Responsabilidad compartida del sector privado nacional

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26 de enero de 2024
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Responsabilidad compartida del sector privado nacional

¿Vuelven los oscuros malandrines del 80?

Por: Óscar Armando Valladares

Por discernimiento de mercado, se entiende que Cohep ha correspondido taxativamente a Consejo Hondureño de la Empresa Privada. Empero, al desplegar un crespón embanderado la duda -duda tomasiana- movió a inquirir si “privada” y “pirata” tenían algo que ver, pues es cosa sabida que corsarios y filibusteros ondeaban telas de negro color, para anunciar que no daban ni esperaban dar cuartel en sus marítimas incursiones. Lo otro, el enlutado expediente de expresar sus discrepancias con el gobierno, se antojaba pobre recurso de un próspero estamento. De luto, a decir verdad, se vistió la patria en 2013 cuando el gobierno mellizo de “Pepe” y “JOH” dispuso la entrega del territorio a la inversión voraz, a ojos vistas del círculo lucrativo nacional.

Argumentos razonables no faltaron al maestro Rafael Heliodoro Valle, al decir que la Historia de Honduras podía escribirse en una lágrima, por culpa, deducimos nosotros, de sectores a cual más privilegiado -político, religioso, mediático, empresarial, militar, profesional- que, aislada o empaquetadamente han moldeado lo que somos y tenemos en acomodo con poderes hegemónicos externos.

No puede, en su caso, la jerarquía pudiente considerarse libre de pecado ni tirar inocentemente la primera piedra, siendo parte de la problemática que golpea a la nación. Sin ir más lejos, en el gobierno de Villeda Morales el empresariado objetó la emisión del Código de Trabajo. Su coordinador, Roque J. Rivera, remitió al mandatario misivas al respecto y, en la del 17 de mayo de 1959, le reiteró vetarla pues sancionarla -adujo- “constituiría un funesto precedente en la tradición constitucionalista del país”. La Standard Fruit, por su lado, expuso “que ante la inminente alza de nuestros costos, debido a las prestaciones consignadas en el Código del Trabajo…, se verá obligada a tomar medidas”, incluida “clausurar definitivamente” operaciones.

Similar oposición se produjo en el breve lapso reformista que dispuso el gobierno de Oswaldo López Arellano, por la vigencia especialmente de la Ley de Reforma Agraria, objeto de ataques de la Federación de Agricultores y Ganaderos de Honduras (Fenag), al cuidado de Fernando Lardizábal. Así, el 19 de julio de 1975, denunció “la creciente agitación proveniente del organismo que ejecuta la reforma agraria… Algunos empleados del INA propician con ideas extremistas la ruptura de la armonía necesaria para el proceso de reforma agraria”. Estas y otras formas de presión -recuerda Longino Becerra- produjeron su efecto dando lugar a la renuncia del director del INA, coronel Mario Maldonado, el 21 de octubre de 1975.

A influjos de Gustavo Álvarez Martínez, el presidente Roberto Suazo Córdova suscribió el acuerdo, del 10 de enero de 1983, que creó la Asociación para el Progreso de Honduras (Aproh), integrada mayormente con miembros de la empresa privada y encabezada por el propio Álvarez, temido jefe de las Fuerzas Armadas; figurando, entre otros hombres de negocios: Paul Vinelli, Miguel Facussé, Rafael Ferrari, Emín Barjún, Gilberto Goldstein, Emilio Larach, Juan Marinakys y Eduardo Aragón (representante de la United Brands). En reunión secreta -con la participación de miembros de la Aproh -verificada en Miami el 22 y 23 de septiembre (1983)-, se acordó “que se imponía una solución de carácter militar para derrocar al gobierno sandinista”. La entidad en cuestión fue después desactivada a instancias de Carlos Flores Facussé.

La quiebra de la Corporación Nacional de Inversión (Conadi), fue otro caso escandaloso. Una comisión investigadora -nombrada por el presidente José Azcona- estableció el 5 de agosto de 1986 que la misma era “responsabilidad directa de actuaciones indebidas de funcionarios, influencias negativas de políticos, malos manejos y mala intención de empresarios que descapitalizaron la corporación y comprometieron el futuro del país”. Un aproximado de 534 millones de dólares fue la pérdida del Estado -más bien del pueblo hondureño- en el remate de empresas quebradas por el pirateo realizado. “Mi patria es una lágrima desnuda que se esconde en los ojos. Se diría que todas las cascadas le han bebido la risa”. Antonio José Rivas.

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