Poder, querer, deber o antojar

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2 de febrero de 2024
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12:04 am
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Poder, querer, deber o antojar

Por: German Edgardo Leitzelar Hernández*

La vida tiene tramas complejas, en ellas conviven cuatro fuerzas que impregnan las dinámicas de todo lo que sucede o no sucede: el poder hacer, querer hacer, deber hacer y los meros antojos, y si bien a primera vista esto se ve como algo simple, estas formas de ver el actuar inciden y afectan toda decisión. Si vemos más allá de sus diferencias nos encontramos con un terreno ético que termina por definir de formas muy profundas la forma en que vivimos y funcionamos como sociedad.

Poder hacer: Este eje representa una facultad, es la capacidad o posibilidad de, pero, además debe vincularse a capacidades y habilidades, es la manifestación tangible de las destrezas y competencias. Usar este poder implica poseer herramientas y conocimientos para llevar a cabo tareas específicas, por decir un ejemplo, un carpintero puede construir muebles es decir su destreza le da el poder para ello. Este poder nos da responsabilidades que de no aceptarse con ética y actitud constructiva en lugar ser la clave para el progreso y bien común, resulta ser todo lo contrario.

Querer hacer: Esto representa el deseo y la voluntad. Es una chispa interna que mueve las motivaciones y determinaciones que nos inspiran, es un aspecto que se mueve más con emociones y aspiraciones personales, por eso sí nos mueve el deseo de hacer el bien, cada acto alimentará esa voluntad y será evidente si es o no así. El querer hacer es un combustible emocional que impulsa al actuar. Pero por muy intenso que sea ese deseo, sin las habilidades o recursos no ocurrirá. Así pues, el poder hacer y el querer hacer pueden sumar o dividir de no usarse bien.

Deber hacer: El deber hacer es llanamente una obligación ética y social. Surge de normas, valores y expectativas que son tanto sociales como individuales. El deber hacer implica tareas que proveen de beneficios a otros contribuyendo al bienestar colectivo. Un médico tiene un deber con sus pacientes, un ciudadano con sus iguales, y un gobernante con el pueblo en general. El deber hacer podría entrar en conflicto con el querer hacer, pero es ahí donde la ética junto a las responsabilidades jamás debe desestimarse. Todo gobierno y sociedad se sostiene bajo el adecuado cumplimiento de deberes. Al final cuando esto no es atendido, tiene consecuencias graves ante el individuo y la comunidad en general.

Antojos: Los antojos son impulsos momentáneos y pasajeros, son meros deseos, que carecen de bases sólidas en la razón o responsabilidad. El querer hacer es profundo y arraigado mientras que los antojos son efímeros e impulsivos. En ese sentido puedo comparar el antojo de comer un postre, no por una necesidad nutricional, con acciones populistas que no benefician y que, aunque nos ofrezca un momento de placer, a la larga no contribuye al bienestar permanente que en verdad se necesita. Cuando los actos de gobierno son iguales a los antojos, porque se ejecutan decisiones impulsivas sin objetivos, metas o razonamiento, las consecuencias seguirán manifestándose en daños a las grandes mayorías.

Ahora vale la pena determinar lo que sucede cuando trasladamos los criterios expuestos a lo que es la actividad gubernamental, que pasa si en ese nivel no logramos entender y manejar un equilibrio entre estas fuerzas con el fin de que tanto a nivel individual, social o gubernamental cada acto nos lleve a crecer de maneras que deseamos y necesitamos todos. Es por medio de la capacidad de manejarnos de forma consciente, que podemos definir nuestros alcances para superar los desafíos que diariamente se nos presentan. Por eso, reconocer y comprender estas diferencias es parte del camino para concientizar nuestras motivaciones y decisiones. Y si pudiéramos alcanzar esa interacción equilibrada en las conductas de los gobernantes y consecuentemente en los actos del gobierno, seguramente podríamos encaminarnos a lograr ese ansiado desarrollo.

Es una realidad que, en contraste a la propuesta de lograr esa integración equilibrada de fuerzas individuales, la mayoría de los actos gubernamentales reflejan esa impulsividad que lamentablemente se parece demasiado a lo que son meros antojos. Siguen dándose muchas decisiones sin base ética ni metas a largo plazo, y son estas actuaciones las que nos siguen haciendo pagar precios que afectan cada vez más a nuestra ya maltrecha patria.

Hondureños, es una necesidad imperiosa que en todo nuestro pueblo se implante el gobierno de la ética, que todos aprendamos y sepamos equilibrar el deber hacer con decisiones informadas y responsables, evitando la tentación de actuar por antojos que empeñan las posibilidades de logros a largo plazo a cambio de momentos vacíos que solo nos alejan del objetivo real.

“CAMBIEMOS TODOS, EMPIEZA POR TI MISMO”

*Abogado laboralista independiente

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