Vivir de prisa o sobrevivir entre cláxones

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2 de febrero de 2024
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12:00 am
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Vivir de prisa o sobrevivir entre cláxones

Vivimos acelerados. A un ritmo de vida que genera estrés cotidiano por los diferentes problemas que tenemos; además, sobrevivimos en una sociedad agobiada por la pobreza, falta de oportunidades, falta de empleo. Y los hondureños privilegiados que tienen trabajo también se abruman por otros problemas como pagar alquiler, completar la canasta básica, etcétera. Es así que las actividades del día a día, dejar nuestros hijos a la escuela, universidad e ir al trabajo, resultan en un incremento del estrés y la ansiedad. Eso es notorio al ver el rostro de las personas que deben de trasladarse de un lugar a otro ya sea en su vehículo, moto, taxi, en bus o a pie; se conducen a la carrera, despistados, discutiendo o atendiendo el celular o simplemente fastidiados. Los accidentes de tránsito son una problemática a nivel mundial, debido al impacto familiar ya que las consecuencias son los daños de salud y las pérdidas humanas.

La muerte al volante
Debemos entender que un accidente de tránsito, vial o siniestro automovilístico es un suceso imprevisto y ajeno al factor humano, que altera la marcha normal o prevista del desplazamiento en las viabilidades, especialmente es aquel suceso en el que se causan daños a una persona o cosa, de manera repentina ocasionada por un agente externo involuntario.

Y un dato escalofriante es que los accidentes automovilísticos son la segunda causa de muerte en Honduras. Sí leyó bien: la segunda causa de muerte.

El lunes 4 de febrero, en las cercanías de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras (UNAH), las cámaras de tránsito registraron el volcamiento de un autobús que iba a exceso de velocidad. Los medios de comunicación hicieron hincapié en la imprudencia del conductor, pero nadie ha propuesto que se aumenten las penas a los conductores irresponsables, por ejemplo: si se demuestra su culpa, que se le retire de por vida la licencia, sin esperar a que se produzcan pérdidas humanas. Y es que ningún hondureño y hondureña estamos exceptos de esta situación.

El martes 29 de enero sufrí un accidente de tránsito, otro vehículo fue a impactar al mío, por dicha no estaban mis dos hijos en el auto y no pasó a mayores, que los daños ocasionados de parte del otro auto a mi vehículo, sin embargo la tensión y el estrés que generó el impacto brusco que recibí, dejaron su huella en mí, de pronto sentí ira y fui a donde el señor que me chocó para reclamarle ¿por qué era tan descuidado? ¿Por qué no se había fijado? si yo llevaba el derecho de vía, en fin, todo esto me ocasionó estrés postraumático, nervios no solo al manejar, sino que también cuando voy de pasajera.

Incultura vial
En Honduras el mayor problema es el desconocimiento absoluto de las normas de tránsito, así como el uso de las rotondas, también existe un uso inadecuado del carril izquierdo, que es para conducir a una velocidad más alta; el uso inadecuado del carril derecho, que es para camiones o autos que van a velocidad moderada, el abuso de estacionarse en cualquier lado aun en las líneas amarillas que indican su prohibición. El irrespeto desmedido de las señales de Tránsito, la falta total de irrespeto de parte de los conductores de taxis y rapiditos, obstaculizando el derecho de vía, circulación de los demás, no son controladas ni supervisadas por la autoridades. Las calles de Honduras tampoco favorecen a una buena educación vial, pues algunas calles no tienen acera y lo peor es que hasta en la Universidad Nacional Autónoma de Honduras (UNAH) los estudiantes se estacionan donde les place.

En las carreteras es una rifa llegar con vida a tu destino, es lamentable decirlo pero es así, porque vivimos en un país con tanta contradicción e irrespeto.

Responsabilidad compartida
Desde mi experiencia al volante, como pasajera y a pie, he podido identificar las imprudencias cometidas por todos los involucrados. Acá la lista:

El peatón: no camina en las aceras, sino que por ir agobiado por sus problemas, invade la calle exponiéndose a un accidente; pero nadie sabe cómo anda cada cabeza de cada hondureño.

La moto: los hondureños que se conducen en moto tienen la idea de que cuando hay una cola pueden avanzar por el carril que está libre, quitándole así el derecho de vía a los otros vehículos que vienen en ese carril.

Mototaxi: de pronto la tienes en frente y debes de frenar, sino vas a impactar a ella, hay un completo descuido y abuso de parte de estas personas que manejan este tipo de transporte.

Los buses rapiditos: parece que están en una constante carrera de quien llega más rápido al punto, quien recoge más personas, pues se estacionan en cualquier lado, sin importar el derecho de los demás, suben y bajan a las personas en donde sea.

Los camiones repartidores: (de refrescos, lácteos entre otros) de igual manera se estacionan en cualquier lado.

Por otro lado las pérdidas económicas ocasionadas por los accidentes de tránsito, por concepto de atención médica, daños materiales, que se generan en la colisión. Cuando uno ha sufrido un accidente experimenta muchas sensaciones, estas al momento del accidente o en los días posteriores, algunos de los sentimientos pueden ser: Conmoción, ira, problemas para creer lo que ha sucedido, nerviosismo. Miedo o intranquilidad, preocupación, culpa. Revivir el accidente en la cabeza y sentir que no puede evitar pensar en ello. Definitivamente las personas que han sufrido un accidente tienen algunos de los sentimientos apuntados, a veces pueden ser tan fuertes que impiden llevar una vida normal.

Es urgente y necesario un llamado a las autoridades para una educación permanente en materia vial, se debe fortalecer y promover la misma, desde las aulas en la escuela, colegio y las universidades, promover una cultura del orden y del respeto, cultura ciudadana para evitar más desgracias en las familias hondureñas.

No podemos continuar con la ley del más fuerte, del más vivo o de la jungla, no somos salvajes debemos dar ejemplo y conducir con prudencia, con tolerancia con cortesía y con respeto a la ley y reglamento de tránsito, así como a las leyes en general, porque también deben ser educados los conductores de las instituciones públicas que manejan el flujo económico y del desarrollo nacional; basta ya de la cultura de la incultura. Yo ya no quiero vivir de prisa o sobrevivir entre cláxones.

Abogada Larissa Barahona
Tegucigalpa, M.D.C.

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