa privada nacional e internacional etc.)?

Responder como es merecido crearía contenido para varios libros, pero a grandes rasgos, déjenme decirles que Honduras posee todas las condiciones estructurales y sistemáticas gubernamentales para violentar los derechos humanos de su ciudadanía; ¿qué condiciones?: sus gobernantes ateos y/o agnósticos practican descaradamente sobre el pueblo, populismo, concentración de poder, corrupción, dedocracia, autoritarismo, demagogia, abuso de autoridad, inseguridad ciudadana y de alto impacto sobre todo hacia la mujer en estos últimos años a causa de alto índice de femicidios y feminicidios en el país.

Un artículo no basta, para evidenciar la manipulación demagógica política de los derechos humanos, así como la instrumentalización de estos para beneficios más individuales que dé alto impacto poblacional en sociedad civil. El elitismo en las organizaciones dedicadas a este rubro existe, la descendencia dinosáurica, asume puestos muy bien remunerados, en los que, desde la abundancia y comodidad económica, poco o nada les importa la paupérrima satisfacción de derechos fundamentales de la hondureñidad, contrario sensu lo que sí importa es cumplir los compromisos políticos creados en el tracto sucesivo concupiscente que les antecede.

Siendo así, con rarísimas excepciones, las mentiras más frecuentes y consolidadas en derechos humanos en Honduras son: Primera: ser ministr@ de derechos humanos, es garantía de satisfacción, respeto y protección de derechos humanos, falso: no crea en “sant@s que orinan”, ni que alguien por ocupar un cargo de alto perfil en derechos humanos, no violentará los derechos de las personas que ahí trabajan; la historia reciente demuestra que la reincidencia de abuso de poder de esas autoridades es progresiva; dicen por ahí que para que la cuña apriete tiene que ser del mismo palo… solo que aquí, el palo que sujetan las y los borrachos de poder, es el envenenado por complejos napoleónicos, nazis y mussolínicos no superados. Por supuesto que existen profesionales menos dañinos sobre todo en mandos intermedios, pero en su mayoría son la antítesis del cargo público que ostentan y el servicio en derechos humanos por el cual se les paga.

Segunda: las personas que se dedican al rubro de los derechos fundamentales desde espacios de organizaciones no gubernamentales de sociedad civil, son gurús de la paz, pacifistas mediadores y su único interés es ayudar a la población hondureña vulnerable, falso: ni son pacíficos, ni su único, ni primer interés es ayudar a los demás, primero ellos, segundo ellos y tercero ellos; y es que en países como los nuestros existen todas las condiciones para vender proyectos remasterizados de “víctimas, victimarios y revictimización en derechos humanos”, que dicho sea de paso son muy bien pagados por organizaciones internacionales que a la vez necesitan justificar la inversión selectiva y paliativa en cuanto al terrible contexto de violaciones a derechos humanos en que se vive en Honduras.

Tercera: solo los policías y militares violentan los derechos humanos de la ciudadanía, falso: más daño hacen al pueblo: los vividores de los derechos humanos, los gobernantes corruptos que empobrecen, los funcionarios que abusan, persiguen y denigran, las organizaciones no gubernamentales testaferr@s que solo denuncian y no crean refugios para víctimas; que un policía y un militar que en su mayoría sirven y protegen y cuyo deseo de superación se forja en el camino de la disciplina y la excelencia. Lo que pasa es que ha estos actores abusivos de sociedad civil nadie les cuenta las costillas, bajo la premisa dinosáurica de que solo ellos pueden hacerlo.

Magíster en Derechos Humanos

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