Regreso a clases

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20 de enero de 2024
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12:01 am
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Regreso a clases

Por: Elvia Elizabeth Gómez García*

Está por iniciar el ciclo escolar para el sistema monolingüe, conformado en su mayoría por las escuelas y colegios del sector público nacional.

Las tiendas han iniciado su despliegue propagandístico anunciado las ofertas de la temporada, con la finalidad de atraer a los padres de familia a comprar la larga lista de útiles escolares. Si bien el sistema público no establece cobros por matrícula, esto no conlleva la dotación de todos los implementos necesarios para los niños que asisten a los salones de clase.

La educación debe ser un espacio en el cual todos los que son alumnos se sientan como iguales y no se refleje una diferenciación de clases. Lamentablemente no es lo que sucede. Cada año es más difícil costear el alto precio de cuadernos, uniformes y todo lo necesario para que el proceso de aprendizaje sea significativo.

Sin embargo, hay muchos elementos que merecen especial atención. Un estómago hambriento difícilmente podrá poner atención a un maestro poco motivado y mal pagado, al que se le exige cumplir con un programa de estudio con un enfoque inadecuado para nuestro país.

Una niña que debe sentarse en un bloque, un pedazo de madera o en el suelo mismo porque el centro educativo al que asiste no cuenta con el mobiliario necesario, difícilmente podrá desarrollar apropiadamente las habilidades necesarias para escribir con claridad las vocales y consonantes, o trazar líneas o escribir en su cuaderno las tablas de multiplicar, mientras no pueda sentarse cómodamente.

Un niño que debe caminar hasta dos kilómetros para llegar a su escuela, en muchas ocasiones sin usar zapatos porque no tiene, entra a un aula multigrados donde la maestra hace “micos y pericos” para poder atender los diferentes grupos que tiene concentrados en un salón de clase mal acondicionado.

Mafalda, el personaje creado por Quino esgrimió una frase que en pleno siglo XXI sigue teniendo tanta vigencia como cuando fue publicada en la década de los 60 del siglo XX, “De tanto ahorrar en educación, nos hemos hecho millonarios en ignorancia”.

Todos los gobiernos prometen enfocar sus esfuerzos en mejorar la educación pública, enarbolan una bandera de “interés y preocupación” por el futuro del país, pero en la práctica no vemos que se mejoren las escuelas, que se construyan bibliotecas o que se dote de implementos escolares a los centros básicos de educación pública. Se habla de modernizar la educación, pero hay más obstáculos que manos que ayuden en el proceso.

Mafalda expresó también que “La educación es la vacuna contra la violencia y la ignorancia”. Vaya que tiene razón y su argumento se sustenta con las estadísticas que a diario vemos en nuestro país sobre este tema, en donde los jóvenes son los más susceptibles a ser reclutados por el crimen organizado y donde ni el Estado ni la sociedad misma les han creado verdaderas oportunidades.

La universidad también vuelve a clases, con nuevas autoridades que tienen en sus manos el gran reto de encaminar a la máxima casa de estudios. Cuestionada por el descenso en la matrícula de estudiantes, no depende solo de ella que los que han terminado sus estudios medios decidan ingresar. Las condiciones de país son alarmantes y el descontento de la juventud creciente pues no percibe que el estudio sea una “inversión”, ya que, al culminar su carrera las oportunidades de trabajo son mínimas.

Lo anterior va de la mano con el hecho de que el sistema actual nos plantea que el éxito solo es “económico”. En el siglo XIX, Frederick Douglass, un reformador social estadounidense, abolicionista afrodescendiente expresó que “la educación es el único camino para escapar de la esclavitud mental”.

Pero la educación actual nos está empujando a “aceptar” la esclavitud moderna, acondicionarnos en ella y a interpretar como un gran logro el ser explotado por un sistema egoísta y ambicioso.

El regreso a clases debe constituirse en una demostración de democracia, en donde todos los miembros de la sociedad tengan las mismas oportunidades y reciban el mismo trato. En donde el conocimiento que se adquiera sea de la misma calidad, e inclusive superior al que prometen los centros privados, pues como expresara Nelson Mandela “La educación es el arma más poderosa que puedes usar para cambiar el mundo”.

*Profesora universitaria.

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