Rafael Heliodoro Valle y el Perú en 1926

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20 de enero de 2024
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Rafael Heliodoro Valle y el Perú en 1926

Por: Jorge Raffo*

“Y para qué, niña bella,
me pides un madrigal?
es darle luz a una estrella,
darle rosa a un rosal”.
(Poema dedicado a la limeña Faustina Gastañeta Iglesias por Rafael Heliodoro Valle, Perú, 1926).

Valle tenía treinta y cinco años cuando este poema fue publicado en la revista “Mundial” Nro. 292 el 15 de enero de 1926; su calidad como poeta era ya conocida en la tierra de los incas donde, en varias ocasiones, había sido invitado por Andrés Avelino Aramburú -propietario y director de la revista “Mundial”- a publicar sus creaciones. El hebdomadario tenía la particularidad de contar entre sus colaboradores a intelectuales que después serían figuras de las letras peruanas como César Vallejo, José Carlos Mariátegui, José Santos Chocano y Luis Alberto Sánchez, entre otros.

¿Cómo llegan los poemas de Valle al Perú? “Durante su paso fugaz por Guatemala conoce a José Santos Chocano y se relaciona con el intelectual hondureño Salatiel Rosales empezando la colaboración con revistas y periódicos continentales” (Ramos, 2023), particularmente sudamericanos. El poeta Chocano, cuando regresa al Perú, habla sobre Valle en los círculos académicos de Lima y despierta el interés de Aramburú que tenía el proyecto de expandirse periodísticamente hacia Centroamérica aprovechando las nuevas rutas abiertas por los vapores de la “Pacific Steam Navigation Company” (PSNC). La lectura de “Ánfora Sedienta” (1922) lo convence de que Valle debe formar parte de la pléyade de escritores de “Mundial”, una revista que constantemente nutría a sus lectores de novedades tanto con noticias de actualidad, inventos como con misceláneas literarias. Valle colaborará con el hebdomadario peruano hasta 1931, año en que Aramburú, encarcelado por cuestiones políticas por un gobierno de facto al que la libertad de prensa le era molesta, tuvo que declararse en quiebra y cerrar.
Faltan cinco años para que esa tragedia se desate, por el momento Aramburú tenía dos preocupaciones: ¿cuál sería la “puerta de entrada” de Valle ante los lectores peruanos de toda edad y condición? y ¿cómo lograr que los limeños se fidelicen con la poesía de Valle? Primero debía establecer contacto con el vate hondureño para interesarlo en su proyecto. No podía recurrir a Chocano que se encontraba envuelto en un juicio penal por la muerte de Elmore, otro poeta. Gracias al apoyo del periodista panameño Dionisio Robles -que era corresponsal de la revista- se hicieron los primeros tanteos. Valle respondió afirmativamente y se convino en que los primeros aportes literarios serían en la sección “Álbums limeños”, espacio con el que confiaban alcanzar los objetivos iniciales: el de divulgar progresivamente los escritos de Valle y ganar las preferencias del público lector hacia él.

“Álbums limeños” fue la ingeniosa creación de Robles. Tomaba el rostro de una bella dama de la sociedad limeña e invitaba a un grupo de poetas (experimentados o amateur) a que publicasen los versos que aquella belleza les inspirase. La revista se permitía además publicar la creación de un lector desconocido al que solían poner un inconsulto seudónimo para evitarle la mofa de los lectores si los versos no eran buenos. Cortesía periodística con el afán de descubrir nuevos artistas. Una vez terminada la selección, los poemas eran impresos conjuntamente con la foto de la joven musa.

Valle conocía la cobertura de “Mundial” porque había estado en el Perú, “había sido invitado por Raúl Porras (diplomático e historiador peruano) para el centenario de la batalla de Ayacucho en 1924 y esa estancia le sirvió para ahondar sus vínculos con la intelectualidad peruana” (Arosemena, 2023). El siguiente poema del humanista hondureño apareció en la Revista Mundial Nro. 293 dedicado a la limeña María Cornejo Parró el 22 de enero de 1926:

“Rosal que en el blando
te engríes multifloro
y tu hermosura exaltas,
déjame que, temblando,
quede mi polen de oro
sobre tus rosas altas”.

El esfuerzo peruano por brindar una plataforma periodística a la obra de Rafael Heliodoro Valle debe ocupar un capítulo en las biografías que se vienen preparando sobre este insigne Humanista de América. La buena relación desarrollada entre “Mundial” y Valle, así como el testimonio epistolar del vate con las principales figuras de la cultura peruana de la primera mitad del siglo XX, bien podría explicar su justificado cariño hacia la tierra de los incas y el nacimiento de su libro “Visión del Perú” (1941).

*Embajador del Perú en Guatemala.

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