Carácter permanente

MA
/
24 de enero de 2024
/
12:43 am
Síguenos
  • La Tribuna Facebook
  • La Tribuna Instagram
  • La Tribuna Twitter
  • La Tribuna Youtube
  • La Tribuna Whatsapp
Carácter permanente

José A. San Martín F. *

“Las Fuerzas Armadas de Honduras (FFAA) son una institución nacional de carácter permanente, esencialmente profesional, apolítica, obediente y no deliberante”. (Art, 272 de la Constitución de la República (CR), vigente). Con este artículo inicia el Capítulo X: De la defensa nacional. En él se describe y determina quiénes son las FFAA y cuál es su función. Y nos llama la atención cuando la califica como una institución de “carácter permanente”. Según los diccionarios de la Lengua Española, en este caso, significa que permanece, sin limitación de tiempo, que su función es fija constante e ininterrumpida. Implícitamente declara que, aunque se derogue la Constitución de la República (CR), su ejercicio y misión continúan vigentes dada su permanencia como institución. ¿Acaso sucedería lo mismo con el supuesto caso que se cambie el Congreso Nacional por una Asamblea Nacional Constituyente y esta pretenda eliminarla? Si consideramos el verdadero significado de la expresión permanente, las FFAA deben continuar funcionando de acuerdo con lo que la CR les manda si sucedieran los escenarios señalados.

Hemos leído los criterios y consideraciones de un conspicuo compatriota que señala que “sin la CR no hay FFAA”, porque aquella le dio vida. Y creemos que es cierto, sin embargo, una vez con vida, esta no se la puede quitar, por ser calificada como permanente, a no ser que físicamente este hecho se realice como ha sucedido históricamente, por las consecuencias que provoca las guerras u otras especiales circunstancias.
Las FFAA vivirán siempre y cuando el Estado exista y mientras las amenazas de su esencia, de su seguridad, sean latentemente potenciales, reales. Existirán mientras sean necesarias. El poder político no puede ni debe deshacerse de ellas porque su carácter permanente se lo impide.

Este mundo, polarizado por un sinnúmero de motivantes, en donde los egoísmos y las ambiciones de poder de toda índole mantienen en zozobra los deseos de vivir en paz, con proas visionarias -como lo dijo J. Ingenieros- hacia un ideal de progreso y desarrollo económico y social, “rebelde a la mediocridad”, produjo la necesidad de instituciones que, como las Fuerzas Armadas (militar y policial), se han direccionado para hacer prevalecer la ruta correcta del ser humano, organizado en estados , para alcanzar el bien común y su felicidad. Nada de esto sería necesario en un Estado como el de “Utopía” de T. Moro, porque la naturaleza humana, desgraciadamente, se lo impide. Esta condición es la que ha demandado hacer realidad la creación de las instituciones armadas para mantener la paz, la tranquilidad y el orden social. Por alguna circunstancia, que las hay y muchas, las FFAA pueden desaparecer, pero, inevitablemente, reaparecerán con la rapidez del parpadeo.

Nuestro Estado, nuestra República, al igual que todos en el planeta, ha creado y sostiene sus instituciones para preservar su integridad, física y moral, la identidad que la caracteriza. Entre estos organismos sobresalen sus fuerzas armadas: militares y policiales. Que obviamente, además de poseer su carácter permanente, deben ser mantenidas y sostenidas para que su función produzca los frutos demandados y mucho menos que se extinga; antes bien, deben ser reformadas, actualizadas y mejoradas en el sentido de volverlas verdaderamente efectivas en el mejor desempeño de sus misiones, coadyuvando al fin supremo de bienestar de las personas.
En las planificaciones estratégicas que llevan a cabo la política, como medio para lograr hacerse del poder requerido para gobernar a las sociedades organizadas, las Fuerzas Armadas se convierten en el elemento más importante, fundamental para que los objetivos sean alcanzados. Las FFAA se convierten en la herramienta básica de quienes pretenden utilizarla según los propósitos que buscan, básicamente dos: el que demanda la seguridad que permita el progreso de los pueblos, o el de los políticos que buscan alcanzar sus objetivos personales para beneficio propio.

No obstante, existe un nuevo elemento que considero importante señalarlo: los mandos militares, aquellos que se forjaron dentro de la doctrina y disciplina militar, ¿acaso se convierten en instrumentos de uso particular para los políticos que planean servirse de ellos como si fuesen robots, que no piensan ni poseen criterio propio? Naturalmente que tal cosa no debe suceder. Los mandos militares, hoy en día, poseen, además de las reglas y normas legales que les dictan lo que pueden o no hacer, los conceptos doctrinarios del deber de actuar según los principios éticos y morales que les ordena la diligencia profesional, íntegra y transparente.
El militar, consciente de su estatus permanente como institución, debe mantenerse dentro de los cánones que le impone su superior en mando: la Ley. Así como la seguridad de que nada ni nadie le alterará sus preceptos doctrinarios institucionales ni sus principios éticos y morales en su desempeño y conducta profesional.
La unidad férrea de las FFAA (militar y policial) es la garantía de la existencia institucional y de la preservación del Estado.

*Coronel de Aviación
Excomandante General FAH

Más de Columnistas
Lo Más Visto