IMÁGENES Y AVANCES

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21 de enero de 2024
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12:41 am
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IMÁGENES Y AVANCES

LA imaginación es un derecho íntimo de cada persona. También el acto de avanzar o retroceder según las circunstancias. Aquellos que desperdician la capacidad de imaginar cosas trascendentes, saludables o buenas, se auto restringen a las actividades físicas y le cierran las ventanas a su propia capacidad mental, con lo cual no solamente se hacen daño ellos mismos, sino que a los avances del pensamiento, de las ciencias y de la literatura, y por ende, le infieren daño a sus propios pueblos. Para un destacado físico teórico de las primeras décadas del siglo veinte, lo más importante de todo era la imaginación.

Retrotrayendo lo universal al caso particular de Honduras, bien podemos secuenciar y proyectar varias imágenes –en un tiempo más o menos cercano–, con las cuales nos gustaría colocar a nuestro país en los mejores lugares según las iniciativas y capacidades de los habitantes de cada pequeño nicho ecológico. En este caso sería preciso utilizar el concepto de “microcuencas” a fin de potenciar al máximo las posibilidades de los ciudadanos y pobladores jóvenes y maduros de cada lugar.

No estaríamos inventando, por ahora, grandes obras originales, en tanto que otras sociedades actuales ofrecen ejemplos positivos con los cuales destacan frente al mundo, ya sea en forma silenciosa y a veces medio publicitada. Es más, de cuando en cuando los precedentes han aparecido dentro del mismo país. Hace unas cuatro décadas se repetía que en Honduras habíamos contado con “el tercer mejor romanista del mundo”, es decir, experto en derecho romano. Nunca se supo si tal afirmación poseía asidero en la realidad; pero ayudaba a elevar el nivel de autoestima académica. También se afirmaba que en los niveles subacuáticos poseíamos el segundo mejor bosque de corales marinos del planeta, allá por las Islas de la Bahía. No sabemos, hasta la fecha, si ocupábamos el segundo sitio (o tal vez el tercero); pero algo había de cierto en aquella afirmación. De lo que sí estamos plenamente seguros es que unos cincuenta años aproximados hacia atrás, Honduras exhibía uno de los mejores bosques de pinos del planeta. Mismos que han sido diezmados.

Y hace más de veinte años se afirmaba que América Latina practicaba la mejor cobertura de vacunación y extinción contra enfermedades como la poliomielitis, la viruela y el sarampión, y que Honduras llevaba la voz cantante en tales actividades sanitarias. No sabemos, en este punto, cómo es el desempeño real de nuestro país en los años que corren. Ni tampoco en el resto del subcontinente latinoamericano. Sí podemos recordar que en la década del sesenta llegaban unos operarios estatales, vestidos de gris, con el propósito de combatir a los zancudos y reducir los niveles de malaria, fumigando cierto tipo de veneno (inocuo) en los barrios y en los más remotos caseríos interioranos y costeños.

En fecha más reciente el municipio de Cane, en el valle de Comayagua, se postuló como el pueblo más limpio del país. Y otros municipios hablaron de “cero homicidios” durante aceptables lapsos temporales. Tal línea de actividades, de pensamiento y de publicidad real, podemos actualizarla y materializarla en varias coordenadas de la rosa geográfica nacional. Se podría trabajar en dirección a promover, exhibir y luego consolidar a los mejores estudiantes de matemáticas de barrios y ciudades de Honduras. A los mejores ensayistas de pensamiento riguroso y de investigación científica. Y elevar a varios poblados a la condición de los mejores centros turísticos de América Central, con seguridad ciudadana al más alto nivel. Al frente de tanta negatividad que se consume diariamente en nuestro entorno, sería harto saludable luchar por ser los mejores en algo trascendente, a nivel mundial.

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