La Constitución de 1982

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17 de enero de 2024
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La Constitución de 1982

Independencia y recuperación patria

Abog. Octavio Pineda Espinoza(*)

El día 20 de enero de 1982 se publicó en el Diario Oficial La Gaceta número 23,612, el Decreto No. 131, de fecha 11 de enero de 1982 que dio lugar a la creación y entrada en vigencia de la Constitución de la República de Honduras que está vigente desde entonces en nuestro país. Tenemos un texto de la Carta Magna joven, con apenas 42 años, que demarca lo nuevo y frágil que es nuestra imperfecta democracia y el proceso que la misma ha seguido pese a los diversos embates, violaciones y erróneas interpretaciones que se han hecho y se hacen del texto constitucional.

Aun así, de las 16 constituciones que ha tenido Honduras a lo largo de su historia, incluyendo las 3 como miembro de la fallida Federación de Estados Centroamericanos, la del 82 es la Constitución que más ha perdurado en el tiempo de todas, lo que es un testimonio de su fortaleza, su validez, resiliencia y vigencia como único marco aglutinante de la sociedad hondureña lo que además atestigua también, la visión, la congruencia y la seriedad con la que la elaboraron los constituyentes que son los verdaderos padres de la patria ya que elaboraron dicho texto con enorme amor al país y con la fe que serviría para fortalecer las instituciones que se crearon a partir de entonces.

Recién pasó el día 11 del presente mes el aniversario de tan importante acontecimiento sin que nadie, en particular el Congreso Nacional y los otros dos poderes, la academia o alguna institución estatal o no estatal, celebrara o remembrara el mismo tal y como se hace en todas las naciones demócratas de la tierra, lo que indica tristemente, el poco interés y apego al documento más importante que tenemos los ciudadanos y del cual emanan todos nuestros derechos y deberes cívicos así como el de aquellos que nos mal gobiernan, muchas veces violentando el espíritu y la letra de dicho texto.

Y es que, los aspirantes a dictadores todos son iguales, les estorba la Constitución porque ahí están los límites a sus bastardos apetitos pseudo político-ideológicos, porque en sus 379 artículos, 8 títulos y 43 capítulos se establecen las bases del funcionamiento de una sociedad democrática, republicana y representativa de corte liberal, así como la organización y funcionamiento ideal de los mal llamados poderes del Estado así como los principios fundamentales sobre los cuales debe regirse una nación que es propiedad de todos, a los que los demagogos nos llaman “el soberano” solo cuando les conviene porque al final quieren mandar a su antojo sin límites como si Honduras fuera su hacienda particular.

Es por esas razones que los gobernantes actuales, al igual que lo hizo JOH, desprecian a la Constitución, la denigran, la incumplen, la mal interpretan, la llenan de lodo diciendo que no es adecuada para nuestros tiempos a pesar que en su juramento de toma posesión lo primero que dicen es: “Prometo ser fiel a la República, cumplir y hacer cumplir la Constitución y las leyes” y después se la pasan por “salva sea la parte”, pretendiendo ignorarla porque no se acomoda a sus pretensiones dictatoriales y porque el delito de traición a la patria ahí establecido no es prescriptible y se puede deducir en cualquier tiempo.

Con frecuencia señalo en las aulas universitarias, en entrevistas y participaciones radiales que el problema de Honduras no es la Constitución de la República y que la misma no es obsoleta, como dicen un puchado de leguleyos impulsados por el tilín, tilín y por intereses sectarios, el problema es que, aquellas autoridades, funcionarios, empleados del Estado y del pueblo, comenzando por el Presidente de la República no la cumplen en sus cabales términos y que no les enseñamos a nuestros niños en las escuelas y en los colegios el texto, valor y significado de la Constitución, de modo tal que aprendan a quererla, respetarla y venerarla como la Biblia del ciudadano desde temprana edad para que después, cuando sean alcaldes, diputados, ministros, funcionarios gubernamentales y presidentes, la sepan respetar y hacer valer, ese es el único camino para mantener la democracia y para hacerla florecer de verdad.

La Constitución es un documento tan fundamental que en países serios no se puede cambiar de la noche a la mañana, tal es el ejemplo de Chile que recientemente tuvo dos intentos del presidente Boric, izquierdista de cafetín, de cambiar la Constitución vigente y ambos fracasaron en la consulta hecha a los ciudadanos del hermano país. Los españoles veneran la Constitución del 78 a pesar de un intento de golpe de Estado, celebran con respeto todos, gobierno y oposición su vigencia y su fortaleza legal como deberíamos hacerlo nosotros entendiendo que las instituciones, las leyes son tan valiosas y efectivas como las personas que las cumplen y las hacen cumplir.

Que la Constitución se puede mejorar?, claro, por eso los constituyentes fueron tan sabios que la redactaron de tal forma que se pueda modificar o reformar en el 95% de su articulado y en efecto, la Carta Magna ha sufrido varias reformas para acomodarla a los nuevos tiempos, lo que pasa es que a los aspirantes a dictadores, los tránsfugas, los vende patrias, los narcos, los lavadores de activos, los que están en los pactos de impunidad del PN y de Libre no la quieren porque no les sirve para hacer y deshacer en Honduras a su antojo, y así, la vilipendian, la atacan, la denigran y finalmente no la cumplen y ponen a interpretarla al gusto de ellos a tristes figuras que no deberían ostentar el título de abogados y mucho menos de ciudadanos.

(*) Abogado y Notario. Catedrático Unah. Político Liberal.

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