¿TOMAR EJEMPLOS?

MA
/
16 de enero de 2024
/
12:25 am
Síguenos
  • La Tribuna Facebook
  • La Tribuna Instagram
  • La Tribuna Twitter
  • La Tribuna Youtube
  • La Tribuna Whatsapp
¿TOMAR EJEMPLOS?

LOS guatemaltecos ya suman varios gobiernos inútiles; su país marchando, a medio vapor, en piloto automático. A ver si este que llega satisface las expectativas. ¿Qué no hicieron para detenerlo? Hijo de un buen expresidente, entró a la política arropado en un movimiento, igual a él, bastante desconocido. Dio la sorpresa, en la primera vuelta, gracias al desencanto generalizado. Obtuvo el segundo lugar, desplazando al candidato oficialista, para disputar el repechaje con la doña ex primera dama –imagen de la clase política indeseable– que siempre gana la primera tanda, pero pierde las generales. Con el bulto de indignados –en contra de lo mismo– arrasó en las elecciones. Pero el oficialismo, ni corto ni perezoso –utilizando las armas de una fiscalía servicial– le montó una insidiosa cacería. Persecución judicial contra su movimiento Semilla, intentando sacarlo de la pasarela de la segunda vuelta, para que trepara el oficialista fuera de competencia, relegado al tercer lugar. Ya como presidente electo, persisten las maniobras para inhabilitarlo. Tortuoso camino hasta las últimas horas de la toma de posesión, cuando –capeando una y otra tormenta– casi de milagro es juramentado, segundos antes que la carrosa de Cenicienta se convierta en calabaza.

Cuando el sistema democrático medio funciona; y la clase política y sus impertinencias no han conseguido destartalarlo del todo –por más que el poder quiera enquistarse– la fuerza de un río crecido es imparable. La presión interna e internacional rompen la inercia. Argucias de este tipo no han sido privativas de pueblos tercermundistas. Allá en Washington –ocurrió recientemente– pese a las múltiples artimañas para darle vuelta a los resultados de la votación en varios estados, y la toma del Capitolio, no pudieron impedir la certificación que compete al órgano legislativo y el traspaso de poder. Nada costaría a los políticos –para evitarse el infructuoso esfuerzo de querer resistir la voluntad popular– tomar ejemplos de la naturaleza. Lo que, a propósito, nos trae a la memoria la impresionante sensación que produce en cualquiera, presenciar la virulencia de aguas desbocadas. Sucedió los primeros días en que el bíblico diluvio desató su furia sobre el territorio nacional. Veníamos de la costa norte donde presumimos estarían focalizadas las inundaciones. Allá nos enteramos de los estragos en Tegucigalpa, además de cómo la obstinada tormenta se ensañaba en todo el país. Nada conseguía capear el paso destructivo de la tromba demoledora. Rodeando el trayecto, por el atajo de Río Lindo, ya que la carretera que conduce de la capital a San Pedro Sula se había desprendido a pedazos, pasamos por el puente contiguo al tramo que conduce a occidente. Lo hicimos a pie. Durante unos minutos, a medio cruzar, nos detuvimos, apoyados en el barandal –en retrospectiva un acto irresponsable ya que la infraestructura temblorosa de concreto en cualquier momento podía sucumbir– a observar anonadados la iracunda corriente de aquel río enardecido. Las crecidas aguas arrastraban trozos de madera y piedras de los derrumbes. La tierra de cerros arañados por las afiladas garras de la bestia que rondaba, día y noche, azotando poblados indefensos, de uno a otro confín. Segundos después de haber cruzado, escuchamos un estruendo estrepitoso. Volteamos a ver atrás. El puente había colapsado.

(¿Alguna moraleja habrá –entra el Sisimite– en la relación de estas historias? -Pues diría que sí –responde Winston– el temor de muchos que el poder pueda hacer esto o lo otro para eternizar. Nunca hay que menospreciar, apelando a la metáfora de los ríos crecidos que se llevan todo a su paso, que el poder real descansa en la voluntad popular. -Ajá –riposta el Sisimite– ¿y los que se perpetúan atornillados en el trono? -Sí, por eso se advierte –responde Winston– que la alternancia es posible cuando el sistema democrático no esté roto del todo. Si es a las autocracias que te referís, tarde o temprano también caen. Bien dice la sabiduría popular: “No hay mal que dure cien años, ni cuerpo que lo resista”).

Más de Editorial
Lo Más Visto