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29 de enero de 2024
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12:04 am
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Diálogo

Por: Rodolfo Dumas Castillo

Hace algunos meses publicamos un artículo titulado “Recuperando el diálogo” en el que comentábamos como, mientras el mundo sufría una crisis descomunal, nuestros políticos aún se mantenían en “modo electoral”, y que en Honduras el debate nacional giraba alrededor de interminables conflictos entre facciones políticas que no comprenden la gravedad de la situación que se nos aproxima. A esta fecha esa situación no ha cambiado mucho, a pesar de que la enorme mayoría de pueblo reclama unidad nacional y soluciones concretas a tantas carencias.

Ese artículo pretendía incentivar un diálogo civilizado y un mayor compromiso patriótico para unir esfuerzos y encontrar soluciones a los graves problemas que enfrenta nuestra nación. Lastimosamente hasta las propuestas más consecuentes con las necesidades del país son desechadas y sus proponentes sumariamente desacreditados; como que resultara más ventajoso satanizar las iniciativas en lugar de mejorarlas o de encontrar espacios de concordancia.

Sin embargo, la realidad es que la economía no resurgirá solo recordando las gigantescas pillerías del pasado o estigmatizando a quienes generan empleo; requiere construir un clima de negocios congruente con una economía globalizada y capaz para atraer inversiones que generen empleos de calidad (actualmente el tema más urgente para el pueblo hondureño). Para lograr desarrollo humano no basta recordar las pésimas administraciones del pasado, se deben establecer reglas claras que impulsen la productividad y que generen ganancias al emprendedor, pero cumpliendo con estándares modernos que garanticen ingresos dignos.

Para luchar contra la corrupción no basta quejarse del debilitamiento institucional y de la pérdida de la cultura de legalidad, se deben impulsar reformas y mecanismos que prevengan la corrupción pública y privada, incluyendo normas que exijan la gestión de riesgos mediante programas de compliance, protección de denunciantes y muchas otras que han demostrado efectividad en el resto del mundo. Similares urgencias existen en salud, educación, seguridad alimentaria y personal, entre muchas otras.

En medio de todos esos monumentales desafíos, el gobierno por fin parece estar anuente a iniciar un diálogo nacional. Queda claro que ese diálogo, si se busca que sea exitoso, no podrá incluir la universalidad de temas de interés general, pero ciertamente se puede enfocar de manera especial en los más urgentes: generación de empleo, atracción de inversiones y reducción de la pobreza. Para que este diálogo sea efectivo, es crucial adoptar una serie de principios fundamentales, incluyendo los que comentamos a continuación.

Debe iniciar sin condiciones previas y respetando la diversidad de opiniones y perspectivas. En un país tan diverso como Honduras, reconocer y apreciar la pluralidad de visiones contribuirá a la construcción de un diálogo más inclusivo, efectivo y que pueda lograr consensos sólidos. Deben evitarse los calificativos de los sectores participantes o expresiones que descalifiquen a sus integrantes; ya sabemos que en toda actividad humana hay personas buenas y malas. Por ejemplo, si el tema es como generar empleo o cómo mejorar el clima de negocios, ¿quién mejor calificado para exponer las barreras o áreas de potencial mejoría que quienes a diario producen la riqueza de la nación, es decir, empresarios, emprendedores y trabajadores? También se deben evitar las soluciones binarias pues eso impide que las propuestas sean holísticas y consideren las diversas perspectivas presentes en la sociedad.

Un diálogo efectivo requiere una metodología estructurada para abordar los temas de manera eficiente, evitando desviaciones o que el diálogo sea solo un ejercicio retórico, garantizando resultados tangibles. Enfocarse en la implementación concreta de los acuerdos es crucial para generar un cambio positivo en la sociedad hondureña. Un sistema de evaluación constante medirá el impacto en términos de cambio político, social y económico, permitiendo ajustes necesarios y demostrando la eficacia del proceso.

Existen otros elementos como la transparencia, respeto a los derechos humanos, obediencia al principio de legalidad, elaboración de un sistema de evaluación de impactos y la institucionalización del diálogo. En todo caso la posibilidad de establecer un diálogo nacional representa una oportunidad para abordar los desafíos del país de manera inclusiva y efectiva. Mientras más rápido inicie mejor. Retrasarlo implica condenar al país al estancamiento, a continuar rezagado en la competencia global y con pocas esperanzas de desarrollo humano.

Correo: [email protected]

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