¿LA CARRETA?

ZV
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26 de enero de 2024
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12:40 am
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¿LA CARRETA?

REFERENTE a la sentencia lapidaria que nos deja el filósofo Kant –mensaje de una querida amiga– “El sabio puede cambiar de opinión. El necio, nunca”. “Me hizo reflexionar en que el ser humano tiene la virtud de replantearse, sobre todo cuando vemos frustrado algún deseo, alguna ambición, un propósito u objetivo, tenemos el don maravilloso de detenernos a meditar, afrontar que no todo es en nuestro tiempo o con nuestras fuerzas, que existe una fuerza superior que nos detiene y eso tal vez en ese preciso momento no lo entendamos, pero al paso del tiempo nos damos cuenta que fue lo mejor y entonces nos encontramos más fortalecidos para gozar de eso que algún día buscamos y no se dio, y puede ser que sea diferente al que pedimos, pero siempre, siempre será el mejor”. Alusivo a la conversación de cierre: (-A propósito de esa inquina de aquel que dijimos –interviene Winston– de alucinar, a lo Goebbels, con falacias, Kant dejó una sentencia lapidaria: “El sabio puede cambiar de opinión. El necio, nunca”. “Vemos las cosas, no como son, sino como somos nosotros”).

“Al leer la pildorita –escribe una amiga abogada– por alguna razón, se me vino a la mente la historia de la carreta llena y la carreta vacía”: “Caminaba despacio con mi padre, cuando él se detuvo en una curva y, después de un pequeño silencio, me preguntó: Además del canto de los pájaros, ¿escuchas alguna cosa más?”. “Agucé el oído y le respondí: Oigo el ruido de una carreta”. “Eso es –dijo mi padre–, una carreta, pero una carreta vacía”. “Entonces, pregunté a mi padre: ¿Cómo sabes que está vacía, si aún no la hemos visto?”. “Entonces mi padre respondió: Es muy fácil saber cuándo una carreta está vacía, lo sé por el ruido que hace”. “Porque, hijo mío, las carretas son como las personas… cuanto más vacías más ruido hacen”. “Me convertí en adulto, y ahora, cuando veo a una persona hablando demasiado, interrumpiendo la conversación, siendo inoportuna o arrogante, presumiendo, mostrándose prepotente o menospreciando a los demás, tengo la impresión de oír de nuevo la voz de mi padre diciendo: Cuanto más vacía va la carreta, mayor es el ruido que hace”. “Mensaje: Es interesante el mensaje que nos deja este viejo relato”. “Cuando imaginamos el paso de una carreta llena de carga, esforzada, silenciosa, un poco hundida por el peso que lleva, esa imagen nos transmite una sensación de plenitud y de silencio”. “Y algo parecido sucede con las personas”.

(Estas fueron las pildoritas: “Torpeza es ese necio afán de aguarle a la gente la esperanza que puedan cambiarse las cosas con elecciones limpias. Meterle desconfianza a la sociedad –deturpando el proceso electoral, que ni siquiera ha iniciado, a punta de conjeturas– es malvada temeridad”. “Para satisfacer esa fobia –contra los que ven como enemigos, y la inquina hacia los que no comparten sus complejos– quisieran que el país fracase”. “Les molesta la independencia y el equilibrio del órgano electoral, que golpean, queriendo que caiga al control de intereses apátridas”. “De eso se trata esa maliciosa campaña sembrando la duda, para que, lo que debe ser confiable a la ciudadanía, pierda toda credibilidad”. “Atentatorio a la democracia es ese raro placer de ciertos políticos –vociferado por monitos cilindreros intrigantes que mueven la manivela del organillo– de echar chorros de desconfianza al ambiente con el fin de matarle al pueblo toda esperanza”). (Otro lector –entra el Sisimite– manda Proverbios 12:15-28: “Los necios creen que su propio camino es el correcto, pero los sabios prestan atención a otros. Un necio se enoja enseguida, pero una persona sabia mantiene la calma cuando la insultan. Un testigo honrado dice la verdad; un testigo falso dice mentiras. Algunas personas hacen comentarios hirientes, pero las palabras del sabio traen alivio. Las palabras veraces soportan la prueba del tiempo, pero las mentiras pronto se descubren…”. -Nada más que agregar –interviene Winston– solo decir amén).

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