MONUMENTO A LA “LIBERTAD”

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28 de enero de 2024
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12:16 am
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MONUMENTO A LA “LIBERTAD”

EN San Pedro Sula se fundó, hace muchos años, el “Monumento a la Madre”, un bello parquecito dedicado a las madres hondureñas, mismo que antes se localizaba en la periferia sur de la ciudad de los zorzales. Hoy más bien pareciera formar parte del centro histórico de aquella urbe comercial e industrial norteña. En el caso de la capital de Honduras (o Distrito Central), se sabe que existió desde tiempos coloniales la “Plaza de la Inmaculada Concepción”, en el corazón del villorrio de Comayagüela, en donde se celebraban ferias patronales, actividades comerciales y teatrales.

La “Plaza de la Inmaculada Concepción” comenzó a exhibir cambios sustantivos a partir de la instalación de la estatua marmórea de la “Diosa de la Libertad”, en el curso del año 1883, ya en la época republicana y dentro de un ambiente de reformas liberales, en el justo momento en que Luis Bográn asumió el cargo presidencial. En fechas posteriores se le bautizó con el nombre de “Plaza de la Libertad”, con las respectivas remodelaciones y levantamientos de nuevos bustos y estatuas, sobre todo en el curso del siglo veinte. En el centro del pequeño parque, como habíamos dicho, se instaló la mencionada diosa. Hacia el suroeste un busto del apóstol de la enseñanza y de la independencia de Cuba, José Martí. En la esquina sureste fue levantado un pedestal y un busto de Miguel Hidalgo y Costilla, precursor de la independencia mexicana. Y a mediados de la década del noventa del siglo recién pasado, el grupo conocido como “Los Trece Locos del Guanacaste”, inauguró la estatua sedente del poeta modernista hondureño Juan Ramón Molina, con la presencia del presidente de la República de aquel momento histórico, y de varios intelectuales capitalinos.

El Monumento a la Libertad, ha sido testigo mudo de diferentes acaeceres históricos. Por ejemplo: en la década del cincuenta del siglo pasado, los estudiantes universitarios y de secundaria, se congregaban en el parque “La Libertad” con el fin de luchar contra la dictadura transitoria de aquel momento, y con el propósito central de presionar a las autoridades en dirección a que se aprobara legalmente la autonomía de la Universidad Nacional de Honduras. Ahí se escucharon las voces de los mejores oradores juveniles de aquel entonces. Tal vez por eso mismo fue desmantelado el busto de un dictador hondureño de la década del treinta y del cuarenta del siglo veinte. Lo que resulta del todo incomprensible es que hayan desinstalado el busto de José Martí y lo hayan llevado para otro lado.

Con tanta historia simbólica y condensada de la “Plaza de la Libertad” de Comayagüela, también es incomprensible el abandono en que se encuentra lo que debiera llamarse, por diversas razones, “Monumento a la Libertad de Honduras”. Hubo un tiempo en que unos policías permanentes resguardaban este importante sitio histórico. Pero desde la década del setenta del siglo pasado hemos observado, en forma creciente, la presencia de “mariachis”, borrachos, pordioseros y mujeres de “la vida alegre”, que han establecido sus guaridas para hacer negocios o simplemente subsistir. Inclusive la hermosa estatua de Juan Ramón Molina ha experimentado atropellos de todo tipo. Otro tanto ha ocurrido con el parque “La Concordia” de Tegucigalpa, aun cuando en las últimas dos décadas después del huracán “Mitch”, se ha restablecido su apariencia estética.

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