¿DEL GAÑOTE?

ZV
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2 de febrero de 2024
/
12:51 am
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¿DEL GAÑOTE?

NO que puedan lamentarse que no estaban advertidos. Durante el debate de la investidura la vocera de Junts, la diputada Nogueras, increpó al hoy reelegido inquilino de la Moncloa: “Quería darle un consejo, que naturalmente no tiene obligación de seguir: con nosotros no intente tentar a la suerte, porque no le va a funcionar”. “Si no se avanza –continuó diciendo– no apoyaremos ninguna iniciativa que se presente desde su gobierno y desde su mayoría”. “La estabilidad de la legislatura queda sujeta a los avances y los cumplimientos”. “En otras palabras, anticipó, en buen castellano, que lo iban a tener del gañote”. Y es precisamente lo que acaba de ocurrir, durante la votación de la ley de amnistía propuesta por el PSOE. Puigdemont, desde Bruselas, por su teléfono móvil, daba instrucciones a Nogueras y a sus otros seis diputados en el parlamento cómo votar las cláusulas de proyecto de ley de amnistía que se discutía.

La cofradía separatista –todos en bloque– votó “NO” y tumbaron la iniciativa. El recuento final, 179 en contra y 171 a favor. Junts –dirigida por el hasta ahora prófugo de la justicia, Puigdemont, con quien el jefe del gobierno español negoció los votos necesarios para su investidura– pedía más concesiones que les garantizase blindaje de futuras acusaciones de terrorismo y traición al Estado español. De momento lo único que sufre es la imagen del rector del Ejecutivo. El proyecto de ley regresa a comisiones del congreso –y ahí estará por uno o dos meses– para que pueda ser reformulado. Sin embargo, si para el PSOE fue trago amargo otorgar la cuestionada amnistía –como expiación a los pecados cometidos, que liberaría a los sentenciados del próces independentista catalán de sus culpas y de sus penas– cruzar linderos de las denominadas “líneas rojas”, cae en lo inaceptable. La ley de amnistía, sin embargo, solo es el primer tropiezo en la carrera de obstáculos. El gobierno y sus aliados dependen de los votos de Junts en las votaciones del presupuesto y otras decisiones parlamentarias que aseguren la estabilidad administrativa de los cuatro años. Silenciosos, evaluando el arrebato de los separatistas catalanes, están las formaciones vascas (Bildú y PNV) –también parte de la alianza que sostiene al PSOE– que, en su momento, igual, pudiesen demandar una amnistía para su región. Siempre queda al jefe del PSOE la carta de convocar, otra vez, a elecciones generales anticipadas, con el riesgo de perderlas frente a las coaliciones de la derecha y del centro. Recogemos una opinión de analistas españoles sobre el incidente: “Sánchez ha encontrado en Puigdemont la horma de su zapato”. Juegan con “ardides inaceptables y límites inadmisibles”. Solo que, en esta coyuntura, los votos de Puigdemont, tienen del pescuezo al gobierno.

(Para que sopesés –entra el Sisimite– cómo son las cosas por allá. -¿A saber entonces –interviene Winston– de qué se asustan acá –como si los pintorescos paisajes acabados fueran más civilizados– si allá están los maestros? -Y lo lindo –interrumpe el Sisimite– es cómo de las Europas mandan dizque “expertos”, a dar clases de democracia. Hasta con instrucciones de cuáles reformas hacer al sistema político electoral –como si el de ellos fuese relojito suizo– o de lo contrario no nos hacen “el favor” de mandar sus misiones de observación electoral. -Y esas misiones –pregunta Winston– si solo es a observar que vienen ¿a qué obedece todos esos informes opinando en cosas internas, con su pliego de instrucciones? -Han de creer –comenta el Sisimite– pero, no solo ellos porque igual injerencia se acepta de otras partes, que aquí se ocupa la intervención; que estos no son sistemas confiables, sino pueblos con taparrabo. -¿Y vos crees –suspira Winston– que si bien el sistema está chueco, que le hacen un favor al país, montando paralelas; en vez de asistir, no en reemplazo o encaramando su jinete sobre la bestia, para que el sistema mejore? -Pues, esa es una valoración –responde el Sisimite– pero si aquí más bien imploran la intervención ajena; dizque lo que hay no sirve para nada. Y entre más dependencia de lo extranjero, menos para que sirva lo doméstico. -Pero también la culpa –suspira Winston– es de ese atajo de odiosos rociando desconfianza al proceso electoral –con inventos y conjeturas– sin que este haya iniciado siquiera, matándole la única esperanza a la gente de cambiar, con elecciones confiables, lo que le incomoda).

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